24/10/08

Antiguos imaginarios



Francisco García Jurado.
Marcel Schwob. Antiguos imaginarios.
Biblioteca ELR Ediciones. Madrid, 2008
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“Mostrar cómo Schwob ha contribuido a la creación de un nuevo imaginario de la Antigüedad en la estética moderna” es el propósito declarado de Francisco García Jurado en Marcel Schwob. Antiguos imaginarios, un ensayo creativo que convoca un mosaico de autores y de voces.

Entre la recreación y la invención, Marcel Schwob fue un hacedor de vidas imaginarias, el fundador de una imagen simbólica de la Antigüedad que ha perdurado en la estética moderna y ha sido continuada por Borges, Arreola o Tabucchi.

Como Gustave Moreau en pintura, como Browning en poesía, Schwob fue un inventor de imágenes y de voces, un autor al margen, dotado de un inusual talento para ocultar o para olvidar su vida detrás de las vidas que imaginó, para vivir en la literatura más que en la realidad.

Además de los clásicos, Villon y Stevenson, que representan el paseo por la historia y la geografía del paraíso fueron las referencias vitales y literarias sobre las que proyectó su escritura. Esa doble evasión –en el tiempo y en el espacio-, junto con su apego a la fantasía, está en la raíz de su escritura metaliteraria y de una imaginación que nace en las bibliotecas y se alimenta de ellas.

A medio camino entre la ficción y la filología, Schwob partió de la anécdota mínima, del hecho trivial y los trató con sutileza para construir una representación imaginaria de los poetas antiguos, para reinventar sus biografías y recrear las voces de Séptima, la hechicera, de Petronio el novelista, de Lucrecio el poeta o de Clodia, la matrona impúdica.

Entre el monólogo dramático en primera persona que aprende en Browning y utiliza para construir La cruzada de los niños y la tercera persona de las Vidas imaginarias, Marcel Schwob organiza su mundo literario con una mezcla de terror y piedad, las dos pasiones extremas que debía equilibrar el alma humana. En el fondo, con esa recuperación de la vieja antítesis de Aristóteles, que en su Poética enfrentaba la Historia al Arte, lo general a lo individual, Schwob traza un relato fantástico y verosímil de la Antigüedad.

Si, como señalaba Borges, su más importante heredero, cada escritor crea sus precursores, Schwob está en el origen de la Historia universal de la infamia, pero también –a través del argentino- en la raíz del Confabulario de Arreola, de las Falsificaciones de Denevi, las Fabulaciones de Perucho y los Sueños de sueños de Tabucchi, recreadores de vidas y de voces.

Confiesa García Jurado que mientras escribía este ensayo, ha vivido otras vidas y ha descubierto como lector la secreta red de relaciones que tejen esa trama invisible que se llama tradición y que por encima del tiempo une a unos autores con otros y a estos con los lectores en un movimiento perpetuo y circular que va del pasado al presente y de este a aquel.

Haber sabido transmitir ese disfrute entusiasta de la literatura y haber afrontado con rigor la actualidad de la tradición en Schwob y sus seguidores son los méritos más destacables de este libro.

Santos Domínguez