29/12/05

Viaje y escritura


Con Memorias del Mato Grosso (Ediciones B) Mónica Sánchez Lázaro (Cáceres, 1977) obtuvo el Premio Grandes viajeros 2004. En ellas es fácil reconocer el pulso y el talante humano del verdadero escritor, del verdadero viajero.
Y es que escribir y viajar son tareas similares. Hablar de viajes es hablar de literatura. Escribir es otra forma de viajar y nada hay más parecido al viaje que la literatura. Escribir –digámoslo ya- es una de las múltiples metáforas del viaje. En el viaje y en la escritura se entra con la desazón ante lo desconocido y se vuelve con el cargamento de la experiencia y del conocimiento y con un grado de desolación que multiplica esa desazón previa. Un poema es siempre la narración de un viaje, un itinerario para náufragos, como diría Diego Jesús Jiménez.
Yo no sé si Mónica conoce una vieja sentencia que asegura que no se viaja para llegar, sino para viajar. Con la lectura, con la escritura pasa lo mismo. La pura experiencia de crecimiento personal que es un viaje se transforma en el dolor del regreso, porque volver del territorio del poema o del espacio y del tiempo del viaje es siempre una experiencia traumática.
Por eso estas Memorias del Mato Grosso arrancan en su primer capítulo (primero y último lo titula su autora) del momento circular del regreso, de ese momento inasumible de tristeza desatada en el que sólo tenemos ojos en la nuca, y sólo existe aquello que dejamos atrás.
¿Cuándo empezó este viaje? Cuando Mónica Sánchez se fue en septiembre de 2002 a la Prelatura del Mato Grosso, en San Félix, en el corazón de Brasil para colaborar como voluntaria en la digitalización del archivo del Obispo Pedro Casaldáliga.
El relato de ese viaje es el relato de una doble experiencia: la del paisaje y la sociedad deprimida de aquella parte de la Amazonia, y la figura del misionero catalán, uno de los símbolos de la teología de la liberación.
No voy a hablar sino de pasada de su solidez constructiva, de su estructura circular, o de su doble eje narrativo, de la sorprendente calidad y soltura de su estilo, apoyado en la efectividad de una prosa a veces imperfecta, pero de estudiada elasticidad: una frase que, desde el primer capítulo hasta el último, se demora en la lentitud de la tarde, en la pesadez de la atmósfera y en la amplitud del espacio o que transcurre rápida y punzante como un relámpago tropical, violenta como un aguacero, repentina como un retortijón.
Este no es un libro perfecto. Es más que eso. Es un libro de travesía, del que se vuelve transformado, tras la experiencia de un mundo viscoso, atravesado por el dolor negro de las queimadas, por el calor asfixiante, por el olor amarillo y espeso de los mangos en descomposición, por los rosales en la entrada de la vivienda de Casaldáliga, como antesala de la utopía y los espejismos tropicales de la fiebre. El lector vuelve de todo eso y de más cosas: del genocidio de los indios y la devastación de las selvas, del ángel exterminador con botas militares, corbatas de seda y maneras de chacal.
Un mundo en el que flota un seminarista indolente tumbado en una hamaca y adicto a la droga dura de las telenovelas brasileñas, un mundo con un río y su orilla habitable con mosquitos y caipirinha, con proles numerosas y descalzas, tan sucias como alegres.
Un mundo de gentes que desconocen por igual la fregona y la inhibición y viven en la sensualidad de la luz y las carnes generosas y ceñidas, bicicletas de tres plazas, cuatro sobre una moto y las muchachas que pedalean y se pintan las uñas a la vez.
Y el estrépito y el desorden reflejos de una naturaleza desbordada en la vegetación, en el archivo torrencial, en el exceso de la luz y del clima, en los insectos anteriores a la historia.
