15/11/06

Últimas conversaciones con Pilar Primo



Antonio-Prometeo Moya.
Últimas conversaciones con Pilar Primo.
Caballo de Troya. Madrid, 2006.



Constantino Bértolo, el editor de Caballo de Troya, ha contado alguna vez que hubo un acuerdo con Antonio-Prometeo Moya, el autor de estas Últimas conversaciones con Pilar Primo, para crear una deliberada ambigüedad con el género del libro.

Esa decisión, discutible y arriesgada, ha provocado alguna que otra reseña que ha partido de un espejismo: que la obra era un documento que recogía la transcripción de unas conversaciones grabadas en diciembre de 1990, unos meses antes de la muerte del rostro femenino de la Falange, de su Sección Femenina. Yo mismo he asistido este verano al desconcierto de los empleados de alguna librería seria, que colocaban el libro en la sección de historia .

Pese a todos esos inconvenientes, me parece una decisión acertada, porque el texto está organizado sobre esa verosimilitud del diálogo entre un profesor y la hermana del fundador de la Falange.

Un diálogo puro y verosímil, sin narrador interpuesto ni verbos dicendi, con el que se va construyendo la imagen del personaje, de esa anciana a ratos patética, a ratos ingenua y siempre desorientada. Ese es el personaje de Pilar Primo que crece como ente literario en un mundo de jerarquías y de mandos, en una memoria de valores anacrónicos y de revoluciones pendientes. Una memoria que se expresa, como es natural, con lenguaje anacrónico, con la retórica falsa y engolada del sacrificio y el honor, el heroísmo y la alegría abnegada o la vocación de servicio.

Justamente ese desajuste entre el personaje y el mundo en el que vive es lo que le da un pátetico carácter novelístico a su figura. Del conflicto entre el mundo y el individuo se ha nutrido buena parte de la novela de todas las épocas.

En esas conversaciones apócrifas que el profesor graba, se van sucediendo preguntas y respuestas, reflexiones y provocaciones a través de las cuales Pilar Primo pasa del fanatismo cruzado y visionario a la intimidad familiar, de la Falange y la herencia política de José Antonio al recuerdo de la infancia y la juventud en un acercamiento progresivo al interior del personaje, a su imagen menos pública.

Para reducir la ambigüedad genérica de quien prefiere no declarar si este es un libro de entrevistas, de historia o una novela, la contraportada contiene un brillante Aviso a los lectores que supongo escrito por el editor. A algunos lectores ese aviso, donde se indica que el volumen es una novela, les pasará desapercibido, oculto por una sobrecubierta inusual en los libros de esta editorial.

No sólo por oculto, es uno de los tesoros del libro:

Por qué alguien que parece psicológicamente sano, inteligente, ideológicamente nada sospechoso, bien dotado intelectualmente y sin ningún atisbo de morbosidad, decide regresar al franquismo. Porque de eso se trata (...) Entre conversación y conversación las sombras del pasado parecen visitarla en medio de la fatiga, y su persona se nos va transfigurando en un personaje literario inolvidable, sin que la narración, vigilante, en manos de un timonel que no compadece trampa ni olvido, nos permita caer en síndrome de Estocolmo alguno (...) Y de pronto nos damos cuenta de que esta novela cuenta la historia triste, cotidiana y siniestra en la que hubimos de crecer muchos de nosotros.

Después de cada conversación, aparecen unos intermedios narrativos y descriptivos en los que un narrador omnisciente nos introduce en el mundo de recuerdos y pensamientos del personaje. Son los momentos en los que Pilar Primo se queda sola en casa con su pasado y sus fantasmas, con sus monólogos de pesadilla, con un tiempo que a veces es blanco y vacío mientras hace solitarios con una baraja española.

Y aparecen así la alegoría del cisne, el lamento del yugo corporal y las flechas del remordimiento, la anatomía de un reflejo y el sermón de la ira, los estragos del tiempo, las primeras y las últimas verdades o las últimas excusas antes de la despedida definitiva.

En esos textos, los de mayor altura estilística de la novela, un narrador implacable con el personaje desmantela su frágil decorado de banderas y sus recuerdos de desfiles y brazos en alto con pololo, banda y música.

Santos Domínguez