5/3/07

Encyclopédie

Philipp Blom.
Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales.
Anagrama, 2007

"El objetivo de una Encyclopédie es reunir todo el saber disperso en la superficie de la tierra, para describir el sistema general a las personas con quienes vivimos, y transmitirlo a aquellas que vendrán después de nosotros para los siglos futuros, y que nuestros descendientes, haciéndose más ilustrados, puedan ser más virtuosos y más felices, de manera que no muramos sin haber merecido ser parte de la raza humana."

Así definen la voz enciclopedia, los autores de la Enciclopedia con mayúsculas, o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, publicada en Francia desde los años centrales del siglo XVIII y convertida en un gran éxito editorial, rodeada de polémica, y destinada a tener una enorme influencia ideológica.

Sus orígenes fueron sin embargo muy modestos, pues comenzó como una simple traducción de una enciclopedia inglesa, pero luego ante el empuje de D'Alembert y Diderot, el proyecto fue haciéndose cada vez más ambicioso. Philipp Blom, novelista e historiador, nos relata en esta obra de fácil lectura, pero que no renuncia a la erudición, la historia de este gran proyecto editorial.

Blom nos presenta como introducción una visión del París del Antiguo Régimen, preindustrial, populoso y sucio, gobernado por autoridades corruptas y poblado por unas decenas de intelectuales y científicos entre los que abundaban libertinos, herejes, agnósticos, racionalistas y ateos; no siempre atentos a no rebasar los límites que imponían el absolutismo monárquico y la Iglesia Católica.

Precisamente es la lucha contra la censura eclesiástica uno de los temas centrales de esta historia de la Enciclopedia, para lo cual los ilustrados desarrollaron un arsenal de estrategias que iban desde simplemente ignorar un asunto (cualquier oficio merece decenas de páginas y cuidadas ilustraciones, mientras que la heráldica, cosa de nobles, merece un tratamiento minimalista, casi despreciativo), hasta la realización de un tratamiento tan ortodoxo de algunos conceptos que podían plantear problemas con la censura, como al analizar la voz Arca de Noé, en la que el autor se embarca en disquisiciones tan precisas y prolijas sobre las dimensiones de la nave, el número de animales y las descomunales necesidades de agua fresca, forraje y grano (a veces parece una sátira), que al final cualquier lector inteligente acaba por extraer las conclusiones más lógicas y críticas sobre el relato bíblico, sin que ni el inquisidor más susceptible pudiese objetar el mínimo desvío herético.

El libro de Blom recoge también los retratos nada almibarados de muchos ilustrados franceses, pues es casi una biografía de Diderot, sin el cual el proyecto no hubiese tenido ni las dimensiones ni el enfoque racionalista que tuvo, pero también aparecen fugazmente un Rousseau atormentado y paranoico, o un Voltaire hábil y calculador, apoyando la Enciclopedia, pero sin exponerse demasiado.

Pero a quien Blom retrata con verdadera deferencia es al caballero de Jaucourt, de familia noble, que empeñó parte de su fortuna y años de su vida en redactar miles de artículos, pagando a sus ayudantes de su propio bolsillo hasta que se vio forzado por las deudas a vender una de sus casas, que fue comprada, y no por casualidad, por uno de los no muy honestos editores de la Enciclopedia. Terminado el último tomo, los editores no tuvieron el detalle de enviarle un ejemplar de la colección a Jaucourt, autor de al menos quince mil artículos.

Desde estos años de plomo y desolación, entre talibanes y cristianos renacidos, valga esta reseña también como humilde homenaje a Jaucourt y Diderot y a cuantos colaboraron en hacer de la Encyclopédie una luz en la oscuridad.

Jesús Tapia