Y los indios karajás, de ojos pequeños y melena lacia y tatuaje ritual en las mejillas, y los relojes que en los fines de semana no marcan la hora, sino la espera. Los pájaros precolombinos y la algarabía numerosa de sus amaneceres.
O la llama de esperanza del gobierno de Lula, que llegaba al poder por aquellos días del año 2002.
La meteorología como paisaje es el brillante título de una de las partes del libro, allí el clima ecuatorial, extremo en la sequía y en la tormenta, el jacaré fluvial y la anaconda amazónica .
Y el olor y la temperatura (45 o 50 húmedos grados a la sombra) como experiencias sensoriales límites, la luz que pesa hasta agotar los cuerpos, las fronteras difusas entre las edades, la fauna y la flora, la magia y la religión y la disciplina física y espiritual de la capoeira, la samba y el candomblé.
Con todos esos ingredientes se cocina un choque brutal con una realidad desatada, una realidad en la que la sombra es un leve filo candente y húmedo y en la que lo único que amortiguó ese encontronazo fue la escritura, que es otra forma de resistencia
El libro está habitado. Lo puebla un universo humano exuberante y pendenciero en el que la muerte siempre tiene un culpable instalado en la maldad, no es una limitación natural, sino el resultado de la actividad de los enemigos o de los espíritus malignos. La muerte como fuente de la venganza en una mentalidad en la que conviven la brutalidad y una sabiduría ancestral y oscura, confinada en las reservas indias que tienen la tristeza artificial de los zoológicos.
Y la música, siempre la música, como una forma de la melancolía blanca de la saudade, en la languidez de Caetano Veloso o de Chico Buarque, en un negro de Bahía cantando una samba.
El fondo sonoro, cuando no la música, lo pone el motor cansado de un lanchón río arriba, entre mosquitos inmunes al repelente. Y los perros, ah los perros.
En ese paisaje sobrehumano y excesivo, Casaldáliga y Leonardo Boff son los referentes de civilización y de dignidad solidaria. Y con ellos, religiosos que no lo parecen, limpios por fuera y por dentro, ni untuosos en la palabra ni dogmáticos en su comportamiento, ni torturados y siniestros en la vigilia subconsciente del insomnio. Tantos personajes que pasan por estas páginas con su peso leve, casi sin rozarlas.
Todo viaje es finalmente un viaje interior, un viaje hacia nosotros mismos, hacia el conocimiento, o el olvido o el rencor. Por eso son simultáneas en el libro la devastación de la selva y la devastación de la esperanza generada por Lula.
Por eso, tras los vientos generales, a través de viajes de 36 horas en autobús por las llanuras interminables del sertón se cae en la náusea sartreana, en el vacío blanco de Confresa, uno de los heterónimos del infierno. Como en la Odisea, como en el Evangelio, como en la Divina Comedia, como en el Quijote, aquí también se baja a los infiernos, se ingresa en la noche antes de volver con una enfermedad que no transmiten los mosquitos, pero es tan tenaz, tan incurable como una enfermedad tropical: la saudade, que la llevará a un nuevo regreso posterior al libro, un regreso desde esta vieja España, tan vieja como siempre, con el anillo negro que hacen los indígenas karajá, un anillo que la ata para siempre a aquellos días de ritmo húmedo y caluroso que creemos haber vivido cuando salimos de estas páginas.
Y aunque el viaje verdadero es aquel del que no se vuelve, el de quien no va con billete de ida y vuelta, a veces lo importante es que el viajero regrese, como Simbad, como Ulises, cargado de experiencias y palabras, para relatarnos su itinerario, para regalarnos su astrolabio, para prestarnos sus ojos, sus sentidos en esa confusión de identidades entre el lector, el escritor, el viaje, el camino, el horizonte, en esa materia frágil de espejos con la que se construye la literatura.

