Reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter (W.H. Auden)
30/5/22
Manuel Longares. Las cuatro esquinas
27/5/22
Antonio Colinas. Tratados de armonía
Antonio Colinas reúne en un volumen que publica Siruela sus cuatro Tratados de armonía, una obra en crecimiento continuo desde aquel primer Tratado que apareció en 1991, al que se sumaron en 1999 el Nuevo tratado de armonía y en 2010 el Tercer tratado de armonía.
“Estos Tratados de armonía -escribió Colinas cuando publicó en un volumen Tres tratados de armonía- se cuentan entre los libros míos que prefiero. Cuando a veces, en ese momento en el que el lector anónimo me pide que le recomiende uno sólo de mis libros, yo suelo sugerirle éstos. ¿Por qué? Acaso porque son una obra que revela muy bien al escritor que esencialmente he querido ser; o porque hay en ella esa modesta, aunque radical, «filosofía de la vida» a la que he aludido. Con esta obra también se han identificado algunos lectores fieles que me han acompañado a lo largo de estos últimos años. Me consta, pues, que el Tratado de armonía, luego el Nuevo tratado de armonía y espero que ahora esta entrega global —que incluye el inédito Tercer tratado—, han tenido y seguirán teniendo sus fervorosos seguidores.”
En el Preliminar que abría el volumen recordaba cómo empezó todo:
Comencé a trabajar en el Tratado de armonía en los primeros días de 1986 (...) No creo, sin embargo, que se pueda hablar de pensamientos al enjuiciar el género de este libro. ¿Aforismos, reflexiones, impresiones, contemplaciones? Acaso me decidiría por este último significado, pues casi todas las partes del libro nacen de una contemplación objetiva y serena, de una impresión vivida sin prisas en el medio de la naturaleza.
En aquellas palabras de presentación -como señalé entonces en una reseña que tiene tanta vigencia que se reproduce textualmente en la nota editorial de esta nueva edición- estaban algunas de las claves de este ciclo de la obra de Colinas: la contemplación, la serenidad, la vida, la naturaleza. Una contemplación reflexiva, una meditación en el marco natural que busca la armonía en la respiración de la naturaleza, en la luz, en la música pitagórica de los astros, en las aves y los árboles, en la exaltación del presente. en la respiración de la palabra hecha ritmo que reproduce la música del mundo, en una mirada que une armónicamente los sentidos y la inteligencia, el yo y el universo.
Esa mirada que se dirigía hacia la altura de los astros, los pájaros o los árboles en el Tratado de armonía descendía en el Nuevo tratado de armonía hacia la tierra o hacia el mar desde los acantilados, hacia la semilla y la raíz o hacia los frutos caídos del árbol. El mal irrumpía inarmónicamente en un libro que volvía a la experiencia sensorial de lo infinito en la mirada, la música, el silencio o los aromas y expresaba la clave de la armonía en la fusión de contrarios:
No se puede buscar la luz sin que las raíces estén lo suficientemente profundas. El ser -como el álamo- debe crecer en igual medida hacia arriba y hacia abajo, hacia la luz y hacia la sombra.
El Nuevo tratado de armonía se cerraba con esa integración de dualidades y con la salida de la isla de Ibiza, a la que regresan las primeras páginas del Tercer tratado de armonía, en el que se funden pasado y presente a través de dos paisajes: el ibicenco y el leonés. Dos tierras, dos valles, dos casas, dos jardines, dos espacios para la armonía y el silencio.
Pero sobre ambos valles temblaba y tiembla la misma Vía Láctea. Podrá apreciar, pues, el lector cómo a lo largo del Tercer tratado, la mente y la vida del que escribe va saltando de un valle a otro, de una casa a la otra. Estos dos valles no son, en el fondo, sino un mismo valle: el de la vida. En él es donde se da ese viaje decisivo —ineludible para el que desee vivir en la consciencia— a nosotros mismos: el viaje interior.
