Juan Ramón Jiménez.
Lírica de una Atlántida.
(1936-1954)
Edición renovada de Alfonso Alegre Heitzmann.
Tusquets Editores. Barcelona, 2019
"Lírica de una Atlántida es el título bajo el cual Juan Ramón Jiménez quiso reunir en un solo volumen la obra poética que compuso tras su exilio en América durante los veinte últimos años de su vida. El proyecto permaneció inédito, desde la muerte del poeta en 1958 hasta 1999, año en el que publiqué la primera edición del libro, después de trabajar durante unos meses inolvidables en la sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico", escribe Alfonso Alegre Heitzmann en el prólogo de su edición renovada en Tusquets de Lírica de una Atlántida, de cuya primera publicación en la colección de poesía de Galaxia Gutenberg se cumplen veinte años.
Se recuperaba así y se organizaba por primera vez hace dos décadas en un solo volumen y con el criterio del propio poeta la totalidad, inédita en parte hasta entonces, de la poesía última de Juan Ramón, la de su tercera etapa, que él llamaba su 'época suficiente o verdadera', en la que su obra profundiza hacia la esencial vinculación con la naturaleza y el universo mediante la palabra, la poesía y la belleza unificadas en la conciencia del creador. Es un proceso de acercamiento a la plenitud poética en cuatro entregas:
En el otro costado, que escribió entre 1936 y 1942, y al que pertenecen textos imprescindibles como las 'Canciones de la Florida', 'Espacio' o los 'Romances de Coral Gables'; Una colina meridiana (1942-1950), con los poemas de 'Hacia otra desnudez', 'Canciones de Queensbury' o 'Cementerio de Arlington'; Dios deseado y deseante. Animal de fondo, compuesto entre 1948 y 1952 con las secciones 'Ciudades', 'Mar abajo' o 'Mar arriba', y el final De ríos que se van, escrito entre 1951 y 1954, un libro de despedida al que pertenece este poema en prosa:
A ESTA MÚSICA CÁLIDA
Morir es no oír más esta música cálida que está sonando ahora; no oírla de la mano del amor. Es no oír más la mar esta que suena con la música, el silencio que escucha, de la luna; no oírlos de la mano del callar.
No oír más lo que clama el dolor con el amor, lo que grita el amor con el dolor, a esta música cálida que ahora está sonando sobre el son de las olas de la mar, son de las olas de la mar, las olas de la mar, de la mar.
Cuatro libros escritos entre 1936 y 1954 que constituyen, señala Alegre Heitzmann, un corpus poético que "nos lleva, casi día a día, como en un 'Diario de vida y muerte' -expresión creada por el propio Juan Ramón en esos años- por los caminos de su exilio. Cada uno de los cuatro libros que lo componen conforma un capítulo, un testimonio poético único de ese peregrinar."
Cierra la edición un importante aparato de notas que recorren la historia textual de poemas como 'Espacio', una cima de la poesía española cuya importancia resume así el editor:
"Octavio Paz fue lúcido al señalar la excepcionalidad de 'Espacio' en la historia de la poesía moderna. El gran poema de Juan Ramón dialoga con los mejores poemas extensos de la modernidad en cualquier lengua, desde Canto a mí mismo de Walth Whitman hasta La tierra baldía o los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot, y es en ese contexto y en ese diálogo que habría que leerlo como lo que es: uno de los grandes poemas universales de nuestro tiempo. Sin embargo, lo que Paz no percibió es que esa excepcionalidad no se encuentra solo en 'Espacio', sino en toda la obra última de Juan Ramón. [...] Un corpus poético único que, reunido en Lírica de una Atlántida, abre un tiempo nuevo para la poesía del siglo XXI."
Culminaba con ese ciclo lírico una aventura poética radical que se sustenta en una concepción metafísica de la realidad y en la que Juan Ramón suma reflexión y experiencia, sentimiento y pensamiento en busca de la plenitud de la poesía y del ser en la construcción de una nueva voz que -explica Alfonso Alegre- “ya no es sólo la del poeta y que sin embargo lo es más que nunca; callada palabra verdadera que hace por fin posible que la poesía sea sólo poesía, pura poesía en la que el mundo se nombra.”
De eso hablaba Juan Ramón en una conferencia de 1940, Poesía y literatura, en la que defendía la idea de que "la mejor lírica española ha sido y es fatalmente mística, con Dios o sin él, ya que el poeta, vuelvo a decirlo de otro modo, es un místico sin un dios necesario."
En esa clave hay que leer Lírica de una Atlántida y la exaltación mística de estas palabras encendidas del Fragmento tercero (Sucesión) de 'Espacio':
Mi destino soy yo y nada y nadie más que yo; por eso creo en Él y no me opongo a nada suyo, a nada mío, que Él es más que los dioses de siempre, el dios otro, rejidos, como yo por el Destino, repartidor de la sustancia con la esencia. En el principio fue el Destino, padre de la Acción y abuelo o bisabuelo o algo más allá, del Verbo.
Santos Domínguez