2/6/06

¡El autor, el autor!



David Lodge.
¡El autor, el autor!

Traducción de Jaime Zulaika.
Anagrama. Barcelona, 2006.

Finales de la década de 1880. Henry James, el gran novelista norteamericano, vive en Londres años de desazón y dudas.
La frialdad de la crítica o el fracaso de ventas de obras como Las bostonianas le inducen a intentar el éxito en el teatro, el reconocimiento inmediato del aplauso y la petición del público entusiasta que reclama a gritos que salga al escenario: ¡El autor, el autor!
Este es el tema y el título de la excelente obra de David Lodge que acaba de publicar Anagrama. Un texto profuso en el que conviven el enfoque biográfico y la ficción novelística. Literatura y vida en una novela cuya trama es el esfuerzo constructivo del escritor y la búsqueda del éxito en unos años cruciales en la vida y la creación de Henry James.

La incursión del novelista en el mundillo teatral se saldó con un estrepitoso fracaso. Guy Domville, la obra que debía abrir esa nueva vía en la literatura de Henry James, fue un descalabro que le quitaría las ganas de insistir. La amargura era mayor aún porque esos fracasos coincidían con los éxitos de autores mediocres que conectaban con el público desde su primera obra.

Claro que todo ello tuvo un saldo positivo. Superada esa época confusa y problemática, el novelista se reencontraría consigo mismo a comienzos de siglo con sus mejores obras, que vinieron en una avalancha sorprendente: sucesiva y progresivamente, Los embajadores, Las alas de la paloma y La copa dorada.

Hay en la base de este libro un inteligente manejo de documentación abundante: cartas, cuadernos de apuntes, novelas. Lodge, gemelo de Henry James, no en talento, pero sí en su visión desesperanzada, sombría y humorística de la realidad, del escritor y de sus ambiciones y mezquindades pequeñas, ha construido con ese material una novela que coge altura a medida que se va imponiendo la seriedad de la acción profunda. Porque en ¡El autor, el autor! no hay solo una reflexión sobre la vida y sobre alguna de las obras fundamentales de Henry James, sino una meditación sobre el hombre y los mecanismos que intervienen en el proceso creador.

Con su conocimiento profundo de la escena victoriana y su familiaridad con el taller de la narrativa y la técnica jamesiana, Lodge ha escrito la que seguramente es su obra más importante.
Los lectores de Henry James estarán encantados leyendo este libro que es una recreación, una actualización, un repaso por temas y episodios conocidos. Como introducción al autor y a su obra es una invitación irrenunciable.

En cuanto a la traducción, basta con decir que es de Jesús Zulaika. Esa es garantía suficiente de la calidad del texto resultante.

Santos Domínguez