26/6/06

Libro de los márgenes de Álex Susanna




Álex Susanna. Libro de los márgenes.
Traducción de Rosa María Prats.
Seix Barral. Barcelona, 2006


Un dietario es siempre una obra colectiva, dice Álex Susanna al final de su Libro de los márgenes, que publica Seix Barral.

Es este un cuaderno de entusiasmos, el diario de lecturas de un lector agradecido que reflexiona sobre el arte y la vida en estos encuentros de lectura con una actitud que queda fijada en la cita de Ricardo Piglia con la que se abre el libro:

La lectura es el arte de construir una memoria personal a partir de experiencias y recuerdos ajenos.

Una galería de presencias en la que se comparte desayuno con Hölderlin y Vermeer, dos claves de poesía y pintura que, junto con la música, son la constante referencia del libro, del lector, del espectador, del oyente.

Gaya y JRJ, Josep Pla y René Char, Leonardo y Magritte, Bach y Purcell en este cuaderno de azares que dictan las lecturas, la memoria y los olvidos. Porque estas notas de lecturas y relecturas son, antes que otra cosa, un diálogo del autor consigo mismo, sus reflexiones sobre la vida, la muerte, la literatura y el arte, sus respuestas a los libros, a las audiciones, a las exposiciones.

Notas al margen que revelan una lectura reflexiva de los clásicos y los contemporáneos, desde Rilke a Brodsky, desde la Odisea al último libro de Sebald. Anotaciones al margen, sí, pero también y sobre todo un viaje al centro del conocimiento y de la poesía. Un viaje al centro – a los centros- de la primera elegía de Duino, por ejemplo en ese diálogo enriquecedor e intenso de Álex Susanna con los demás y consigo mismo, un diálogo en voz baja de quien muchas veces da la sensación de estarnos hablando al oído, con un tono que reivindica en algún momento del libro:

Esta es la clase de pintor o poeta –escribe en la página 131- que más me gusta: aquel que parece controlar cada uno de sus movimientos o palabras, que no parece hablar o hacer más de la cuenta, que no produce paja o fuegos de artificio, sino que se limita a decirnos, a contarnos algo casi al oído.

Pero este es también un cuaderno de bitácora, una hoja de rutas y navegaciones compartidas con Velázquez, y Gil de Biedma, con Antonio López y Saul Bellow, con Listz y Monteverdi.

Hay en este Libro de los márgenes de Álex Susanna tres momentos especialmente interesantes: su lectura lúcida del último Valente, su reivindicación de Berger como lector de cuadros con esa mirada que se fija en el lugar donde coinciden la literatura y la pintura, y sus reflexiones sobre Sebald y la memoria del siglo en Los emigrados.

Es este un diario sin fechas porque, aunque mantenga un pulso con el tiempo, ese diálogo que lo articula no está sujeto a la contingencia de la anécdota o de la fecha, es una invitación a la lectura y una reflexión sobre la escritura y la creación. Como esta, palabra de poeta, de la página 294:

Hablando de cualquier poema, toda voluntad de comentario exegético me parece no sólo pretenciosa sino absurda: los poemas no se escriben para que alguien los comente, sino para uso y abuso de los lectores, en cada uno de los cuales resonarán de manera única, mutable y difícilmente transferible.

Y como todos los dietarios, este es también un libro de cuentas: las que su autor ajusta con el mundo y consigo mismo. Con un debe y un haber.

Santos Domínguez