En este nuevo volumen se añade un Cuarto tratado de armonía organizado en cinco apartados que proponen un diálogo intercultural que a la conversación entre lo mediterráneo y la España del Noroeste añade el que se establece entre su lectura de Pasternak, el Extremo Oriente coreano de la Montaña Kumgang y el Oriente Próximo del Cuaderno de Jerusalén.
Y ese diálogo se enriquece con la mirada interior que se proyecta en los textos de Del otoño avanzado y Sobre el Respirar, al que pertenecen estos tres fragmentos:
Respirar: una forma de introducir el paraíso dentro de nosotros. El paraíso que buscamos y que nunca encontramos desasosegados, cuando respiramos incorrectamente.
La respiración el silencio nos permite también detener el tiempo, mantenernos entre los extremos, buscar con seguridad el camino correcto entre las sombras, hacia la luz.
Vuelve los ojos hacia dentro, pues allí encontrarás siempre lo que has buscado toda la vida fuera de ti. Allí dentro está todo, pero no es fácil dar con esa totalidad. Hallada, habrás dado con la bondad o energía de la luz que no se ve, pero que se inflama y entrega con dulzura. Y fluyendo con ella en tu respiración, se abrirán quizá todos los caminos que antes se cerraban.
Santos Domínguez
25/5/22
Janis Tomlinson. Goya. Retrato de un artista
“Siempre hay algo más que saber de Goya”, escribe Janis Tomlinson para cerrar la introducción de su monumental Goya. Retrato de un artista, que publica Cátedra con traducción de José Pablo Barragán en una espectacular edición repleta de ilustraciones de enorme calidad.
Esa frase le sirve a la prestigiosa historiadora del arte para evocar el Aún aprendo con que Goya tituló un dibujo de 1826 de su Cuaderno de Burdeos. Esa actitud de constante evolución de la creatividad goyesca es uno de los ejes que articulan este acercamiento riguroso a la vida y la obra de uno de los artistas fundamentales de la historia de la pintura.
Un acercamiento que atiende a la vinculación de lo privado con lo público para componer una interpretación de la producción goyesca en relación con su tiempo y sus circunstancias, porque “la vida de Francisco de Goya (1746-1828) coincidió con una época de transformaciones en la historia de España que desató turbulencias en la política del país y en la corte de la que formó parte el artista, así como cambios sociales, la devastación de la península ibérica en la guerra contra Napoleón y un posterior periodo de inestabilidad.”
El entorno familiar, los amigos, los escritores y cortesanos de las cortes de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, las personas que lo frecuentaron en Burdeos constituyen el acompañamiento humano que delimita también las circunstancias de una biografía que este libro recorre minuciosamente desde su juventud hasta su muerte a través de experiencias decisivas como el viaje a Italia, su carrera como pintor de la corte, su evolución estilística, sus relaciones con la duquesa de Alba, su vivencia de la guerra o su retiro bordelés.
Sustentado sobre una abrumadora documentación, este ensayo, se enriquece con una comprensión matizada e iluminadora de la complejidad personal y artística de Goya. Así lo explica Janis Tomlinson, que ha utilizado como punto de partida de su obra el análisis de la extensa bibliografía sobre Goya desde 1830 hasta la actualidad:
A lo largo de los últimos dos siglos, los autores que han escrito sobre la vida y obra de Goya lo han transformado en todo tipo de personajes, desde el revolucionario en un país oscurantista y supersticioso hasta el hombre de familia católico y patriota, pasando por el íntimo amigo de los ilustrados de la época. La persistencia de algunas de estas caracterizaciones puede atribuirse al hecho de que permiten que el extremadamente multifacético y complejo artista que fue Goya sea accesible para miles de personas a través de museos y exposiciones, libros, películas y sitios de Internet.
Además de un enfoque que aporta nuevas perspectivas sobre su juventud, su rica vida familiar, sus frecuentes viajes o su círculo de amistades, esta espléndida monografía explora la compleja variedad del mundo que revela el universo plástico de Goya: desde las escenas costumbristas inspiradas en la vida madrileña hasta las visiones alucinadas de mundos irracionales, desde los retratos reales y nobiliarios hasta las atrocidades de la guerra y sus consecuencias en el pueblo.
