Jorge Luis Borges.
Sobre la escritura.
Conversaciones en el taller literario.
Edición de Félix della Paolera y Esther Cross
Fuentetaja. Madrid, 2007.
Sobre la escritura.
Conversaciones en el taller literario.
Edición de Félix della Paolera y Esther Cross
Fuentetaja. Madrid, 2007.
Adolfo Bioy Casares.
Sobre la escritura.
Conversaciones en el taller literario.
Edición de Félix della Paolera y Esther Cross
Fuentetaja. Madrid, 2007.
El argentino Félix Della Paolera dirige desde 1976 un prestigioso taller literario, al que acudieron en varias ocasiones Borges y Bioy Casares para charlar con los escritores incipientes y darles una serie de consejos sobre la creación literaria, sobre la lectura. Y sobre todo para transmitirles por contagio y, con su ejemplo y su palabra, la pasión por literatura.
Con el material grabado, con los diálogos vivos y cercanos que se suscitaron en aquellas visitas se han elaborado estos dos espléndidos libros que publica Fuentetaja.
De la necesidad de escribir y la necesidad de leer habla Borges, porque este es un libro cercano y oral, antes de relacionar literatura y desdicha:
La desdicha es algo a lo que uno tiene que sobreponerse; tiene que transformarla en otra cosa, no sé, en música, en poesía, en lo que fuera. En fin, en arte.
Un Borges que habla en su doble condición de poeta y narrador y se refiere a las limitaciones productivas de la poesía y al haiku o a sus poetas preferidos o propone una antología de los peores versos de la literatura, lo que quizá tenga más valor didáctico que la de las mil mejores poesías del idioma.
La gestación del relato, el ritmo de la prosa, la importancia de la primera frase y del final son algunos de los aspectos importantes que aborda Borges a propósito de las narraciones, antes de ejercer la autocrítica y hablar de la vocación y las lecturas, del lugar del escritor y hacer un elogio definitivo del asombro.
Al placer de escribir se refiere un refinado Bioy que se centra en los estímulos de la imaginación, a la vanidad y al Dr. Johnson, a la originalidad y al rigor argumental, a la sencillez del estilo, a la construcción del personaje y a la elección del tiempo. Y sobre todo a sus lecturas y a sus amistades literarias antes de insistir en la importancia de la escritura:
Yo le aconsejaría a la gente que escriba, porque es como agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida, que es como seguir viviéndola. Es duplicarla del mejor modo.
Estas conversaciones constituyen un verdadero lujo y un privilegio, porque no todos los días se cuenta en los talleres literarios con maestros como Borges y Bioy, aquí cercanos y asequibles. Dos libros que no son solamente un compendio de consejos técnicos sobre narrativa y poesía, sino una invitación constante a la lectura como actividad placentera, un consuelo para los fracasos y una incitación a explorar nuevos territorios para la imaginación y la vida.
Dos volúmenes que no proponen un canon, sino algo más importante y más ambicioso: un impagable conjunto de intuiciones que abren nuevos horizontes al lector y al aprendiz de escritor.
De la necesidad de escribir y la necesidad de leer habla Borges, porque este es un libro cercano y oral, antes de relacionar literatura y desdicha:
La desdicha es algo a lo que uno tiene que sobreponerse; tiene que transformarla en otra cosa, no sé, en música, en poesía, en lo que fuera. En fin, en arte.
Un Borges que habla en su doble condición de poeta y narrador y se refiere a las limitaciones productivas de la poesía y al haiku o a sus poetas preferidos o propone una antología de los peores versos de la literatura, lo que quizá tenga más valor didáctico que la de las mil mejores poesías del idioma.
La gestación del relato, el ritmo de la prosa, la importancia de la primera frase y del final son algunos de los aspectos importantes que aborda Borges a propósito de las narraciones, antes de ejercer la autocrítica y hablar de la vocación y las lecturas, del lugar del escritor y hacer un elogio definitivo del asombro.
Al placer de escribir se refiere un refinado Bioy que se centra en los estímulos de la imaginación, a la vanidad y al Dr. Johnson, a la originalidad y al rigor argumental, a la sencillez del estilo, a la construcción del personaje y a la elección del tiempo. Y sobre todo a sus lecturas y a sus amistades literarias antes de insistir en la importancia de la escritura:
Yo le aconsejaría a la gente que escriba, porque es como agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida, que es como seguir viviéndola. Es duplicarla del mejor modo.
Estas conversaciones constituyen un verdadero lujo y un privilegio, porque no todos los días se cuenta en los talleres literarios con maestros como Borges y Bioy, aquí cercanos y asequibles. Dos libros que no son solamente un compendio de consejos técnicos sobre narrativa y poesía, sino una invitación constante a la lectura como actividad placentera, un consuelo para los fracasos y una incitación a explorar nuevos territorios para la imaginación y la vida.
Dos volúmenes que no proponen un canon, sino algo más importante y más ambicioso: un impagable conjunto de intuiciones que abren nuevos horizontes al lector y al aprendiz de escritor.
Santos Domínguez