19/10/06

Diarios de Zenobia



Zenobia Camprubí.
Diario. 3. Puerto Rico (1951-1956)
Edición de Graciela Palau de Nemes.
Alianza Literaria. Madrid, 2006.

Hace más de veinte años que Graciela Palau de Nemes recopiló los dos primeros tomos del diario que Zenobia Camprubí llevó a lo largo de otros veinte años de exilio: El diario de Cuba (1937-1939) y el de Estados Unidos (1939-1950).

En 1993, la profesora Palau de Nemes tuvo que abandonar por razones personales la edición del material que estaba preparando para que formara parte de una tercera entrega, la última, de los diarios de Zenobia: la correspondiente a los últimos años de su autora y de Juan Ramón Jiménez en Puerto Rico.

Terminada afortunadamente esa labor, Alianza Literaria publica este tercer tomo de los diarios que Zenobia escribió durante los últimos años de su vida, entre 1951 y 1956. Y aprovechando esta primera edición, se reeditan los dos anteriores, que estaban agotados desde hace algún tiempo.

Se completa de esa manera un material de más de mil páginas que Zenobia empezó a escribir en La Habana en 1937 y que mantuvo hasta mes y medio antes de su muerte en 1956, justo en los días en que a Juan Ramón le daban el Nobel, hace ahora cincuenta años.

Un material de enorme importancia literaria y sociocultural, porque no sólo es el monólogo de una mujer inteligente, sensible y sobre todo paciente con alguien tan difícil de soportar como el poeta. Porque Zenobia fue una mujer esencial en la vida de Juan Ramón Jiménez durante más de cuarenta años, pero eso no tendría más interés que el puramente privado si no hubiera desarrollado una ardua labor en la conservación y ordenación de su obra.

Zenobia, que se había educado en Estados Unidos y era una mujer moderna, detestaba el papel subalterno de la mujer casada en España, no se hubiera casado con Juan Ramón si no hubiera sabido que sería ella la que llevaría el peso de la casa y la responsabilidad de su administración cotidiana. De alguna manera debía de intuir que vivir con Juan Ramón era otra forma de estar soltera.

Del desconcierto y la inactividad de un Juan Ramón desorientado en Cuba en los primeros años de exilio se hablaba en el primer tomo. El segundo daba importantes informaciones sobre la composición de Espacio y Tiempo, los Romances de Coral Gables o Una colina meridiana. Y el tercero, que cierra el ciclo diarístico, recoge también el cierre de la producción poética de Juan Ramón.

Era el momento apremiante de revisar y reunir defiinitivamente la obra abundantísima del poeta. De esa labor que llevó a cabo en sus últimos años Zenobia sobreponiéndose al desánimo, al exilio y a la soledad, a las psicosis insoportables del poeta y al dolor físico que la acosó, se habla en este tercer tomo del Diario en los años de Puerto Rico.

Se refleja aquí la actividad desatada de quien sabe dos cosas: que su trabajo es importante y que aunque no le queda mucho tiempo no está dispuesta ni a la rendición ni a la autocompasión. Y drogada por el dolor, pero lúcida y urgente, se afana en ordenar los materiales ingentes de la Tercera antología poética.

Las fechas en las que Zenobia escribe con más frecuencia coinciden con las más críticas de su vida: el comienzo del exilio, con sus conflictos interiores y sus desajustes, y al final de su vida, cuando Juan Ramón sufría más trastornos mentales y ella luchaba contra un cáncer que la iba minando aceleradamente. Cuando su existencia es tranquila, Zenobia escribe poco o no escribe.

En este tercer tomo, una Zenobia enferma se afana en dos actividades que la preocupan especialmente: en organizar la edición de la obra de Juan Ramón y en dejar resuelta la situación vital de quien ya sin duda iba a sobrevivirla.

Como en la vida que refleja, hay de todo en este tercer diario: desde una oscura premonición de su enfermedad el 16 de octubre de 1951, meses antes del diagnóstico, hasta el zapatillazo que le lanza el 21 de agosto de 1955 un Juan Ramón enfadado que se resiste a la higiene personal, pasando por una carta de Goethe felicitando a Juan Ramón por la traducción de Platero y yo al alemán (13 de marzo de 1955).

Cenas, hospitales, problemas con las editoriales o con vecinos molestos, la economía doméstica o la higiene del poeta, que se resiste al agua y a los peluqueros y no quiere tomar las medicinas y acaba poniendo a Zenobia de los nervios con sus variadas psicosis, con sus simulaciones de enfermo imaginario.

Seguramente andan por debajo de estas situaciones las claves de algunas irregularidades e incongruencias de Lírica de una Atlántida, una recopilación de libros y versiones que tiene a veces el aire de un borrador silvestre.

Además de la edición, la introducción y las notas a pie de página, Graciela Palau ha escrito un epílogo (Muerte y ausencia de Zenobia Camprubí) en el que evoca los últimos meses de un Juan Ramón desorientado, superviviente y viudo, aún más retraído y más abandonado de sí mismo que hasta entonces.

El índice de personas del final de cada tomo es tan útil como imprescindible en una obra como esta que admite una lectura continua, fácil y gustosa, y que puede utilizarse también como obra de consulta de nombres relacionados con Juan Ramón y su obra.

Lo decía arriba: este es un texto de evidente importancia sociocultural y literaria, pero es también el conmovedor testimonio personal de una mujer admirable sobre la que se aporta un material gráfico no muy abundante, pero muy significativo.

Habrá lectores - concluye Graciela Palau de Nemes al final de su texto de reconocimiento y advertencia- que se valdrán del contenido de este triste Diario 3 para desmerecer a Zenobia y al poeta, como ya lo han hecho con los anteriores. Pero "la inmensa minoría" sabrá leerlo con justicia y equidad.


Santos Domínguez