10/7/06

Entre horas



Teresa Gómez y Aránzazu Usandizaga (eds.)
Entre horas.
Lumen. Barcelona, 2006.



El desafío de la narrativa femenina ante una nueva época es el significativo subtítulo que las autoras de esta recopilación de relatos, Teresa Gómez y Aránzazu Usandizaga, han elegido para orientar esta selección que publica Lumen.

Una selección de relatos escritos por mujeres inglesas y norteamericanas entre 1890 y 1914 en el momento de la transición del XIX al XX.
En la transición más que entre dos siglos, entre dos épocas. Un momento crucial en la historia contemporánea de la literatura y la historia de las mujeres, en el que reivindican y ejercen su incorporación a la vida pública y a la literatura.

En la elección de esa franja temporal tan decisiva termina -y está bien que así sea- la uniformidad de estas autoras, que representan distintas tendencias y asumen diferentes sensibilidades y diversos grados de ambición literaria.
Se reúnen en este volumen, junto con narraciones de escritoras más conocidas como Katherine Mansfield o Willa Cather, otras de autoras inéditas en español hasta completar un conjunto de doce relatos del fin de siglo victoriano.
Un fin de siglo de sufragistas que luchan por los derechos políticos de la mujer y de escritoras que intentan abrir un espacio literario. A veces en esa nueva literatura hay innovaciones formales y otras veces lo nuevo es la actitud, el enfoque de argumentos desde una nueva óptica o la presencia de temas nuevos.
Entre la Inglaterra posvictoriana y el profundo sur de los EE. UU., las doce escritoras inglesas y norteamericanas que aparecen en esta antología hablan de mujeres en sus relatos, de las relaciones de pareja, del matrimonio, el divorcio o la sexualidad desde un nuevo punto de vista en el que la mujer ha pasado de la condición de objeto a la de sujeto, ha dejado de ser musa para ser escritora.
Para escapar del tedio, para su afirmación personal e independencia, como en el Relato de una hora de Kate Chopin.
O para colocar a una soñadora ante el principio de realidad, como en El cobertizo del jardín de Willa Cather.

La práctica del relato corto fue una alternativa estética, una respuesta negativa a las largas novelas victorianas, una defensa de la concentración e intensidad del género narrativo más vinculado a lo contemporáneo, pero esa práctica tiene mucho que ver también con la situación de las mujeres que escribían.
Virginia Woolf lo supo ver con claridad y En un cuarto propio, señalaba el relato corto como el más adecuado a la condición femenina porque era compatible con las tareas domésticas.

Santos Domínguez