Martín Cerda.
La palabra quebrada. Ensayo sobre el ensayo .
Introducción de Andrés Fisher
In/mediaciones. Editorial Veintisiete Letras. Madrid, 2008.
La palabra quebrada. Ensayo sobre el ensayo .
Introducción de Andrés Fisher
In/mediaciones. Editorial Veintisiete Letras. Madrid, 2008.
Prácticamente a la vez que en Chile aparece un tercer volumen recopilatorio de sus artículos- su papelería dispersa- la Editorial Veintisiete Letras publica por primera vez en España un libro del ensayista chileno Martín Cerda (1930-1991).
La palabra quebrada es un ensayo sobre el ensayo, una poética de ese género fragmentario y un recorrido por su evolución histórica desde Montaigne hasta la contemporaneidad. Se publicó en 1982 y es una lúcida reflexión sobre ese género interrogativo, el mejor cauce para la indagación de la realidad desde la libertad del pensamiento.
Y es que, como señala Martín Cerda, “desde Montaigne, en verdad, el ensayista no ha hecho otra cosa que (re)comenzar un libro imposible, donde lo esencial es siempre la pregunta, el gesto interrogante, la búsqueda, la brazada del náufrago.”
Teoría y práctica, deberíamos añadir, porque se ensaya sobre el ensayo con los instrumentos propios del género, con la capacidad interrogativa y el fragmentarismo característicos del ensayo que Martín Cerda cultivó durante toda su vida:
Escribir sobre el ensayo exige siempre escribir ensayísticamente, es decir, de manera fragmentada, discontinua y exploratoria.
A su muerte dejó escritos sólo dos libros. La Casa de Huéspedes del Instituto de la Patagonia, en Punta Arenas, donde residía y trabajaba, sufrió un incendio que destruyó su biblioteca personal y el material preparatorio de tres libros que tenía casi ultimados. La pérdida de varios años de trabajo le ocasionó una desolación insuperable y una enfermedad cardiaca que lo llevó a la tumba.
Entre los ensayos que destruyó el fuego uno estaba dedicado a Montaigne y otro a Barthes, dos referentes, junto con Ortega, Sartre, Lukacs, Benjamin o Adorno, de la sólida formación intelectual de Martín Cerda. Unos referentes que recorren las páginas de La palabra quebrada, que alude en su título a la discontinuidad de lo fragmentario y se organiza en cuatro partes. La teoría del ensayo, la historia de su evolución, la casa como espacio de la escritura y la lectura y las variantes del discurso autobiográfico son los ejes de cada una de ellas.
Sus páginas son una reivindicación del pensamiento disidente hecha por quien fue antes que nada un lector atento y constante del pensamiento contemporáneo, un difusor del ensayo europeo en Chile y finalmente, como escribe el propio Martín Cerda en el epílogo de La palabra quebrada, “un hombre a la intemperie, perdido entre los escombros de un mundo histórico y los restos de una visión arrogante de sí mismo.”
La palabra quebrada es un ensayo sobre el ensayo, una poética de ese género fragmentario y un recorrido por su evolución histórica desde Montaigne hasta la contemporaneidad. Se publicó en 1982 y es una lúcida reflexión sobre ese género interrogativo, el mejor cauce para la indagación de la realidad desde la libertad del pensamiento.
Y es que, como señala Martín Cerda, “desde Montaigne, en verdad, el ensayista no ha hecho otra cosa que (re)comenzar un libro imposible, donde lo esencial es siempre la pregunta, el gesto interrogante, la búsqueda, la brazada del náufrago.”
Teoría y práctica, deberíamos añadir, porque se ensaya sobre el ensayo con los instrumentos propios del género, con la capacidad interrogativa y el fragmentarismo característicos del ensayo que Martín Cerda cultivó durante toda su vida:
Escribir sobre el ensayo exige siempre escribir ensayísticamente, es decir, de manera fragmentada, discontinua y exploratoria.
A su muerte dejó escritos sólo dos libros. La Casa de Huéspedes del Instituto de la Patagonia, en Punta Arenas, donde residía y trabajaba, sufrió un incendio que destruyó su biblioteca personal y el material preparatorio de tres libros que tenía casi ultimados. La pérdida de varios años de trabajo le ocasionó una desolación insuperable y una enfermedad cardiaca que lo llevó a la tumba.
Entre los ensayos que destruyó el fuego uno estaba dedicado a Montaigne y otro a Barthes, dos referentes, junto con Ortega, Sartre, Lukacs, Benjamin o Adorno, de la sólida formación intelectual de Martín Cerda. Unos referentes que recorren las páginas de La palabra quebrada, que alude en su título a la discontinuidad de lo fragmentario y se organiza en cuatro partes. La teoría del ensayo, la historia de su evolución, la casa como espacio de la escritura y la lectura y las variantes del discurso autobiográfico son los ejes de cada una de ellas.
Sus páginas son una reivindicación del pensamiento disidente hecha por quien fue antes que nada un lector atento y constante del pensamiento contemporáneo, un difusor del ensayo europeo en Chile y finalmente, como escribe el propio Martín Cerda en el epílogo de La palabra quebrada, “un hombre a la intemperie, perdido entre los escombros de un mundo histórico y los restos de una visión arrogante de sí mismo.”
Santos Domínguez