Santos Domínguez

27/12/05

La última cigüeña



Félix Urabayen La última cigüeña. Edición, introducción y notas de Manuel Simón Viola. Colección Rescate. Editora Regional de Extremadura, 2005

La Editora Regional de Extremadura ha editado en su colección Rescate la novela La última cigüeña, que publicó en 1921 Félix Urabayen, un escritor navarro afincado en Toledo y que estuvo destinado dos años y medio en Badajoz como profesor de la escuela normal y donde Arquero le imprimió su primera novela, Toledo. Piedad.

Rezagado del 98, del que sin embargo renegaba, y considerado en su tiempo como uno de los mejores prosistas españoles contemporáneos, Félix Urabayen hoy es prácticamente un autor desconocido. Uno de esos escritores que gozaron de cierta popularidad durante los años 20 y 30 pero que por su militancia política fueron prácticamente condenados al olvido tras la Guerra Civil y vieron prohibidas sus obras por la censura.

Con introducción y notas de Manuel Simón Viola, La última cigüeña está ambientada en el valle navarro del Roncal y en el "corredor del Guadiana", en las tierras de la baja Extremadura, una Extremadura descrita desde una postura a la vez crítica y afable, entre la admiración y lo testimonial.

Técnicamente, La última cigüeña es una novela escrita con limpieza, pero con cierto anacronismo que la hace oscilar también entre lo descriptivo y lo narrativo, entre la observación minuciosa de la realidad y el desarrollo de una trama novelesca.

Y es especialmente en la segunda parte del libro, cuando de la mano del protagonista se nos traslada del valle pirenaico a Badajoz, donde la novela gana en consistencia a través de unos personajes caracterizados con profundidad y delimitados como individuos, personajes representativos de una sociedad abordada de modo crítico y con un espíritu regeneracionista.

Quizá se resiente la novela de falta de unidad, pero las descripciones de paisajes y ambientes y los retratos de personajes constituyen razones más que suficientes para recuperar una obra como esta y a un autor que merece mayor consideración, a lo que sin duda contribuirá esta edición hecha con rigor y seriedad por el profesor Manuel Simón Viola.
Santos Domínguez

26/12/05

Un monumento erguido contra la tontería




Así definía Maurice Nadeau en un estudio ya clásico el valor literario y el significado de la obra narrativa de Flaubert.

Además de uno de los grandes indiscutibles de la novela europea, Flaubert fue un escritor con sólido dominio del oficio desde sus primeros escritos. Por eso apenas hay en él evolución estilística, pues su talento no es de los que puedan perfeccionarse o degradarse.
Acaban de publicarse en la Bibliotheca Avrea de Cátedra sus obras más significativas en traducción de Germán Palacios, que es el responsable también de las notas y de la introducción.

Una introducción que ubica la producción narrativa de Flaubert en su marco histórico, social y cultural para internarse luego en el análisis esclarecedor del estilo literario a través de sus obras.
La documentación compatible con la sonoridad, la precisión como eje del nivel artístico de la prosa son algunas de las claves esenciales para entender la obra de este autor.

Con el cuidado y la limpieza característicos de esta editorial y de esta Bibliotheca Avrea, se recogen en un amplio tomo de casi 1.500 páginas obras de una madura juventud, como Noviembre; obras extrañas en su época como La tentación de San Antonio, que anticipa técnicas de la novela contemporánea más avanzada y ese tríptico que constituye una de las cimas novelísticas de la literatura europea: Mme. Bovary, La educación sentimental y Bouvard y Pécuchet.
Tres novelas que son también una triple sátira del Romanticismo: Mme. Bovary o la sátira del romanticismo pasional, la burla del romanticismo social en La educación sentimental y la del romanticismo científico en Bouvard y Pecuchet.

Como el volumen sigue un riguroso orden cronológico, esta última novela, que Flaubert dejó inacabada porque la muerte le sorprendió en 1880, es, con su apéndice Diccionario de tópicos, la obra que cierra la selección, de la que forman parte también una novela histórica, Salammbô, y Tres cuentos que nos revelan el dominio de Flaubert de las distancias cortas.

