Kenneth Rexroth. Ling Chung.
El barco de orquídeas. Poetisas de China.
Traducción de Carlos Manzano.
Gadir. Madrid, 2007.
El barco de orquídeas. Poetisas de China.
Traducción de Carlos Manzano.
Gadir. Madrid, 2007.
Paisajes con nieve a orillas de un río o noches de luna llena en las ramas de una enredadera, brumas orientales tan evanescentes como estos versos, nieblas que deshace una brisa tan leve como estos poemas con estanques y bambú, flores de loto y llovizna tenue y delicada como muchas de estas canciones femeninas, de erotismo contenido, de sugerencias metafóricas:
Tú sostuviste mi flor de loto en
Tus labios y jugaste con
El pistilo. Utilizamos un trozo de
Mágico cuerno de rinoceronte
Y no pudimos dormir ni un instante.
Durante toda la noche, la
Preciosa cresta del gallo se mantuvo
Erguida. Durante toda la
Noche, la abeja se aferró, trémula,
A los estambres de las flores.
¡Oh, mi dulce joya perfumada! Sólo a mi
Señor permitiré poseer mi
Sagrado estanque de loto y todas
Las noches te dejaré que
Hagas brotar en mí flores de fuego.
El texto lo firma Huang O, una escritora del siglo XVI. Es una de las algo más de cincuenta poetas que recogieron Kenneth Rexroth y Ling Chung, en El barco de orquídeas, una antología de poetisas de China desde el siglo IV a.C. hasta la actualidad, con autoras como Lan Ling (1946), que firma este excelente texto:
MÁS ALLÁ DEL SILENCIO
Ojalá crezcan esta noche cañas por los
Ríos, que sin cesar se hinchan,
De tus venas. La huida de la luz causa el
Clamor tenebroso. Después, de pronto,
Todo es pura nada, sólo un cadáver descubierto,
En el desnudo brazo del tiempo, en un
Largo callejón lleno de humo, el último cúmulo
De fuego vespertino, como campanas y
Tambores, queda sepultado en el pálido sueño
De mi ser. Una tormenta de polvo corre
Con el viento por el camino y al final llega a la
Temprana muerte de una espiga de trigo
Y, como un río, se alza con furia sosegada.
Ciento doce poemas, uno más de los que contenía El amor y el tiempo y su mudanza. Cien nuevas versiones de poesía china que también recopiló Rexroth. Como este último, El barco de orquídeas lo ha traducido Carlos Manzano, con su solvencia habitual. Ambos los publica Gadir en La voz de las cosas, su cuidada colección de poesía.
El amor y el tiempo, los estanques bajo la nieve o la luna, los pétalos del almendro arrastrados por el viento, el sentimiento proyectado en la naturaleza...
Y otras situaciones con menos prestigio poético, como la de este poema, también de aquella Huang O contemporánea de Garcilaso:
Si no sabes, ¿por qué finges?
Tal vez puedas engañar a
Algunas muchachas, pero no puedes
Engañar al Cielo. He soñado
Que habías jugado con la flor de
Acacia bajo mi chaqueta
Verde, como un eunuco con una
Cortesana, pero, mira por
Dónde, lo único que sabes hacer
Es farfullar. Me has puesto
Empapada y resbaladiza, pero,
Por mucho que lo intentas,
Nada sucede, conque déjalo. Vete
A dejar insatisfecha a otra.
A todos nos han contado alguna vez cómo se dice gatillazo en chino. ¿No?
Tú sostuviste mi flor de loto en
Tus labios y jugaste con
El pistilo. Utilizamos un trozo de
Mágico cuerno de rinoceronte
Y no pudimos dormir ni un instante.
Durante toda la noche, la
Preciosa cresta del gallo se mantuvo
Erguida. Durante toda la
Noche, la abeja se aferró, trémula,
A los estambres de las flores.
¡Oh, mi dulce joya perfumada! Sólo a mi
Señor permitiré poseer mi
Sagrado estanque de loto y todas
Las noches te dejaré que
Hagas brotar en mí flores de fuego.
El texto lo firma Huang O, una escritora del siglo XVI. Es una de las algo más de cincuenta poetas que recogieron Kenneth Rexroth y Ling Chung, en El barco de orquídeas, una antología de poetisas de China desde el siglo IV a.C. hasta la actualidad, con autoras como Lan Ling (1946), que firma este excelente texto:
MÁS ALLÁ DEL SILENCIO
Ojalá crezcan esta noche cañas por los
Ríos, que sin cesar se hinchan,
De tus venas. La huida de la luz causa el
Clamor tenebroso. Después, de pronto,
Todo es pura nada, sólo un cadáver descubierto,
En el desnudo brazo del tiempo, en un
Largo callejón lleno de humo, el último cúmulo
De fuego vespertino, como campanas y
Tambores, queda sepultado en el pálido sueño
De mi ser. Una tormenta de polvo corre
Con el viento por el camino y al final llega a la
Temprana muerte de una espiga de trigo
Y, como un río, se alza con furia sosegada.
Ciento doce poemas, uno más de los que contenía El amor y el tiempo y su mudanza. Cien nuevas versiones de poesía china que también recopiló Rexroth. Como este último, El barco de orquídeas lo ha traducido Carlos Manzano, con su solvencia habitual. Ambos los publica Gadir en La voz de las cosas, su cuidada colección de poesía.
El amor y el tiempo, los estanques bajo la nieve o la luna, los pétalos del almendro arrastrados por el viento, el sentimiento proyectado en la naturaleza...
Y otras situaciones con menos prestigio poético, como la de este poema, también de aquella Huang O contemporánea de Garcilaso:
Si no sabes, ¿por qué finges?
Tal vez puedas engañar a
Algunas muchachas, pero no puedes
Engañar al Cielo. He soñado
Que habías jugado con la flor de
Acacia bajo mi chaqueta
Verde, como un eunuco con una
Cortesana, pero, mira por
Dónde, lo único que sabes hacer
Es farfullar. Me has puesto
Empapada y resbaladiza, pero,
Por mucho que lo intentas,
Nada sucede, conque déjalo. Vete
A dejar insatisfecha a otra.
A todos nos han contado alguna vez cómo se dice gatillazo en chino. ¿No?
Santos Domínguez