Eça de Queirós.
Los Maia.
Traducción, prólogo
y notas de Jorge Gimeno.
Narrativa Clásicos Pre-Textos. Valencia, 2013.
Los Maia es la novela mayor de la literatura portuguesa. Eça de Queirós la publicó en 1888, tras casi diez años de trabajo y cuando ya había acreditado su talento como narrador y su calidad como prosista con El crimen del padre Amaro, El primo Basilio o El mandarín.
Del realismo naturalista al decadentismo de fin de siglo. Así define la trayectoria novelística de Eça de Queirós Jorge Gimeno en el prólogo a su traducción de Los Maia que acaba de reeditar Pre-Textos en uno de los cuidadísimos volúmenes de su colección de clásicos de la narrativa.
Pero más allá de los rótulos, Eça de Queirós es un novelista cuya potencia literaria nunca se sometió a los límites estrechos del naturalismo determinista, que ridiculizó en alguna ocasión, aunque compartió algunos de sus postulados, como el minucioso detallismo descriptivo de los distintos ambientes, el análisis profundo de la psicología compleja de los personajes, la crítica social, la denuncia de la hipocresía de las clases altas o el anticlericalismo.
Los Maia narra la historia de una decadente familia aristocrática que en 1875, cuando comienza la acción, se reduce a solo dos miembros, el abuelo Afonso da Maia, de avanzada vejez, y su nieto Carlos, estudiante de Medicina en Coimbra; pero, como las novelas de la época, es también el retrato de una Lisboa de mármol y basura en la que se rehabilita la casa familiar, Ramalhete, en el barrio de Janelas Verdes.
Pero Los Maia es mucho más que eso, porque además de crear un inolvidable mundo narrativo, es una novela que se sostiene sobre una excepcional calidad de la prosa. Porque, como destaca Gimeno en su prólogo, “dentro de los esquemas de la narrativa del siglo XIX /.../ no hay mejor calidad de página” que la de esta “novela perfecta de fraseo portentoso.”
Y eso es siempre un reto exigente para el traductor, que ante una prosa de este nivel corre el peligro de no estar a su altura. No es el caso, felizmente, porque la traducción de Jorge Gimeno, que se publicó por primera vez en mayo de 2000, es admirable y ha sabido captar el tono de la novela, su forma interior, y transmitirlo en español.
Santos Domínguez