Alain Mabanckou.
Vaso Roto.
Traducción de Mireia Porta.
Alpha-Decay. Barcelona, 2007.
Vaso Roto.
Traducción de Mireia Porta.
Alpha-Decay. Barcelona, 2007.
Alain Mabanckou (Congo, 1966), el reciente premio Renaudot 2006 por su novela Memorias de puerco-espín, es desde hace unos años profesor de literatura francófona en Estados Unidos y una de las voces más originales de la literatura francesa actual. Alpha Decay publica ahora, en su colección Alfaneque, Vaso Roto, con traducción del original francés de Mireia Porta.
Una historia narrada por un bebedor asiduo de un bar congolés, el Crédito se fue de viaje, al que el dueño le encomienda que inmortalice aquel antro mugriento y la variada fauna exótica que lo frecuenta:
digamos que el dueño del bar el Crédito se fue de viaje me entregó un cuaderno que debo rellenar y cree a rajatabla que yo, Vaso Roto, puedo parir un libro porque un día, bromeando, le conté la historia de un escritor célebre que bebía como una esponja, un escritor que cuando estaba ebrio hasta había que recogerlo de la calle, o sea que no hay que bromear con el dueño porque se lo toma todo al pie de la letra, y cuando me entregó el cuaderno, se apresuró a puntualizar que era para él, sólo para él, que nadie más lo leería, y entonces quise saber por qué tenía tanto interés en el cuaderno, y respondió que no quería que el Crédito se fue de viaje desapareciera un día por las buenas, añadió que la gente de este país no era propensa a conservar la memoria, que la época de las historias contadas por la abuela achacosa había terminado, que ahora lo que se llevaba era lo escrito porque es lo que perdura, la palabra es humo negro, pipí de gato salvaje...
Son las primeras líneas en las que Vaso Roto, un negro que no quiere hacer de negro del dueño, rinde homenaje a Bukowski y al Vargas Llosa de Conversación en La Catedral y los aclimata en el Congo.
A partir de esas primeras cuartillas, El Crédito se fue de viaje se convierte en un lugar mítico en el que lo sublime se mezcla con lo grotesco en este esperpento africano lleno de ironía y de marginales y escrito con envidiable ritmo narrativo.
Alain Mabanckou forma parte de una generación de escritores africanos que, más allá del pintoresquismo fácil o el exotismo étnico, están completando un retrato vivo, divertido y duro, en el que conviven la comicidad y el patetismo para describir la realidad de ese continente. Aquí el humor deja entrever más de una crítica desolada y el tono paródico encubre una alegoría de la sociedad y la política en aquellas tierras.
Escrito con la distancia emocional imprescindible para la ironía, la desmesura y el humor sarcástico son la forma de enfocar el mundo en este Vaso Roto donde todo es excesivo y verosímil, en esta novela que rompe las normas tradicionales de puntuación y se deja leer con facilidad, casi diríamos que se oye, porque se desarrolla con el ritmo vertiginoso y envolvente de la oralidad conversacional.
No sabría uno decir si esta es una novela inclasificable o incalificable. Divertida en todo caso. Un esperpento que engancha al lector desde la primera línea y todo un descubrimiento de lo más recomendable.
Una historia narrada por un bebedor asiduo de un bar congolés, el Crédito se fue de viaje, al que el dueño le encomienda que inmortalice aquel antro mugriento y la variada fauna exótica que lo frecuenta:
digamos que el dueño del bar el Crédito se fue de viaje me entregó un cuaderno que debo rellenar y cree a rajatabla que yo, Vaso Roto, puedo parir un libro porque un día, bromeando, le conté la historia de un escritor célebre que bebía como una esponja, un escritor que cuando estaba ebrio hasta había que recogerlo de la calle, o sea que no hay que bromear con el dueño porque se lo toma todo al pie de la letra, y cuando me entregó el cuaderno, se apresuró a puntualizar que era para él, sólo para él, que nadie más lo leería, y entonces quise saber por qué tenía tanto interés en el cuaderno, y respondió que no quería que el Crédito se fue de viaje desapareciera un día por las buenas, añadió que la gente de este país no era propensa a conservar la memoria, que la época de las historias contadas por la abuela achacosa había terminado, que ahora lo que se llevaba era lo escrito porque es lo que perdura, la palabra es humo negro, pipí de gato salvaje...
Son las primeras líneas en las que Vaso Roto, un negro que no quiere hacer de negro del dueño, rinde homenaje a Bukowski y al Vargas Llosa de Conversación en La Catedral y los aclimata en el Congo.
A partir de esas primeras cuartillas, El Crédito se fue de viaje se convierte en un lugar mítico en el que lo sublime se mezcla con lo grotesco en este esperpento africano lleno de ironía y de marginales y escrito con envidiable ritmo narrativo.
Alain Mabanckou forma parte de una generación de escritores africanos que, más allá del pintoresquismo fácil o el exotismo étnico, están completando un retrato vivo, divertido y duro, en el que conviven la comicidad y el patetismo para describir la realidad de ese continente. Aquí el humor deja entrever más de una crítica desolada y el tono paródico encubre una alegoría de la sociedad y la política en aquellas tierras.
Escrito con la distancia emocional imprescindible para la ironía, la desmesura y el humor sarcástico son la forma de enfocar el mundo en este Vaso Roto donde todo es excesivo y verosímil, en esta novela que rompe las normas tradicionales de puntuación y se deja leer con facilidad, casi diríamos que se oye, porque se desarrolla con el ritmo vertiginoso y envolvente de la oralidad conversacional.
No sabría uno decir si esta es una novela inclasificable o incalificable. Divertida en todo caso. Un esperpento que engancha al lector desde la primera línea y todo un descubrimiento de lo más recomendable.
Santos Domínguez