Rómulo Bustos.
Sacrificiales.
Veintisiete letras. Madrid, 2007.
Veintisiete letras inaugura su colección de poesía, Ajuar de frontera, con una magnífica obra: Sacrificiales, el último libro del colombiano Rómulo Bustos (1954) prologado por Samuel Serrano.
Si, como se ha dicho alguna vez, ser poeta en Colombia es una de las maneras de ser anónimo, en el caso de Rómulo Bustos la invisibilidad compartida con otros poetas de su edad es aún mayor, por su resistencia a participar en encuentros o lecturas públicas. Afortunadamente, su Oración del impuro, una recopilación de su obra que publicó hace pocos años la Universidad Nacional de Colombia, permitió una difusión algo mayor de sus textos.
En lo que se refiere a la arquitectura y al andamiaje verbal de los poemas, esa condición invisible es un rasgo que caracteriza su propia práctica poética, alejada por igual del exceso barroco de la imaginería recargada o del coloquialismo que lastra una parte de la última poesía hispanoamericana.
Una poesía que asume riesgos y es un ambicioso salto en el vacío que Samuel Serrano relaciona en su prólogo con la empresa prometeica de crear un nuevo espacio sagrado que Octavio Paz destacaba en El arco y la lira como rasgo impulsor de la poesía moderna. Es la imaginación sacralizante a la que el prologuista se ha referido en otra ocasión para caracterizar la poesía de Bustos.
Profunda, exigente, interrogativa, a menudo irónica y distante o atravesada por una aguda conciencia del tiempo, la poesía de Rómulo Bustos es un ejercicio de armonía que transmite la imagen problemática de la “monstruosa inocencia” del mundo: el vuelo purísimo sustentado en las alas del mal; la realidad conflictiva del raro animal de dos cabezas o “la torva beatitud” con que ejerce su oficio un carnicero transformado en Abraham o la indolencia con que tararea mientras afila sus cuchillos.
De esa suma de perplejidades que se dan cita en la materia pardójica y oscura de la vida, de esa lucha de contrarios surge el poema, como la luz de la sombra o la sombra de la luz.
De eso trata el poema Sufí:
Como un perro que inútilmente
intenta morder su cola
giro en sentido inverso del movimiento de los astros
para alcanzar mi sombra
Sólo ella puede darme noticias de mi luz.
Sacrificiales, que es casi un ejercicio alquímico de integración de contrarios en la armonía del poema, es en gran medida una reflexión sobre la actividad poética, sobre la misión de la escritura.
Una reflexión que estaba ya perfilada en esta Poética de Oración del impuro:
Encender el misterio
de una lámpara ciega
cuya luz imposible
acaso nos haya sido prometida
He aquí el terrible regalo de los dioses
Exigente y profunda en su temática, precisa y depurada en su expresión, la poesía de Rómulo Bustos aspira a unir reflexión y sugerencia, pensamiento y emoción alrededor del impulso transcendente y de la idea de la poesía como revelación de lo secreto y como afinada forma de conocimiento:
a mí la mayoría de los poemas me los dicta Gabriel el ángel de la palabra
(...)
Lo que quiero decir es que no sé cómo escribo o por qué
El arcángel tampoco lo sabe. A él también le dictan.
Si, como se ha dicho alguna vez, ser poeta en Colombia es una de las maneras de ser anónimo, en el caso de Rómulo Bustos la invisibilidad compartida con otros poetas de su edad es aún mayor, por su resistencia a participar en encuentros o lecturas públicas. Afortunadamente, su Oración del impuro, una recopilación de su obra que publicó hace pocos años la Universidad Nacional de Colombia, permitió una difusión algo mayor de sus textos.
En lo que se refiere a la arquitectura y al andamiaje verbal de los poemas, esa condición invisible es un rasgo que caracteriza su propia práctica poética, alejada por igual del exceso barroco de la imaginería recargada o del coloquialismo que lastra una parte de la última poesía hispanoamericana.
Una poesía que asume riesgos y es un ambicioso salto en el vacío que Samuel Serrano relaciona en su prólogo con la empresa prometeica de crear un nuevo espacio sagrado que Octavio Paz destacaba en El arco y la lira como rasgo impulsor de la poesía moderna. Es la imaginación sacralizante a la que el prologuista se ha referido en otra ocasión para caracterizar la poesía de Bustos.
Profunda, exigente, interrogativa, a menudo irónica y distante o atravesada por una aguda conciencia del tiempo, la poesía de Rómulo Bustos es un ejercicio de armonía que transmite la imagen problemática de la “monstruosa inocencia” del mundo: el vuelo purísimo sustentado en las alas del mal; la realidad conflictiva del raro animal de dos cabezas o “la torva beatitud” con que ejerce su oficio un carnicero transformado en Abraham o la indolencia con que tararea mientras afila sus cuchillos.
De esa suma de perplejidades que se dan cita en la materia pardójica y oscura de la vida, de esa lucha de contrarios surge el poema, como la luz de la sombra o la sombra de la luz.
De eso trata el poema Sufí:
Como un perro que inútilmente
intenta morder su cola
giro en sentido inverso del movimiento de los astros
para alcanzar mi sombra
Sólo ella puede darme noticias de mi luz.
Sacrificiales, que es casi un ejercicio alquímico de integración de contrarios en la armonía del poema, es en gran medida una reflexión sobre la actividad poética, sobre la misión de la escritura.
Una reflexión que estaba ya perfilada en esta Poética de Oración del impuro:
Encender el misterio
de una lámpara ciega
cuya luz imposible
acaso nos haya sido prometida
He aquí el terrible regalo de los dioses
Exigente y profunda en su temática, precisa y depurada en su expresión, la poesía de Rómulo Bustos aspira a unir reflexión y sugerencia, pensamiento y emoción alrededor del impulso transcendente y de la idea de la poesía como revelación de lo secreto y como afinada forma de conocimiento:
a mí la mayoría de los poemas me los dicta Gabriel el ángel de la palabra
(...)
Lo que quiero decir es que no sé cómo escribo o por qué
El arcángel tampoco lo sabe. A él también le dictan.
Santos Domínguez