O cortísimas, como en el ya citado Diccionario de tópicos, subtitulado Catálogo de opiniones chic y lleno de humor irónico y de acidez crítica:

“Optimista: Sinónimo de imbécil
o
Poeta: Sinónimo noble de bobo.”
Una antología de la mediocridad y la necedad a través de las ideas recibidas. Ante ella es inevitable el recuerdo de Quevedo, autor dos siglos antes de un tratado similar que se titulaba Origen y definición de la necedad.

Gustave FLAUBERT. Obras. Traducción, introducción y notas de Germán Palacios. Bibliotheca Avrea. Cátedra. Madrid, 2005.

Santos Domínguez

18/12/05

Escribir por la tarde



La tarde, una ventana, el mundo y alguien que lo mira desde una ventana. Alguien que escribe una Enciclopedia del crepúsculo con las tardes de veinticinco años.

Con ese título ha elaborado Rafael Argullol una enciclopedia personal constituida por textos escritos durante el cuarto creciente de un siglo menguante. Textos que por encima de los géneros, entre la narración y el ensayo y en el ceñido espacio del artículo, nos dan la imagen completa de una obra rigurosa en el fondo y en la forma.

Veinticinco años de artículos que componen la autobiografía intelectual, ética y estética de Rafael Argullol, narrador, ensayista y poeta.

La filosofía y la política, el arte y la literatura son algunos de los centros de interés de estos artículos abordados con la lucidez subjetiva que piden el artículo, la narración, el ensayo, la poesía.

Uno de los hilos fundamentales de ese tapiz es la reflexión sobre la escritura, un archipiélago: “La escritura, al igual que el pensamiento probablemente, es un archipiélago en el que sus islas, a pesar del vacío que las rodea—o, tal vez, gracias a este vacío—, guardan siempre una relación entre sí.”

Escritura que es también (ya lo sabían los clásicos griegos) el lugar del naufragio: “La escritura debe dejar constancia de nuestra deriva, aunque asimismo de nuestro afán por orientarnos en el mar de errores como si la búsqueda de una verdad fuera posible. Es, al mismo tiempo, testimonio de la pérdida de uno mismo y ficción de su rescate. Visión del naufragio desde la ilusión de la supervivencia.”

Los artículos que forman esta Enciclopedia del crepúsculo están organizados, no de forma cronológica, sino alfabética. Por eso son una enciclopedia y no una antología o un almanaque. La subjetividad con la que se eligen y abordan las entradas de esa enciclopedia traza un mapa en el que el autor se reencuentra consigo mismo, con el pasado y con el que fue. Y con los lectores que, también ellos, se ven reflejados en ese espejo personal de la memoria, en esa zona de confluencia entre el mundo y nosotros que es siempre una ventana, un artículo, la literatura, la historia. La personal y la otra, la de los otros.

Entre la alegría de vivir y la sensación de vivir bajo el volcán, entre una novela de Balzac y otra de Lowry, a través de la playa deshabitada del Tasso o la tierra baldía de Eliot, asistimos al deslumbramiento y a la barbarie, vamos del infierno a la utopía, del mito a las heridas en este retrato agudo de un fin de siglo en el que conviven el sueño y los naufragios, iluminados por la luz de la tarde, una luz que viene de fuera y entra por la ventana y que luego, en la hora de la sombra sale de quien escribe para iluminar el mundo.

Y es que esta escritura refleja, como la tarde, los cambios de luz, del mundo y del que mira el mundo desde la ventana de la literatura y la filosofía, la sensibilidad y la inteligencia.

Lo acaba de publicar la editorial Acantilado, con su limpieza habitual, en esos tomos de lectura tan agradable por la calidad de los textos y por lo cuidado de la tipografía.

Una lectura para volver, para ver volver. Un regalo para la inteligencia y la sensibilidad.

