1/5/19

El laberinto de la soledad



Octavio Paz.
El laberinto de la soledad.
Postdata.
Vuelta a “El laberinto de la soledad”.
Fondo de Cultura Económica. México, 2018.

“La crítica es, para mí, una forma libre del compromiso. El escritor debe ser un francotirador, debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es más una condenación que una bendición. Ser marginales puede dar validez a nuestra escritura. Y debo decir algo más sobre la crítica: para mí la crítica es creadora”, explicaba Octavio Paz en la conversación con Claude Fell que con el título Vuelta a 'El laberinto de la soledad' se publicó en la revista Plural en noviembre de 1975.

Ese diálogo completa la edición de este libro emblemático del Octavio Paz ensayista, junto con Posdata, que apareció en 1969 como consecuencia de la reflexión que en Paz suscitaron los sucesos del año anterior. Así lo justificaba en la Nota introductoria a la primera edición del libro:

Su tema es una reflexión sobre lo que ha ocurrido en México desde que escribí El laberinto de la soledad y de ahí que haya llamado a este ensayo Posdata. Es una prolongación de ese libro pero, apenas si es necesario advertirlo, una prolongación crítica y autocrítica; Posdata no solamente por continuarlo y ponerlo al día sino por ser una nueva tentativa por descifrar la realidad.

En esa misma nota, fechada en Austin en diciembre de 1969, Paz explicaba también el sentido último de El laberinto de la soledad:

Tal vez valga la pena aclarar (una vez más) que El laberinto de la soledad fue un ejercicio de la imaginación critica: una visión y, simultáneamente, una revisión. Algo muy distinto a un ensayo sobre la filosofía de lo mexicano o a una búsqueda de nuestro pretendido ser. El mexicano no es una esencia sino una historia. Ni ontología ni psicología. A mí me intrigaba (me intriga) no tanto el “carácter nacional” como lo que oculta ese carácter: aquello que está detrás de la máscara. Desde esta perspectiva el carácter de los mexicanos no cumple una función distinta a la de los otros pueblos y sociedades: por una parte es un escudo, un muro. Y, por la otra, un haz de signos, un jeroglífico.

Y a descifrar ese jeroglífico de lo mexicano, a explicar “qué somos y cómo realizamos eso que somos” se orientan capítulos imprescindibles de El laberinto de la soledad: Máscaras mexicanas; Todos Santos, Día de Muertos o La ‘inteligencia’ mexicana son ya textos clásicos del ensayo en español y son parte sustancial de un libro que con esta alcanza la decimocuarta reimpresión de su cuarta edición en la Colección Popular del Fondo de Cultura Económica, con una tirada de 25.000 ejemplares.

Antes de integrarse orgánicamente en el libro, los ocho ensayos de El laberinto de la soledad se fueron publicando en la revista Cuadernos Americanos hasta formar un conjunto de reflexiones sobre el pasado y el presente o la psicología del pueblo  mexicano: de la Nueva España a México, de la conquista a la independencia y a la revolución. 

Está en El laberinto de la soledad, el libro más difundido de Octavio Paz, la semilla de libros futuros que de alguna manera se prefiguran o se esbozan en esta colección de ensayos que remataba en apéndice una meditación final sobre la dialéctica de la soledad que termina con este párrafo: 

El hombre moderno tiene la pretensión de pensar despierto. Pero este despierto pensamiento nos ha llevado por los corredores de una sinuosa pesadilla, en donde los espejos de la razón multiplican las cámaras de tortura. Al salir, acaso, descubriremos que habíamos soñado con los ojos abiertos y que los sueños de la razón son atroces. Quizá, entonces, empezaremos a soñar otra vez con los ojos cerrados.

Santos Domínguez