José Antonio Zambrano.
Lo que dejó la lluvia.
Calambur. Madrid, 2014.
Así, por obra del azar, soy y miro, escribió Wislawa
Szymborska en un verso que José Antonio Zambrano ha puesto al frente de una de
las cuatro secciones de Lo que dejó la lluvia, el libro que publica Calambur con un iluminador prólogo –Un hombre es lo que cuenta- de Ramón Pérez Parejo.
Y eso es lo que cuenta en estos poemas, un hombre que vive y
mira y escribe en un terreno neutral en el que no entra el gusano corrosivo de
la tristeza ni se le cede asiento tampoco a la presencia invertebrada de la
alegría estéril.
Porque el poeta dialoga en este libro con lo más cercano, y
por eso su tono es el de la complicidad de la voz baja que reúne el presente y
la memoria (lo que importa es vivir y no haber vivido) en una poesía intimista
y reflexiva, sensorial y emocionada, intensa en su precisión verbal.
Y es que en los poemas de de Lo que dejó la lluvia cada
palabra tiene el tamaño exacto de su desnudez verdadera, el peso y la
consistencia que el poeta parece haber calibrado pacientemente con la magia del
alquimista en el crisol de las destilaciones, en el taller verbal del que pule
un diamante hecho de la materia fugaz del corazón en la tarde lenta del tiempo:
Todo para decir
que esta invención celebra el canto de un hombre
que ha pactado con su sombra
lo que dejó la lluvia.
Santos Domínguez