La literatura, en suma.

Santos Domínguez

17/12/05

Guía de Mozart


Erich Valentín. Guía de Mozart. Discografía por Arturo Reverter. Libros Singulares. Alianza Editorial. Madrid, 2005


Si alguno alguna vez te preguntase:
“La música, ¿qué es?” “Mozart”, dirías,
es la música misma.”

Así comenzaba Luis Cernuda el primer poema de su último libro, Desolación de la Quimera. El texto se titula Mozart y está escrito en 1956, cuando se cumplían doscientos años del nacimiento del músico en Salzburgo.

Ahora, cincuenta años después, como un anticipo de las abundantes publicaciones conmemorativas que recordarán el 250 aniversario, Alianza Editorial publica una completa Guía de Mozart escrita por Erich Valentin.
Planteada como obra de consulta y organizada temáticamente en orden alfabético, va dirigida tanto a los especialistas como a mozartianos y amantes de la música en general. El melómano que asiste a los conciertos, el que escucha las grabaciones en la radio o en el reproductor verán incrementado con este libro su interés por Mozart y por su música y conocerán mejor las claves biográficas, ambientales y técnicas de su obra.
Entre personajes ilustres y pintorescos amigos compuso Mozart sus partituras. Su entorno cultural y social, los géneros musicales en los que se desarrolla, la descripción de las distintas obras son algunos de los aspectos que aborda esta obra imprescindible, de gran prestigio en Alemania desde que se publicó allí por primera vez en 1983.

No se trata solo de un análisis histórico o técnico. Lejos de la frialdad de ese tipo de enfoques, Erich Valentin hace también un acercamiento a la realidad humana de Mozart, que siempre ha suscitado un gran interés.No hay más que recordar el enorme éxito de Amadeus, la película de Milos Forman, en la que, como aquí, se interrelacionaban, como en la realidad, la vida y la obra del artista.
Arturo Reverter, crítico musical y experto en la obra del maestro de Salzburgo, ha elaborado una discografía básica y comentada que le servirá al lector y al oyente para adentrarse en un territorio tan ingente como ese llevado de una mano sabia.

Aunque no se conozca la tumba
en la que halló descanso,
¿a quién le preocupa, amigos?
Él no ha muerto.

Esas palabras las escribía en 1841 Franz Grillparzer en un poema que titulaba, con la misma sencillez que Cernuda, Mozart.

Santos Domínguez

6/12/05

Partida de nacimiento

Este blog, abierto y colectivo, nace con la intención de llenar un espacio que cada vez se echa más en falta en las publicaciones periódicas de Extremadura: el de la reflexión sobre la literatura, el de la crítica no académica, pero sí rigurosa, de un grupo de lectores serios que compaginan esa actividad con la labor creativa en los distintos géneros tradicionales y nuevos, como estas páginas de bitácora que abren caminos de libertad, de independencia y que no se supeditan a las limitaciones que impone el espacio de los periódicos o la incuria, el capricho o el veto de quienes los dirigen.
Santos Domínguez

2/12/05

Un encuentro de lectores y de lecturas

En Trujillo, el sábado 26 de noviembre, Santos Domínguez propuso la creación de un cuaderno de bitácora compartido por unos cuantos amigos escritores-lectores-críticos-blogueros en el que se pegasen textos de lectura, reseñas, comentarios, notas. Estábamos allí Manuel Simón Viola, Álvaro Valverde, Luciano Feria y yo, entre los primeros implicados. Santos pensó también en Luis Sáez y en Gonzalo Hidalgo. No sé si en alguien más, seguro que sí, pero ahora no lo recuerdo.
Se trata de pegar textos de crítica, notas de lectura, reseñas... en un blog compartido que propicie más encuentros con las letras. A falta de una formal declaración de intenciones, abro boca con estas líneas, a las que seguirán otras lecturas cabales. Sea.

Miguel Ángel Lama.