11/4/08

El infinito viajar


Claudio Magris.
El infinito viajar.
Traducción de Pilar García Colmenarejo.
Anagrama. Barcelona, 2008.


Veinte años después de que se publicara la traducción española de El Danubio, Claudio Magris reúne en El infinito viajar casi cuarenta crónicas de viaje que publicó en el Corriere della Sera entre 1981 y 2004.

Organizadas en libro según un criterio espacial y no cronológico, las edita Anagrama con traducción de Pilar García Colmenarejo y precedidas de un prefacio de 2005 en el que Magris elabora un lúcido ensayo sobre la materia y la forma de la literatura viajera, una teoría del viaje como forma de aprender a no ser nadie.

Y de la misma manera que el viaje es una travesía de fronteras físicas, políticas o culturales, el texto que refleja esa experiencia itinerante disuelve otras fronteras: las que separan los géneros literarios, de manera que relato, ensayo y libro de viajes se funden en una nueva forma mestiza en la que se suceden la descripción del itinerario y la reflexión moral, la digresión, la parada o el desvío que busca el centro del viajero.

Un viajero que huye en un infinito viajar hacia adelante. Y es que Magris contrapone el viaje clásico y circular de los héroes homéricos o de Don Quijote, que tienen como meta el regreso, al viaje nietzscheano, rectilíneo y siempre hacia adelante, como el viaje infinito de los personajes de Musil, un camino sin retorno hacia el descubrimiento de que no hay, no puede ni debe haber un retorno. Un antiguo viajero árabe, Abul Qasim, lo dejó escrito hace muchos siglos: El viaje verdadero consiste en no volver.

Se trata de dos modalidades existenciales del que viaja: el que lo hace consigo mismo y su pasado y el que en su viaje hacia adelante se desprende de su historia y su identidad.

Literatura y viaje, pues, pero también geografía e historia, espacio y tiempo, porque -como explica Magris- el libro de viajes practica una arqueología del paisaje. Desde España hasta Irán, China o Vietnam, desde los apuntes del camino de Don Quijote (Argamasilla, El Toboso, Villanueva de los Infantes) a las habitaciones de San Petersburgo en las que Dostoievski escribió Crimen y castigo, la mirada de Magris retiene el Madrid de los Austrias y un Spoon River de personajes santanderinos pintorescos, ocupa los pupitres ingleses como discípulo de un curso intensivo, recuerda la literatura del archipiélago de las Scilly y evoca una primavera en Istria o unos autómatas musicales en Zagreb.

Literatura y viaje organizados por una mirada tan profunda como la que se puede esperar del autor de El Danubio, un viajero que camina hacia adelante y mira hacia dentro del paisaje y de sí mismo para conocerse:

A veces es como si el viajero resurgiera del agujero negro de su personalidad y se quedase casi sorprendido de la dirección en la que le llevan sus pasos, revelándole patrias del corazón antes desconocidas para él. Le voyage, dijo un loco parisino, pour connaître ma géographie.

Santos Domínguez