Georges Perec.
Lo infraordinario.
Traducción de Mercedes Cebrián.
Introducción de Guadalupe Nettel.
Impedimenta. Madrid, 2008.
Lo infraordinario.
Traducción de Mercedes Cebrián.
Introducción de Guadalupe Nettel.
Impedimenta. Madrid, 2008.
Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?
Frente a lo extraordinario, no lo ordinario, sino lo infraordinario, frente a la grandilocuencia de los titulares periodísticos, la fuerza del suceso trivial. Esa es la propuesta de Georges Perec en los textos de Lo infraordinario, el libro que publica Impedimenta ahora en español, con traducción de Mercedes Cebrián y prólogo de Guadalupe Nettel. Los ocho textos que lo integran fueron apareciendo de manera dispersa en revistas entre 1973 y 1981, un año antes de la muerte de Perec, y se recogieron en libro en 1996.
Descifrar el espacio con una descripción minuciosa de la rue Villin, la calle de su infancia; reflejar la minucia cotidiana (Doscientas cuarenta y tres postales de colores auténticos); explorar la intrahistoria callada, inventariar la rutina humilde (Tentativa de inventario de los alimentos líquidos y sólidos que engullí en el transcurso del año mil novecientos setenta y cuatro) es el propósito de un Perec que utiliza las listas y los recuentos tan característicos de su literatura para hablar de esas pequeñas cosas que constituyen lo infraordinario, o mejor, para que esas cosas se expresen, para darles un sentido, un idioma: que hablen por fin de lo que existe, de lo que somos.
Como en la propuesta intrahistórica de Unamuno que ejecutó Azorín, como en la historiografía francesa de lo cotidiano, pasado y presente, personas y objetos habitan un espacio sobre el que se construye la identidad. En ese ámbito busca su contexto y sus referencias la memoria y surgen los distintos signos que relacionan espacio y personaje en su existencia diaria.Descifrar el espacio con una descripción minuciosa de la rue Villin, la calle de su infancia; reflejar la minucia cotidiana (Doscientas cuarenta y tres postales de colores auténticos); explorar la intrahistoria callada, inventariar la rutina humilde (Tentativa de inventario de los alimentos líquidos y sólidos que engullí en el transcurso del año mil novecientos setenta y cuatro) es el propósito de un Perec que utiliza las listas y los recuentos tan característicos de su literatura para hablar de esas pequeñas cosas que constituyen lo infraordinario, o mejor, para que esas cosas se expresen, para darles un sentido, un idioma: que hablen por fin de lo que existe, de lo que somos.
Las descripciones, el nivel humilde del estilo, los juegos verbales, son los cauces para las revelaciones y los hallazgos de esos hechos infraordinarios, que en Perec no son nunca primores de lo vulgar, sino la expresión de una realidad artística captada por una mirada irrepetible, atenta al matiz, a la invención y al adjetivo.
Transmitir esa mirada matizada tan característica de Perec, que reconstruye el mundo a partir de su propia biografía y elabora la ficción y la ancla en el lenguaje, era uno de los retos que afrontaba la traductora y es el mérito más destacable de su versión.
Santos Domínguez