Augusto Monterroso.
Cuentos.
El libro de bolsillo.
Alianza Editorial. Madrid, 2014.
Mis libros son ya antologías de cuanto he escrito /…/ convertir aquéllos en dos líneas o en ninguna, será siempre por dicha en beneficio de la literatura y del lector, escribía Augusto Monterroso en 1975 en el prólogo de su Antología personal.
Por eso, un breve volumen como el que publica El libro de bolsillo de Alianza Editorial contiene treinta de sus cuentos más representativos que resumen todo un universo literario deslumbrante.
Monterroso es uno de los narradores más personales y potentes de los últimos cincuenta años, un Cervantes centroamericano y superrealista, un Esopo contemporáneo, un escritor irrepetible que escribió libros tan memorables como Obras completas (y otros cuentos), Movimiento perpetuo o La palabra mágica, los tres libros de donde proceden los cuentos de esta selección.
Como su temperamento, sus relatos pasan sin transición literatura del humor a la tristeza, de la anécdota a la reflexión profunda, de la ironía al homenaje, del realismo a la alegoría, de la seriedad al juego en un constante ejercicio de precisión narrativa y exigencia estilística.
Un volumen que se cierra no por casualidad con un texto titulado La brevedad, escrito con esa ironía narrativa tan inimitable de Monterroso:
Con frecuencia escucho elogiar la brevedad y, provisionalmente, yo mismo me siento feliz cuando oigo repetir que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Sin embargo, en la sátira 1, I, Horacio se pregunta, o hace como que le pregunta a Mecenas, por qué nadie está contento con su condición, y el mercader envidia al soldado y el soldado al mercader. Recuerdan, ¿verdad?
Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto.
A ese punto que en este instante me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo, que respeto y que odio.
Con ese texto se cierra esta muestra significativa de una imprescindible obra mayor de la literatura hispánica contemporánea, de la escritura gigante de aquel hombre tan bajito que, como decía él mismo, no le cabía la menor duda, así como en este breve volumen de menos de doscientas páginas caben un dinosaurio que no acaba de irse nunca y una vaca muerta muertita sin quien la enterrara ni le editara sus obras completas, las ilusiones perdidas, Leopoldo y sus trabajos, el paraíso y un eclipse memorable.
Santos Domínguez