14/11/13

Proust. El almuerzo en la hierba


Marcel Proust.
El almuerzo en la hierba. 
Edición de Jaime Fernández.
Traducción de 
María Teresa Gallego y Amaya García.
Hermida Editores. Madrid, 2013.

Tal día como hoy, el 14 de noviembre de 1913, hace exactamente un siglo, Marcel Proust publicaba, a sus expensas tras una serie de lamentables rechazos editoriales, Du côté de Swann, el primero de los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido.

Para celebrar el centenario de ese ciclo novelístico fundamental en el siglo XX, Hermida Editores publica El almuerzo en la hierba, una selección de pensamientos extraídos de los siete títulos de la serie. La ha preparado Jaime Fernández, que para presentar su edición ha escrito un prólogo extenso, intenso y profundo en el que analiza el pensamiento de Proust y su reflejo en estas novelas.

Traducidos por María Teresa Gallego y Amaya García, que han realizado un trabajo admirable, esos textos los puso Proust en la voz de un narrador que, explica el prologuista, “sólo en las últimas páginas de la obra, sentenciado por la enfermedad, se aleja de la vida mundana para escribir la obra aplazada durante los años de experiencia vital que, justamente ahora, en su retiro, se propone volcar en el papel (...) a fin de poder revivirla cuando se difumine en el curso del tiempo.”

Desde ese punto de vista, Jaime Fernández define brillantemente el ciclo A la recherche como “un arca de Noé contra la muerte”, y su planteamiento como el de un arte redentor en el que su autor convoca con un ejercicio de sensibilidad e inteligencia la fuerza de la memoria involuntaria para hablar de los “faros giratorios de los celos”, del pensamiento y el sentimiento sobre el sueño y las relaciones sociales, sobre la apariencia y la realidad, la imaginación y el tiempo, el amor y la soledad, la homosexualidad y la creación artística, la enfermedad y la muerte.

Esas son las líneas de fuerza que atraviesan la serie y la sostienen como columnas vertebrales del mundo complejo y prodigioso que creó Proust como uno de los monumentos literarios más memorables de la historia de la literatura.

Obra esencial en la literatura contemporánea, Proust dejó en ella el relato de su vocación literaria y reinventó su vida en una autobiografía ficticia a través de la evocación de lugares y sensaciones, de la crónica social de doscientos personajes en los ambientes refinados de comienzos del siglo XX.

La densidad de una novela que indaga en la densidad del recuerdo a través de la memoria involuntaria y de un tiempo interior y subjetivo cuya lentitud desorientó a André Gide, que emitió un informe negativo para Gallimard en el que mostraba su rechazo a que Proust empleara treinta páginas minuciosas para evocar las vueltas que da en la cama el narrador desvelado.

En sus miles de páginas, el eje es el tiempo perdido, pero sobre todo la experiencia de búsqueda, el tiempo recobrado en un entramado circular, la salvación a través del arte, porque el pasado forma parte del presente y, para recuperarlo a través del arte, Proust recurre a un pintor, a un novelista y a un músico.

Porque la verdadera vida, la única vida vivida con intensidad es la literatura, concluye en El tiempo recobrado, en el que vuelve un pasado que se desdobla en un presente que superpone la realidad y la ficción en la memoria del narrador protagonista envejecido, confundido él también con su autor. Así se cierra un círculo temporal que regresa al punto de partida de la serie, al momento narrativo en que confluyen el tiempo del narrador y el tiempo narrado.

El descubrimiento del mundo, el despertar sexual, los celos y la muerte, la aristocracia de los Guermantes, la homosexualidad, el refinamiento y la melancolía en París y en Combray, las ilusiones perdidas y la decadencia irreversible de un mundo que muere, reflejada a través del snob Swann y el barón de Charlus, de Odette y Albertine. Un pasado en el que la memoria superpone ficción y realidad, igual que se superponen lo consciente y lo subconsciente, la voz del narrador y la del autor y los tiempos distintos en los que viven.

Amor, tiempo y deseo al fondo, al otro lado de la habitación forrada de corcho en la que escribía Proust, con una insuperable capacidad estilística para crear atmósferas y monólogos interiores de una lentísima elegancia en los que se refleja una languidez espiritual que inunda su estilo,

Entrar en este mundo de experiencias, reflexiones e imaginación creadora es más fácil con este libro de ruta que orientará al nuevo lector en el universo mental proustiano y refrescará la memoria e incitará a la relectura de los lectores que ya hayan entrado en este ciclo novelístico. 

Un ciclo irrepetible en su manera de relacionar el arte y la vida, el presente y el pasado a través de la memoria de un narrador que, como señala Jaime Fernández en su prólogo, “se retira del mundo para traducirlo, no retratarlo, en un libro.”

Santos Domínguez