Juan Gabriel Vásquez.
Viajes con un mapa en blanco.
Alfaguara. Madrid, 2018.
“Esto es lo que hace toda novela valiosa: observar un mapa, el mapa de un territorio que nunca ha sido explorado, y dirigirse a él para llenar esos espacios en blanco con los resultados de su exploración. El mapa en blanco es el de la condición humana, ese continente misterioso que la novela ido descubriendo, iluminando, con cada una de sus conquistas, y nosotros, los lectores de novelas, vamos a bordo de esa nave. Hay provincias enteras de nuestro mapa que ya no están en blanco porque por ellas han viajado las grandes novelas. El pasado es un territorio menos desconocido desde que Marcel mojó una magdalena en una taza de té; ciertos rincones de nuestra conciencia, con frecuencia los más terribles, son menos amenazantes para quien ha estado en el subsuelo de Dostoievski o ha compartido manteles con el Gran Inquisidor. Con El proceso y El castillo viajamos a territorios que nunca habíamos visitado, cuya existencia desconocíamos por completo, y lo mismo ocurrió con Cien años de soledad: fueron novelas que enriquecieron o ensancharon el mundo conocido. Sin ellas, aquellos lugares permanecerían ocultos; no los sabríamos ver; o, habiéndolos encontrado por una casualidad afortunada, no sabríamos reconocerlo. Y seríamos más pobres por ello.”
Así explica Juan Gabriel Vásquez el sentido del texto, Viajes con un mapa en blanco, del que toma título el espléndido volumen que publica Alfaguara.
En él reúne el narrador y ensayista colombiano un conjunto de artículos que antes fueron leídos como conferencias en torno a ese territorio de la novela y a ese mapa en blanco de la condición humana.
“Todos los ensayos que lo componen han sido escritos durante los últimos ocho años, y la misma idea los atraviesa: averiguar, de formas más o menos directas, qué es esto que llamamos novela, qué nos hace y cómo lo hace y por qué ha sido importante que lo haga (si es que lo ha sido) y por qué puede ser lamentable que deje de hacerlo (si es que deja de hacerlo).”
Ensayos en los que Juan Gabriel Vásquez reflexiona sobre el lugar de la novela, porque como explica en el epílogo, “un relato débil debilita la continuidad; un pasado débil hace imposible la comprensión del presente.” Y por eso “las novelas que persigo y prefiero, las novelas que intento escribir, son las que buscan restablecer esa continuidad rota; en otras palabras, restaurar la condición histórica del hombre y resistir a la progresiva des-historización de nuestra experiencia.”
El de la novela es un género que se convierte en instrumento privilegiado de conocimiento de la condición humana y de la realidad social, porque la novela fija nuestro lugar en el mundo, nuestra manera de entendernos a nosotros mismos, de relacionarnos con la realidad y con los demás.
Ese viaje a un territorio desconocido toma la forma de diversos asedios al género y propone una visión multicéntrica de la importancia de la novela desde distintas perspectivas pero sobre todo desde dos puntos de vista: el del lector y el del autor de novelas, porque esas dos miradas y esas dos condiciones conviven en Juan Gabriel Vásquez.
De Cervantes a Proust, del Lazarillo a Kafka, de Tolstói a García Márquez pasando por Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Camus, desde esa doble perspectiva se abordan los textos de este libro organizado en tres partes: A partir de Cervantes, El escritor latinoamericano y la tradición y Misterios de la novela.
Desde que “el invento de Cervantes -escribe en el texto inicial- nos pide aceptar que el hombre común y corriente, el que vemos todos los días, el compañero de nuestra cotidianidad, es una criatura de complejidades sin fin, contradictoria, impredecible y ambigua, dueña de una profundidad y un interés que no están al alcance del ojo, sino que yacen detrás de mil velos a la espera de que los descubramos”, la novela ha creado nuestra noción de lugar y de individuo desde la capacidad de comprender al otro y sus zonas ocultas porque “las novelas son sondas morales.”
Y así se estudia la multiplicidad de perspectivas que generan la ambigüedad fundamental del Quijote o se exploran territorios narrativos como Crimen y Castigo, El corazón de las tinieblas, Rojo y negro, La guerra del fin del mundo y una larga serie de novelas que Juan Gabriel Vásquez somete a la lucidez de una mirada en la que conviven la visión del creador con la del lector reflexivo y privilegiado que es también el autor colombiano.
Santos Domínguez