Morten Søndergaard.
Un paso en la dirección correcta.
Traducción de Daniel Sancosmed.
Libros del Aire. Jardín Cerrado. Madrid, 2013.
Un largo e intenso poema en torno a Orfeo, El que camina delante y Eurídice, La que tiene que volver, es el núcleo de Un paso en la dirección correcta, un libro deslumbrante del danés Morten Søndergaard (Copenhague, 1964) que acaba de editar Libros del Aire en su colección Jardín Cerrado con traducción de Daniel Sancosmed.
Lo publicó en 2005 y es una de esas sorpresas editoriales que revelan a un poeta desconocido hasta ahora en España, autor de unos textos de enorme potencia verbal, de una obra en la que, como explica él mismo, los poemas se rompen, se arrepienten, saltan se lanzan hacia delante, juegan a que no es cierto que sea posible volver, volver al principio, a las cosas, al amor.
Poemas en los que el despliegue de imágenes de ambiciosa creatividad convive con el tono conversacional de la misma manera que coexisten armónicamente poesía y narratividad, y los mitos viven en el barrio rojo de Copenhague, viajan por Italia o envían e-mails desde un portátil robado.
Los cuatro poemas largos que contiene el libro –Vademecum, Diario de noche, Retrato con Orfeo y Eurídice y Diario de día- responden a un mismo diseño y componen un libro que –explica el autor en la nota inicial- trata (si se puede decir que un libro de poemas trata sobre algo) sobre andar. Para mí, los pasos y la poesía están unidos, y hay muchas razones para ello. Cada poema es un paseo por el idioma, y los poemas están, igual que los pasos, unidos al ritmo, que se cuenta en pies rítmicos.
Y a ese modelo vital y rítmico responden los sujetos líricos que se expresan en estos poemas, entre los cuales Orfeo ocupa un lugar esencial, porque es el padre de la música y de la poesía, las dos actividades artísticas que han hecho de Morten Søndergaard, músico y poeta también, uno de los referentes máas prestigiosos de la cultura nórdica actual:
Cuando trabajaba en los poemas y el tema de andar, me encontré con el mito de Orfeo, y vi que era un personaje perfecto para mi libro, pues reunía en sí tanto al poeta como al movimiento (andar) y el darse la vuelta. Orfeo es también el chamán que puede dominar la naturaleza con su canto; representa el verso de los poemas desde una letanía hechizante, conjuro y evocación.
De la fuerza de su poesía -La poesía no es para cualquiera, sino para todo el mundo- y de la magnífica traducción que ha hecho Daniel Sancosmed en esta edición se puede hacer idea el lector con versos como estos, del Diario de día:
Los árboles tienen razón: ¡Quédate de pie! Pero yo deambulo desarraigado por
las casas muertas. ¿No voy a crecer nunca? Me tumbo en la alfombra
con cañamón en los bolsillos, desfigurado por los mordiscos de ese animal al que llaman
idioma. Toda esa raíz. Pero. Un libro puede ser un buen zapato.
No pasa nada porque todo lleve su tiempo, porque sea difícil o porque no
se pueda vender.
La vida está aquí y ahora, y estamos tú y yo, y no hay
nada que podamos hacer.
Santos Domínguez