Molière.
El nacimiento de un autor.
Traducción de Mauro Armiño.
Cátedra Biografías. Madrid, 2021.
Pocos
autores habrá en la literatura universal de biografía tan oculta e
intimidad tan opaca como Molière, “un hombre del que han desaparecido
todos los papeles personales. De Jean-Baptiste Poquelin, señor de
Molière, no subsisten ni carta, ni borrador, ni nota, ni manuscrito. En
aquella época, no se daba ninguna importancia a las huellas escritas de
los grandes hombres y de los grandes creadores. Una vez publicada su
obra, el propio autor prendía fuego a borradores y manuscritos. En
cuanto a la correspondencia, a las notas y a los esquemas, su
supervivencia dependía de la familia o de los amigos cercanos. Molière
no tuvo la suerte de Racine, cuyos dos hijos, atormentados por la
obsesión de recoger todo de un padre idolatrado, consiguieron salvar del
naufragio cerca de doscientas cartas y algunos esquemas y poesías
manuscritos. Tres de los cuatro hijos de Molière y de Armande Béjart
murieron en edad temprana, y la cuarta, Esprit-Madeleine Poquelin, que
tenía siete años en el momento de la muerte de su padre, solo dejó el
convento donde había crecido para expiar, con una vida cristiana y
austera, el oficio «infame» de sus padres, de los que no quería conocer
nada. El hijastro póstumo de Molière, Nicolas Guérin, salido del nuevo
matrimonio de Armande Béjart, tuvo «sus papeles» entre las manos, pero
murió en 1708 a la edad de treinta años y todo desapareció con él.”
Con
esas palabras lo subraya Georges Forestier, catedrático de La Sorbona,
en el Prefacio, 'Contar Molière', con el que abre su espléndida biografía Molière. El nacimiento de un autor, que publica Cátedra Biografías con traducción de Mauro Armiño.
Publicada
en su versión original por Gallimard hace tres años, esta biografía
descarta los distintos estereotipos, no siempre agradables, que se han
ido acumulando sobre la personalidad del dramaturgo francés desde la
aparición temprana de la Vida de Molière, de Jean Grimarest, para
intentar reconstruir su vida y su figura sobre los abundantes
testimonios que sus contemporáneos dejaron por escrito.
Una
imagen puramente exterior y con notables insuficiencias y falsedades,
aunque -añade Forestier- “en la actualidad disponemos de suficiente
material para dibujar a grandes rasgos el recorrido de Molière en medio
de su familia y de su troupe, frente al público, con el rey y los
grandes, en su rivalidad con los teatros de la competencia, en sus
negociaciones con los libreros que publicaban sus libros. Podemos
asimismo seguir el estreno de las obras y, de esta forma, como espejo,
medir el extraordinario ingenio creador de Molière, contemplarlo en su
trabajo, recuperando y volviendo a trabajar temas cuyo enfoque
revolucionó, como alquimista que transforma los metales en oro. Pero si
cada vez conocemos mejor al autor, al artista y al hombre social,
seguimos privados de todo elemento tangible para revelar su intimidad,
sea familiar, amorosa, amistosa, intelectual o artística.”
Asumiendo
la dificultad del reto, Forestier emprende en este ambicioso libro la
tarea de elaborar un relato verosímil de la biografía de Molière a
partir de los datos documentales y de la imagen que sus contemporáneos
tuvieron de él. Y en esa tarea es fundamental también un examen de sus
obras para intentar reconstruir su formación intelectual y la
germinación de las ideas que sustentan su mundo ideológico y su
creatividad artística hasta descubrir que “bajo unos géneros y unos
registros diferentes [...], sale a la luz una coherencia intelectual y
artística sorprendente. Molière no cesa de innovar y de explorar
permaneciendo siempre el mismo -él mismo.”
En
esa ardua tarea de minuciosa recreación biográfica, Forestier
reconstruye su formación artística y revela su proceso creativo y sus
múltiples registros, evoca su entorno social y familiar, su público y
sus rivales, sin perder nunca de vista lo fundamental en la biografía de
un escritor o un artista: la iluminación que proyecta sobre su obra.
Y así lo hacen los veinticinco capítulos que proponen un recorrido por su trayectoria como director y autor de obras como La escuela de las mujeres, Tartufo, El enfermo imaginario, El misántropo, El burgués gentilhombre o El avaro;
por su conocimiento de las elites que apoyaban el teatro, por su
consagración como autor, por su caída temprana con una muerte brutal.
“En
resumen, he querido sorprender al escritor en el momento de crear y me
he esforzado por contemplarlo trabajando, a fin de llegar mejor al
hombre bajo las ropas del artista.
Si,
acabado este libro, sigo ignorando los sentimientos de Molière, espero
haber podido dejar que se vislumbre una parte de su intimidad creadora.
Quien sigue siendo el mayor autor cómico occidental y uno de los mayores
artistas franceses, que continúa haciendo reír al mundo y que no cesa
de hablarnos, es también un individuo apasionante para la observación.
Molière sigue siendo un hombre fascinante, incluso a cuatro siglos de
distancia.”
Y concluye Forestier su epílogo -Cómo una gloria se volvió un clásico- con estas palabras sobre Molière:
De generación en generación hasta nosotros, lectores y espectadores se declaran conmovidos hasta lo más profundo de su alma por este autor de comedia, que consiguió transfigurar un género considerado ligero, y por el hombre fascinante, misterioso, que fue capaz de esta alquimia.
Es el secreto de este asombroso éxito lo que me he esforzado por sacar a la luz dando vida al extraordinario itinerario de este hombre excepcional.”
De generación en generación hasta nosotros, lectores y espectadores se declaran conmovidos hasta lo más profundo de su alma por este autor de comedia, que consiguió transfigurar un género considerado ligero, y por el hombre fascinante, misterioso, que fue capaz de esta alquimia.
Es el secreto de este asombroso éxito lo que me he esforzado por sacar a la luz dando vida al extraordinario itinerario de este hombre excepcional.”
Santos Domínguez