José Viñals.
Nicolasa verde o nada.
De la luna libros. Mérida, 2007.
Nicolasa verde o nada.
De la luna libros. Mérida, 2007.
José Viñals (Corralito, Argentina, 1930) es autor de una obra extensa y de amplio registro que incluye poesía, ensayo, teatro y narrativa. Una obra vertebrada en torno a la poesía, más como método que como género.
Así lo ha explicado su autor: Yo lo que he escrito en narrativa, por ejemplo, o en ensayo, todo es labor de poeta; no es labor de narrador. Como labor de narrador deja muchos vacíos, como labor de poeta no, porque trabaja en otros órdenes de la especulación artística que a veces requiere de la prosa, y yo la empleo pero lo que vertebra todo el sistema artístico de mi obra es la poesía.
Nicolasa verde o nada fue su primera novela. La publicó en Buenos Aires casi a la vez que Entrevista con el pájaro, su primera entrega poética, y ahora acaba de reeditarla la editorial De la luna libros.
Heterodoxo y transgresor, inclasificable heredero de la vanguardia, Viñals escribe en Nicolasa verde o nada una novela en la que la tensión creadora se vuelca en la palabra más que en la anécdota, en la conciencia más que en la acción exterior, en la precaria condición del ser humano más que en el humor cruel y desatado que la encubre.
A través del soliloquio alucinado de Miguel Matías Melchor, hijo único de novelista judío y madre católica, el texto es un viaje circular y alucinante por los territorios de la conciencia, por la incomunicación de quien habla y habla febril y compulsivamente en esa exploración del vacío en un mundo distorsionado que se metaforiza en la deformidad física o moral de personajes como el rengo Benegas Carademolde, el sacristán tuerto y cojo.
Expresionismo y distorsión que se expresan mediante un lenguaje agitado, sometido a tensiones creativas que le añaden matices y significaciones nuevas, alejadas de usos rutinarios y frases hechas.
Soliloquio de un personaje que se levanta sobre su propia voz, que le construye mientras habla y habla en un sostenido tono delirante. Una compulsividad verbal con la que el personaje combate la soledad y crea una simulación comunicativa en la que conviven el registro oral y la experimentación, en una tensión constante y exigente.
Tras su apariencia divertida y esperpéntica, tras su humor negro, Nicolasa verde o nada oculta una enorme amargura sobre la condición humana con el fondo de una Argentina rural, que no sabe uno si es decir dos veces Argentina o dos veces rural.
Así lo ha explicado su autor: Yo lo que he escrito en narrativa, por ejemplo, o en ensayo, todo es labor de poeta; no es labor de narrador. Como labor de narrador deja muchos vacíos, como labor de poeta no, porque trabaja en otros órdenes de la especulación artística que a veces requiere de la prosa, y yo la empleo pero lo que vertebra todo el sistema artístico de mi obra es la poesía.
Nicolasa verde o nada fue su primera novela. La publicó en Buenos Aires casi a la vez que Entrevista con el pájaro, su primera entrega poética, y ahora acaba de reeditarla la editorial De la luna libros.
Heterodoxo y transgresor, inclasificable heredero de la vanguardia, Viñals escribe en Nicolasa verde o nada una novela en la que la tensión creadora se vuelca en la palabra más que en la anécdota, en la conciencia más que en la acción exterior, en la precaria condición del ser humano más que en el humor cruel y desatado que la encubre.
A través del soliloquio alucinado de Miguel Matías Melchor, hijo único de novelista judío y madre católica, el texto es un viaje circular y alucinante por los territorios de la conciencia, por la incomunicación de quien habla y habla febril y compulsivamente en esa exploración del vacío en un mundo distorsionado que se metaforiza en la deformidad física o moral de personajes como el rengo Benegas Carademolde, el sacristán tuerto y cojo.
Expresionismo y distorsión que se expresan mediante un lenguaje agitado, sometido a tensiones creativas que le añaden matices y significaciones nuevas, alejadas de usos rutinarios y frases hechas.
Soliloquio de un personaje que se levanta sobre su propia voz, que le construye mientras habla y habla en un sostenido tono delirante. Una compulsividad verbal con la que el personaje combate la soledad y crea una simulación comunicativa en la que conviven el registro oral y la experimentación, en una tensión constante y exigente.
Tras su apariencia divertida y esperpéntica, tras su humor negro, Nicolasa verde o nada oculta una enorme amargura sobre la condición humana con el fondo de una Argentina rural, que no sabe uno si es decir dos veces Argentina o dos veces rural.
Santos Domínguez