19/6/08

Luis Cernuda. Años españoles


Antonio Rivero Taravillo
Luis Cernuda.
Años españoles (1902-1938)

Tusquets. Barcelona, 2008.



Sólo podemos conocer la poesía a partir del hombre, escribía Luis Cernuda en un artículo sobre Eluard.

Esas palabras bastarían para justificar la aparición de este Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), la primera parte de una biografía del poeta sevillano con la que su autor obtuvo el XX Premio Comillas que publica Tusquets.

Una biografía exhaustiva que es la crónica de una insatisfacción, el motor fundamental de la obra de Luis Cernuda, agrupada significativamente bajo el título La realidad y el deseo, que como explicó Octavio Paz puede leerse como

una biografía espiritual, sucesión de momentos vividos y reflexión sobre esas experiencias vitales. De ahí su carácter moral.


Y es que en pocos poetas como en Cernuda se conjuntan biografía y literatura para proporcionarse mutuamente las claves de la vida y la poesía de un autor que cuando tituló su obra completa La realidad y el deseo hacía una declaración de intenciones y firmaba -pese a todo- una fe de vida.

De los treinta y seis primeros años del poeta, entre 1902 y 1938, hasta la salida al exilio, se ocupa esta primera parte de una biografía que tendrá su segunda entrega en los años de madurez y destierro de Luis Cernuda.

Estos primeros años son los de Perfil del aire, los de la Sevilla odiada en la realidad e idealizada en la evocación de Ocnos, Las nubes y Desolación de la quimera; los del lectorado en Toulouse (aquel Tulú del que hablaba Fernando Villalón); los conflictivos años madrileños; los del compromiso con la República y las Misiones pedagógicas; los meses de la guerra en Valencia..., hasta aquel 14 de febrero de 1938 que trazaba, con su salida definitiva de España, una frontera en la vida y la obra del poeta.

Un recorrido por la vida de Cernuda que es también un viaje por unos años decisivos del siglo XX y por la evolución de su obra, que refleja la sucesión de tendencias, desde la poesía pura al superrealismo, desde el simbolismo al neorromanticismo. En uno de sus textos esenciales, Historial de un libro, una autobiografía en la que funde vida y poesía de manera ejemplar, escribe Cernuda sobre esa conexión entre ambas: al lector corresponde establecerla, si cree que vale la pena y quiere tomarse la molestia.

Como su personalidad, complicada mezcla de pasión y desdén, de nieve y de fuego, con frecuentes altibajos anímicos, la obra de Cernuda está llena de matices y zonas oscuras, de luces y sombras, de distancia y entrega.

La mala acogida de Perfil del aire en aquellos años perdidos, ni suyos ni de nadie, en una Sevilla en la que fue alumno de Salinas; el aislamiento y las relaciones problemáticas con otros poetas del 27; la génesis francesa de Un río, un amor; la relación con Serafín Fernández Ferro que está en la raíz de Los placeres prohibidos y de Donde habite el olvido; la primera edición (1936) de La realidad y el deseo, una obra en marcha que culminará en el exilio: la historia de Cernuda es la historia de sus libros y viceversa. Por eso el mayor mérito de esta biografía es que constituye una invitación constante a la lectura o la relectura de la obra en verso o en prosa de su autor, una de las más altas del siglo XX.

Esta biografía
-explica Rivero Taravillo- no puede ni quiere ser sustituto de la poesía o la prosa de Cernuda (...) Haría bien el lector en tener a mano esos volúmenes para acompañar a éste.

Cuando abandonó España, llevaba en su equipaje algunos de los poemas de Las nubes, uno de sus mejores libros. Lo terminaría en el exilio, bajo la impresión de la guerra y de un desarraigo ya definitivo. Pero esa es una historia y una literatura que abordará la segunda parte de esta biografía de Cernuda.

Santos Domínguez