23/11/06

Los signos




Karin Johannisson.
Los signos.
El médico y el arte de la lectura del cuerpo.
Melusina. Barcelona, 2006.

La semiología del cuerpo enfermo, la interpretación de los signos y los síntomas es el objetivo de Los signos, el ensayo en el que la profesora Karin Johannisson analiza la historia del encuentro entre el médico y el enfermo. Éste es un libro acerca de las maneras que el médico emplea para aproximarse al cuerpo, es decir, un estudio de la historia del examen médico.

Esos rituales de la lectura del cuerpo, que son el punto de partida obligado de toda práctica médica, no figuran en la historia de la medicina. Y ése es el propósito de este brillante ensayo: analizar la manera en la que el cuerpo se formaliza en los exámenes médicos en un recorrido que, desde principios del siglo XIX hasta mediados del XX, fija la arqueología de la mirada médica y el conjunto de síntomas, signos, enfermedades y tentaciones prohibidas que esa mirada convoca en su escrutinio.

Factores todos ellos que se agrupan en la mirada clínica y se complementa con el ejercicio de otros sentidos importantes para realizar un diagnóstico: el oído, el tacto o el olfato para escrutar la relación entre el interior del cuerpo y las manifestaciones exteriores que constituyen su sintomatología.

Los signos es pues un tratado de miradas y tocamientos, de la representación, entre mitos y fantasías culturales, de los modos en que el interior del cuerpo se manifiesta en los signos exteriores. Se trata de una aportación muy interesante desde una perspectiva inédita a la historia de la medicina y de la práctica clínica que aborda también los límites del análisis: lo prohibido, lo amenazante, lo repulsivo o lo obsceno.

Karin Johannisson, profesora de historia de las ideas y del conocimiento en la Universidad de Uppsala, Suecia, especialista en historia de la medicina, señala que la mirada del médico sobre el cuerpo desnudo, dispuesta a revelar verdades escondidas, es una mirada que fuera del ámbito científico sería perversa.

El cuerpo del enfermo es un sistema de signos que el médico lee a través del suyo propio. Por eso este relato comienza antes de la modernidad, con una enumeración de los signos y la importancia del tacto y el contacto en los diagnósticos, se plantea la importancia gestual del cuerpo del médico, que además de unos modales y una determinada etiqueta, debe demostrar impasibilidad profesional. de sus gestos y su mímica y delicadeza en los contctos visuales y táctiles, siempre tan proclives a a intimidad y el deseo, a la mugre y al asco.

Al interior del cuerpo se accede con lecturas que no sólo hace la vista, sino el tacto, el oído, el gusto o el olfato. Porque, como dice la autora, “la técnica de diagnóstico consiste en dejar que el paciente hable a través de las señales internas del cuerpo, un lenguaje previo al verbal, y escuchar esa lengua a través de los propios sentidos.”

Mientras que las lecturas exteriores se centran en los rostros, en los tipos, en las constituciones y en signos como el pulso, el color y el aliento, la sangre y otras efusiones, la tos, el hipo y los suspiros, o la mímica expresiva del rostro doliente.

Esas actividades clínicas exploran signos y aportan datos objetivos que conducen al médico a la verdadera naturaleza de la enfermedad, aunque no siempre es fácil precisar la frontera entre síntoma y signo:

“El signo es la expresión de la enfermedad tal y como la registra el médico. Mientras que el síntoma es, el signo señala algo más allá de sí mismo. Expresa algo. Para averiguar la enfermedad, los síntomas tienen que transformarse en signos (hallazgos) a través de una actividad paralela, una mirada que busca, interpreta y clasifica. Ésta es la mirada clínica. Fuerza un nuevo tipo de relación con el cuerpo, nuevas técnicas que lo vuelven legible debajo de la piel, más allá del yo.”

Los signos es un libro inquietante y prodigioso que acaba de publicar la editorial Melusina, todo un tratado sobre las limitaciones humanas que va más allá de la fisiología para profundizar en el interior del ser humano, a veces con la pericia narrativa que hay en los Intermezzi que rematan cada capítulo, episodios que relatan las distintas variantes de los encuentros entre el médico y el paciente y las reacciones enfermizas de algunas de esas personas. El despliegue de impresionantes fotografías del siglo XIX y comienzos del XX completan una intrahistoria del dolor, el sufrimiento y la muerte.

Luis E. Aldave