Lilian Elphick.
El crujido de la seda.
Antología de microrrelatos.
Edición de Gemma Pellicer.
Menoscuarto. Palencia, 2016.
De una serie compuesta por seis microrrelatos y titulada El crujido de la seda toma su nombre la antología de Lilian Elphick que aparece en la colección Reloj de arena de Menoscuarto, con edición y prólogo de Gemma Pellicer.
Aunque Lilian Elphick era conocida aquí por muestras breves en antologías generales de microrrelatos como Después de Troya, que apareció en esta misma editorial, esta selección es la carta de presentación en España de la narradora chilena, una autora de trayectoria consolidada en el terreno del cuento y la microficción.
La precisión cortante de su prosa afilada, el impulso imaginativo de los planteamientos y la habilidad en su desarrollo recorren los cincuenta textos de esta antología de microrrelatos en los que importa, más que la sorpresa, la ambigüedad de un mundo opaco y de unos comportamientos a veces incomprensibles. De ahí el carácter complejo de los personajes en medio de la realidad inasible que emerge en estos textos, que son también una mirada al otro lado del espejo.
Inspirados a menudo en mitologías o bestiarios, en personajes de textos bíblicos, de cuentos populares o en referencias a la literatura clásica, conviven en ellos el humor y el horror en una coexistencia que se percibe ya en estos dos textos iniciales:
VOLVER AL PUNTO DE PARTIDA
Un fantasma soñó que era una sábana amarillenta, seca y tiesa. Cuando despertó nadie escuchó sus gritos, salvo la tierra y los gusanos que por tanto tiempo lo habían acompañado.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco que no me hayas amado como lo hubiera querido. Somos dos fantasmas que no tienen de dónde agarrarse. Hubiéramos besado el aire, dado abrazos al espacio vacío. Y no hay nada peor que enamorarse de la transparencia.
Procedentes de cuatro de sus libros, estos microrrelatos se cuelan en los límites de la realidad y de la razón, para instalarse en el filo de la navaja, cerca de la locura y de la muerte y al borde del abismo.
Enfocados desde diversas perspectivas, la subjetiva del narrador–personaje en primera persona, la más distante en tercera persona o la del diálogo rápido que compone una escena, muchos de estos textos se levantan en un espacio de intermediación, en un ámbito indeciso entre la realidad y el vértigo del sueño. Como en este borgiano Sueño del pájaro:
Un pájaro soñó que era Chuang Tzu. Al despertar tenía brazos y no alas. Triste porque ya no podía volar, se dedicó a escribir. Una mariposa se posó en su ala y le dijo: «No has despertado aún».
Don Quijote y Sancho, Píramo y Tisbe, Penélope y Ulises, Caperucita y Noé, Cervantes y Blancanieves, Leda y Pandora son los protagonistas de estos microrrelatos en los que se superponen en el tiempo de la narración los tiempos del mito y de la vida, y la realidad y la literatura se funden y se confunden o se proponen versiones femeninas de Aquiles, Narciso o Adán.
Entre la intensidad poética y la hondura reflexiva, cabe en ellos también el humor corrosivo y la actitud reivindicativa. Y con el sabio, astuto uso de la elipsis y su capacidad de sugerencia se afronta la reescritura actual o feminista del mito, la revisión crítica de la tradición o del personaje literario clásico en unos microrrelatos que están a medio camino entre la mirada lúdica y la irónica, entre el desenfado y la hondura crítica.
Así en este Diluvio I:
-¿Nombre?
-Grr.
-¿Cédula de identidad?
-Fzzzt.
-Repita lentamente, por favor.
-F-z-z-z-t.
-¿Estado civil?
-...
-¿Le comieron la lengua los ratones?
-...
-¿Nacionalidad?
- Grrfzztroar.
-¡Déjeme ver, d, e, f, g... Lo siento. Su país no está en mi lista.
- ¡Grrrrrrrrrr! ¡Grrfzztroar!
-Abandone el arca o si no, llamo a las fuerzas especiales. ¿Me entendió? ¡Siguiente!
Santos Domínguez