30/4/18

Campbell. Mitología occidental


Joseph Campbell. 
Las máscaras de Dios.
Mitología occidental.
Traducción de Isabel Cardona.
Edición revisada por Santiago Celaya.
Atalanta. Gerona, 2018.

“La división geográfica entre las esferas oriental y occidental del mito y el ritual es la meseta de Irán. Al este se encuentran las dos esferas espirituales de la India y Extremo Oriente; al oeste, Europa y el Levante”, escribe Joseph Campbell en la Introducción -Mito y ritual: este y oeste- de La edad de la Diosa, la primera parte de Mitología occidental.

Es el tercer tomo de la obra monumental de Joseph Campbell Las máscaras de Dios, que publica Atalanta con traducción de Isabel Cardona en una edición revisada por Santiago Celaya con las actualizaciones científicas supervisadas por la Joseph Campbell Foundation en 2016.

Explica allí que “en general, la historia reciente de la mitología occidental se puede describir en términos de una grandiosa interacción de estas dos piedades contrarias; concretamente, de una violenta marea de intercambios, este a oeste, oeste a este, este a oeste y, de nuevo, oeste a este, empezando por el primer intento serio persa contra Grecia el 490 a.C.”

Organizado en cuatro partes -La edad de la Diosa, La edad de los héroes, La edad de los grandes clásicos y La edad de las grandes creencias-, el volumen ofrece un recorrido por los arquetipos presentes en los ritos, el arte y la literatura desde las antiguas cosmologías y mitologías de la Diosa madre a la Europa renaciente de los mitos celtas y germánicos, pasando por los dioses y héroes de la Biblia, por la mitología griega, el helenismo y la Gran Roma o por el diálogo entre Europa y el Levante mediterráneo, entre la cruz y la media luna.

“En un nivel del pasado más profundo que el del vaivén de Persia, Grecia, Roma, Bizancio, el islam y posteriormente Europa –afirma Campbell-, el legado de la Edad del Bronce proporcionó muchos de los motivos básicos del pensamiento mitológico, tanto occidental como oriental. Es más, el origen de este legado no está ni en la India, como aún creen muchos, ni en China, sino en Oriente Próximo, en el Levante, donde las palas de la investigación arqueológica reciente han descubierto un fondo de preparación que se remonta a ca. 7500 a.C.”

Es una nueva entrega de la historia natural de los mitos que elaboró Campbell durante décadas de estudio de las diversas metáforas de la divinidad: la ubicua Gran Diosa Madre de la fecundidad, desposada de la serpiente o consorte del toro, esposa o madre del dios muerto y resucitado que está representada hace 7500 años como mínimo; los héroes-conductores-profetas del Antiguo Testamento -Abraham, Jacob, Moisés-, que hacen del sometimiento a la divinidad su forma de relacionarse con lo sagrado, y los dioses y héroes de Europa –griegos, romanos, celtas y germanos-, de signo humanista. Y así Job aparece como paradigma de los mitos del Levante semítico y Prometeo como modelo de los héroes europeos.

Desde las dos raíces de la mitología occidental, la de los desiertos árabes-sirios del Oriente Próximo, y la heleno-aria de Europa, que se unen en el sincretismo del helenismo, Campbell hace un ejercicio de mitología comparada a través de los episodios bíblicos, la mitología griega, los ritos mistéricos o las leyendas irlandesas de los druidas celtas. Mitologías que proponen interpretaciones poéticas del mundo como expresión de las cosmogonías matriarcales o patriarcales y de las diversas etapas evolutivas del pensamiento mágico: de la edad de los héroes, la de los grandes clásicos o la de las grandes creencias, en la que se produce un conflicto entre intolerancia y paganismo y tienen lugar los intercambios y las incomprensiones entre los dos grandes mundos espirituales de Occidente: el que se materializa en el Islam y el que desde el cristianismo, a través de la conciencia humanista expresada en la Reforma protestante, culmina en las propuestas de respeto a la libertad individual, científica y de pensamiento.

“Y este individualismo humanístico -explica Campbell- ha liberado poderes creativos que en apenas dos siglos han provocado cambios en la prosperidad y la adversidad del hombre como no se habían producido en los dos milenios anteriores.”

Santos Domínguez