Y a propósito de de los últimos años de Goya, Tomlison cuestiona también la interpretación convencional de esa última etapa vital y artística del pintor como un período de desilusión y los presenta como años de invención artística y de una libertad creativa que tiene su mejor reflejo en las pinturas negras de la Quinta del Sordo, de las que se ofrece alguna muestra en el magnífico cuadernillo central con treinta y cinco cuadros que ilustran el libro, además de las muchas imágenes que acompañan el cuerpo del texto.
A lo largo de todas las páginas de este monumental retrato goyesco, Janis Tomlison mantiene un admirable equilibrio entre la atención a la vida y la obra, a lo biográfico y lo artístico, a lo individual y lo colectivo, para ahondar en “las complejidades y las transiciones de la época que dio forma al arte de Goya y definió su vida: su historia personaliza la transformación política y cultural de España desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX. Sus mecenas y conocidos fueron víctimas con frecuencia de la siempre cambiante situación política, y sus historias, aquí narradas brevemente, contrastan con la de Goya, resaltándola.”
Santos Domínguez
23/5/22
Jordi Amat. Vencer el miedo
20/5/22
Vargas Llosa. La mirada quieta (de Pérez Galdós)
18/5/22
Santiago Muñoz Machado. Cervantes
16/5/22
Partes de guerra
13/5/22
Juan Ramón Jiménez. Pureza
“La pureza forma parte del ideario esencial de Juan Ramón Jiménez en toda su trayectoria poética y este libro lo representa. Al ideal de pureza consagró siempre su vida y su obra y al ideal de pureza sometió sus poemas hasta lograr que fueran como la rosa, «poesía pura»”, escribe Rocío Fernández Berrocal en el espléndido estudio introductorio con el que abre su edición de Pureza de Juan Ramón Jiménez en Cátedra Letras Hispánicas.
Inédito como libro hasta ahora, aunque publicado parcialmente con los doce poemas que aparecían en la Segunda y Tercera antologías y en Leyenda, Juan Ramón lo escribió entre 1911 y 1912, al final de su etapa de Moguer, en un momento decisivo de su vida, poco antes de entrar en la madurez sentimental que encauzó literariamente en el Diario de un poeta recién casado.
En la incansable evolución de su obra en marcha estos poemas juanramonianos reflejan la transición suave que se produce entre su época sensitiva y su época intelectual. Son un total de cuarenta y seis poemas celebratorios, diecinueve de los cuales son inéditos, en los que se refleja el camino de intensa y progresiva depuración desde la poesía modernista a la poesía pura.
Hay todavía en estos poemas una abundante presencia del adjetivo sensual y matizador, pero el verso se ha depurado y estilizado significativamente tanto en sus aspectos rítmicos como en el tratamiento de la rima.
Juan Ramón lo dejó organizado como libro en varios sobres que se conservan en la sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de Puerto Rico con la portada, las portadillas y la estructura tripartita -Amaneceres, Desvelos, Tardes- que marca su diseño.
“Pureza -afirma Rocío Fernández Berrocal- es un libro con el que Juan Ramón Jiménez contó siempre. La obra estaba incluida en el listado de poemarios que deseaba publicar y dejó los manuscritos en la sala Zenobia -Juan Ramón Jiménez de Puerto Rico antes de morir.”
Aun así, la tarea de edición de este y otros libros juanramonianos tiene siempre mucho de arriesgada incursión en un laberinto en el que a menudo se cruzan o se superponen diversos proyectos tangentes entre sí. Por eso conviene destacar el admirable trabajo de reconstrucción textual que está en la base de la edición de este libro, a cuya parte final, ‘Tardes’, pertenece este texto, que revela una mirada transcendente al paisaje en la que se anticipa la plenitud del Juan Ramón Jiménez de etapas sucesivas:
Son versos que corroboran esta afirmación de la editora en su introducción: “Todo nace en Pureza de una sensible y aguda observación atenta de lo que nos rodea y una conciencia exaltada del momento creador y vital que experimenta en un tiempo clave de su vida personal y literaria.”
