5/3/08

Kafka va al cine


Hanns Zischler.
Kafka va al cine.
Traducción de Jorge Seca.
Editorial Minúscula. Barcelona, 2008.


Ilustrado con abundante material gráfico procedente de programas de mano, anuncios y fotogramas, Minúscula publica en su colección Con vuelta de hoja Kafka va al cine.

Un libro insólito de Hanns Zischler, que a la condición de filólogo y crítico de cine une su profesión principal de actor conocido por sus interpretaciones en películas de Wim Wenders, Claude Chabrol o Steven Spielberg. Cuando apareció la edición original de este libro en Alemania, hace doce años, W. G. Sebald la saludó con estas palabras en un artículo, Kafka en el cine, que se ha recogido en su reciente Campo Santo:

A diferencia de los germanistas como es debido, cuyas obstinadas investigaciones se convierten regularmente en una parodia de erudición, y a diferencia también de los teóricos de la literatura que ponen a prueba su gran perspicacia en la dificultad de Kafka, Hanns Zischler se limita a hacer un comentario reservado, que nunca trata de ir más allá de su objeto de interés (...) en un volumen con los más sorprendentes hallazgos, escrito sin pretensiones y en todo sentido ejemplar.

Entre la frase que inaugura los diarios de Kafka (Los espectadores se quedan petrificados cuando pasa el tren) y una carta de 1924, en la que poco antes de su muerte alude a El chico, de Chaplin, Zischler ha hecho una ardua labor de investigación en las cartas y los diarios del autor de La metamorfosis en busca de explicaciones sobre la obra, la vida y la personalidad de Kafka, cuyo interés por aquel arte incipiente recuerda Max Brod en su Autobiografía:

Adoraba las primeras películas que aparecían por aquel entonces. Le gustaba especialmente una que en checo se titulaba Táta Dlouhán, que podría traducirse por ‘Padre zanquilargo’. Arrastró a sus hermanas a verla, luego a mí, siempre lleno de entusiasmo, y durante horas no había manera de hacerle hablar de otra cosa que no fuera esta magnífica película.

Hasta 1913 la correspondencia y los cuadernos de Kafka reflejan un interés creciente por el cine, que frecuentó en Praga y en Berlín y en sus viajes a París y a Milán, y que fue para él a la vez espuela y consuelo, evasión y motor de escritura, estímulo creativo y le proporcionó una nueva manera de enfocar la realidad, la perspectiva K.

A partir de ese año las alusiones al cine, tan apasionadas como esporádicas, en sus cartas y en sus diarios son más infrecuentes, pero aquella nueva forma de expresión y de mirar artísticamente el mundo probablemente le siguió conmoviendo y perturbando hasta el final de su vida.

Santos Domínguez