30/6/08

Equipaje de vacaciones. Viajes


Paul Theroux.
En el gallo de hierro.
Traducción de Margarita Cavándoli.
Punto de lectura. Madrid, 2008.


La inmensidad de China te maravilla. Más que un simple país, parece todo un mundo. Paul Theroux (Massachussets, 1941) siente una predilección especial por los viajes en tren. A ellos dedicó El gran bazar del ferrocarril o El viejo expreso de la Patagonia. De la intensa experiencia viajera en los ferrocarriles chinos surge este espléndido En el gallo de hierro, un recorrido por la China posmaoísta que acaba de publicar en bolsillo Punto de lectura. Theroux es uno de los mejores escritores contemporáneos de narrativa de viajes. Y este, que cumple ahora veinte años, es para muchos su mejor libro.




Marq de Villiers y Sheila Hirtle.
Tombuctú.
Viaje a la ciudad del oro.

Traducción de Beatriz Iglesias.
Península. Barcelona, 2008.


Un viaje mítico a uno de los topónimos del sueño y la aventura. Tombuctú, la capital de los nómadas del desierto del Sahara, fue cruce de caminos, espacio de negocios, capital de la sabiduría y las discusiones teológicas, eje de las rutas comerciales del oro de Ghana, de la sal del sur del Sahara y del tráfico de esclavos. Marq de Villiers y Sheila Hirtle hacen en este libro un recorrido geográfico e histórico por el esplendor y la decadencia de una de las más bellas ciudades del mundo, una metáfora más que un lugar.


Marco Polo.
Libro de las maravillas del mundo.
Edición de Manuel Carrera Díaz.
Cátedra. Letras universales. Madrid, 2008.

La Biblia de la literatura de viajes. El libro de las maravillas del mundo, que Marco Polo dictó a finales del siglo XIII a Rustichello da Pisa, mantiene hoy una fuerza que lo pone más cerca de un relato de literatura fantástica que de la descripción geográfica del mundo. Aquel veneciano intrépido no los sabía, pero inauguraba un género, el relato de viajes, que estaba más cerca de la literatura fantástica que del tratado de geografía o de antropología. Sin este modelo, Italo Calvino no hubiera podido construir esa minuciosa cartografía del sueño que tituló Las ciudades invisibles.


Santos Domínguez