Santos Domínguez
11/5/22
Jeffrey J. Kripal. El vuelco
“Los intelectuales dedicados a las humanidades han pagado un precio muy alto por su comportamiento menguante. Hoy en día somos más o menos ignorados por el público en general y por nuestros colegas de las ciencias sociales y naturales […] También me pregunto si no existirán buenos motivos para que quienes cultivamos las humanidades seamos ignorados. Después de todo, ¿por qué alguien habría de prestar atención a un conjunto de disciplinas cuyos argumentos centrales se reducen, con demasiada frecuencia, a la afirmación de que la única verdad es que no existe ninguna verdad, que todos los esfuerzos hacia la verdad no son más que ansias de poder y, por último, que toda conversación en profundidad a través de las fronteras culturales y temporales es esencialmente ilusoria, pues todos estamos atrapados por los juegos de nuestros lenguajes locales, condenados a ver en nuestras cabezas sombras que no van a ninguna parte ni significan absolutamente nada? Hemos perdido todo sentido de lo universal, todo sentido de lo humano en cuanto humano”, escribe Jeffrey J. Kripal en uno de los capítulos de El vuelco, que publica Atalanta con traducción de Pablo Hermida Lazcano.
Subtitulado Epifanías de la mente y el futuro del conocimiento, es, entre otras cosas, en palabras de su autor en el prólogo, ‘El cosmos humano’, “una queja pública y deliberadamente polémica por el peligroso menosprecio que sufren las humanidades en la cultura contemporánea, académica y de cualquier otra índole”, “un ensayo inapropiadamente esperanzado e incluso extremadamente optimista sobre un punto de inflexión, sobre el futuro -ya sea cercano o remoto- de una nueva cosmovisión o de una nueva realidad que se está forjando en torno a la epifanía de la mente” y la reivindicación de “una recalibración de las humanidades y de las ciencias que apunte hacia alguna forma futura de conocimiento.”
Ese vuelco del conocimiento que se evoca en el título se producirá, afirma Kripal, “cuando surja una filosofía de la mente que conciba la consciencia como previa y primordial, y por consiguiente irreductible a funciones cerebrales o a cualquier otra forma de mecanismo material, mientras la neurociencia contemporánea continúa con su aparatosamente fallido intento de explicar la consciencia mediante algún modelo materialista o mecanismo causal.
Esta irreductibilidad de la mente traerá consigo un nuevo ascenso de las humanidades, que a fin de cuentas siempre se han ocupado de relacionar e interpretar tanto las formas más banales como las más fantásticas en que la consciencia se refleja y se refracta a través de los códigos culturales de la civilización humana, esto es, a través de la historia, las prácticas sociales, el lenguaje, el arte, la religión, la literatura, las instituciones, el derecho, el pensamiento y, me atrevo a añadir, la ciencia.”
Cada uno de los cinco capítulos que componen el libro son otras tantas aproximaciones a la necesaria relación entre la materia y la mente, entre la conciencia y el cosmos. Cinco ensayos de aproximación y reflexiones que conducen al epílogo -‘Lo humano cósmico’-, en el que Jeffrey J. Kripal hace esta propuesta conclusiva sobre una nueva gnoseología, basada en un diálogo renovador entre las humanidades y la ciencia:
Creo que la forma futura de conocimiento será, como el cerebro humano, dual pero equitativa, es decir recíproca. Platón tendrá tanto que decir como Aristóteles.[…] En términos educativos, las humanidades no serán la prima pobre de las ciencias.
Nuestras preguntas más profundas acerca de nosotros mismos (como parte) y del cosmos (como el todo) jamás tendrán respuesta sin un compromiso entre ambas formas de conocimiento. Y estas preguntas últimas requerirán, probablemente, formas de conocimiento que ni siquiera hemos imaginado todavía.
Santos Domínguez
9/5/22
Flaubert. Dos cuentos góticos
6/5/22
Carlos Peinado Elliot. ¿Sangra el abismo?
4/5/22
Luis Mateo Díez. Celama (un recuento)
2/5/22
Miguel Dalmau. Pasolini. El último profeta