29/10/06

Las aventuras de Wesley Jackson




William Saroyan.
Las aventuras de Wesley Jackson.
Traducción de Jordi Martín Lloret.
Acantilado. Barcelona, 2006



Más atento a la propaganda que a la verdad y menos pendiente de la realidad que de la imagen que proyectaba, el ejército de EE. UU. encargó durante la Segunda Guerra Mundial a William Saroyan una novela para ensalzar la vida castrense y fomentar el alistamiento voluntario.

Saroyan empezó a escribirla en Londres:

Me llamo Wesley Jackson, tengo diecinueve años y mi canción favorita es Valencia. Supongo que tarde o temprano todo el mundo se busca una canción favorita. Yo sé que la mía es ésa porque no paro de cantarla ni de oírla, incluso dormido.

Así comienza Las aventuras de Wesley Jackson, que publica la editorial Acantilado con el esmero que la caracteriza.

William Saroyan, norteamericano de origen armenio, era ya un narrador muy popular en los Estados Unidos. Tenía fama, a través de sus relatos breves, de hombre de buen humor, optimista, compasivo y bondadoso. Eso le diferenciaba radicalmente de escritores como Dos Passos, Hemingway o Steinbeck y debió de influir en la elección de su nombre por la inteligencia militar para que escribiera aquella novela propagandística.

Saroyan, que no debía de saber decir que no, aceptó el encargo. Pero, como el personaje de su novela, un muchacho de 19 años retraído y tímido que es el protagonista y el narrador, el novelista acabó por declarar en aquella novela que la guerra era una mierda y el ejército, una reunión de indeseables.

Asustado, confuso y finalmente furioso lo decía, como su personaje ante el coronel, sin maldad, con espontaneidad primaria. Pero eso no le disculpó ante los militares, que rechazaron con igual naturalidad esta novela, que se publicó en 1946 y que sesenta años después mantiene su frescura y su vitalidad.

Quizá no exista un alegato más duro contra la guerra y la propaganda patriótica y el militarismo. El efecto es más cáustico porque la crítica procede de alguien (Wesley Jackson/ William Saroyan) de buena voluntad, ingenuo y sincero, de quien en principio no podía esperarse esa acritud demoledora.

Conocido sobre todo como uno de los maestros del relato breve norteamericano, de Saroyan (1908-1981) había publicado Acantilado dos recopilaciones de su narrativa breve (El joven audaz sobre el trapecio volante y la imprescindible Me llamo Aram) y novelas como La comedia humana.

Todos esos libros, como estas Aventuras de Wesley Jackson, muestran a un narrador dotado de enorme facilidad para contar historias que provocan el interés de todo tipo de lectores. Son obras que con frecuencia se alimentan de su experiencia autobiográfica, pobladas de gente joven y bondadosa que, cuando tiene que decir algo desagradable o denunciar una mentira, lo hace con la devastadora espontaneidad de un fenómeno natural. Con la fuerza imparable de la conciencia.

De ahí, y no de una consumada altura literaria, procede la fuerza de Saroyan y el interés de su obra.

Santos Domínguez