El Diccionario de Samuel Johnson.
Compilado por Gonzalo Torné.
Debate. Barcelona, 2019.
“Las grandes obras se hacen no con la fuerza, sino con la perseverancia”, escribió Samuel Johnson en su Diccionario del idioma inglés, una obra monumental fruto de su perseverancia durante casi diez años de trabajo. Una exhaustiva recopilación lexicográfica que acometió casi individualmente, como Sebastián de Covarrubias en España un siglo y medio antes con su Tesoro de la lengua castellana o española.
Elaborado entre 1747 y 1755 por encargo de un grupo de editores y orientado a un público lector cada vez más amplio, se convirtió en el más decisivo de los diccionarios de la lengua inglesa porque sentó las bases metodológicas de todas las empresas lexicográficas que vinieron después. Con más de 42.000 entradas en la primera edición, es también un diccionario de autoridades, pues sus definiciones se apoyan en citas literarias de Shakespeare, Milton o Swift.
“Además de una foto fija, el Diccionario puede leerse también como un mapa del idioma inglés, una ciudad que no ha sido trazada desde cero como las urbes ideales del Renacimiento, o siguiendo criterios racionales como en los ensanches reticulados, sino más bien como una de esas plazas italianas donde se mezclan estratos valiosos, supervivientes de siglos y estilos arquitectónicos distintos, que en adelante irán deteriorándose, restaurándose, remodelándose, ampliándose, abandonándose, cambiando de función o demoliéndose al imprevisible ritmo de las necesidades y caprichos de sus ciudadanos," escribe Gonzalo Torné en el texto introductorio -El diccionario como forma literaria- de la selección de entradas del Diccionario de Johnson que publica Debate.
“Mi idea inicial fue preservar la pureza y precisar el sentido de nuestro idioma, y con ese propósito, la defensa del inglés, me adentré en la tarea propuesta. En un principio parece sencillo establecer un criterio; el mío era admitir solo aquellas palabras que fuesen inequívocamente inglesas, de manera que el diccionario abarcaría solo los vocablos que empleamos a diario en la relaciones corrientes de la vida cotidiana, y también aquellos que aparecen en los textos firmados por nuestros escritores, siempre que hayan recibido una educación esmerada”, explicaba Johnson en su Plan para escribir un diccionario de la lengua inglesa, primero de los tres textos que preceden al corpus lexicográfico.
En ese texto Johnson describe el proceso y el método que ha seguido en la elaboración del diccionario. Aborda en esas páginas cuestiones de filosofía del lenguaje y destaca la relevancia que en su trabajo tienen la fijación de la ortografía y la pronunciación como factores de estabilidad del idioma:
“Con este largo discurso, mi señor, lo que pretendo es señalar con claridad meridiana la naturaleza de mi propósito al emprender la redacción de este diccionario: estabilizar el idioma, subdividirlo en partes más pequeñas y resolver cuáles son sus principios elementales”, además de “interpretar estas palabras y frases y definirlas sin extenderme demasiado, con perspicacia, de manera que no se tenga que recurrir a informaciones adicionales.”
Otros dos textos preliminares reflejan la sutileza intelectual y lingüística de Samuel Johnson: el Prefacio a un diccionario del idioma inglés, que contiene una lúcida reflexión filológica sobre la lengua y las formas de afrontar su estudio, y una breve Historia de la lengua inglesa.
Usos, costumbres y definiciones de las palabras que conforman la lengua inglesa. Incluye términos que aparecen en Shakespeare y otros grandes autores de la literatura británica. Así se anunciaba el Diccionario de Samuel Johnson, que contiene entradas como estas:
Bruja. 1 Por lo general suele tratarse de una mujer vieja; es una palabra despectiva con la que se pretende denigrar el deterioro de la última etapa de la vida, que está plagada de soledades, recuerdos tristes y miseria. 2 Hechicera, persona diestra en los conjuros, dedicada a la magia.
Cambista. Miserable que se gana la vida comprando y vendiendo dinero.
Pensión. 1 Asignación ofrecida a cualquiera sin justificación alguna. En Inglaterra suele regalarse a empleados del Estado en pago por su traición. 2 Subsidio económico que se concede de manera arbitraria.
Pirata. 1 Ladrón que actúa en el mar. 2 Por extensión cualquier ladrón, en especial aquel que roba libros o que hace pasar por suyos los originales o manuscritos que ha escrito otro hombre.
Químico. Persona que filosofa mediante el fuego.
Rechoncho. Gordo, grasiento; persona que recuerda más a una masa amorfa que a un atleta con el cuerpo bien perfilado.
“¿Qué sentido tiene traducir el mapa de un idioma ajeno, trazado hace casi tres siglos?”, se pregunta Gonzalo Torné antes de concluir:
Con la venia del reconocimiento actual que goza la expansión de lo literario fuera de los géneros convencionales y estipulados, y con el precedente de la praxis del propio Johnson, me atrevo a proponerle al lector que se adentre en este Diccionario como si se tratase de una obra literaria. Diría que por momentos sus páginas son el mayor espectáculo aforístico de la historia, que en otros momentos (cuando Johnson lanza sus célebres definiciones acumulando adjetivos que van matizándose mutuamente) parecen tratados sobre la lógica del idioma, que hay fogonazos poéticos, breves lecciones de moral, humor voluntario o involuntario, tratados etnológicos, pesquisas detectivescas... Pero quizá lo mejor sea leerlo como lo que es: una extraordinaria pieza literaria en forma de diccionario.
Bruja. 1 Por lo general suele tratarse de una mujer vieja; es una palabra despectiva con la que se pretende denigrar el deterioro de la última etapa de la vida, que está plagada de soledades, recuerdos tristes y miseria. 2 Hechicera, persona diestra en los conjuros, dedicada a la magia.
Cambista. Miserable que se gana la vida comprando y vendiendo dinero.
Pensión. 1 Asignación ofrecida a cualquiera sin justificación alguna. En Inglaterra suele regalarse a empleados del Estado en pago por su traición. 2 Subsidio económico que se concede de manera arbitraria.
Pirata. 1 Ladrón que actúa en el mar. 2 Por extensión cualquier ladrón, en especial aquel que roba libros o que hace pasar por suyos los originales o manuscritos que ha escrito otro hombre.
Químico. Persona que filosofa mediante el fuego.
Rechoncho. Gordo, grasiento; persona que recuerda más a una masa amorfa que a un atleta con el cuerpo bien perfilado.
“¿Qué sentido tiene traducir el mapa de un idioma ajeno, trazado hace casi tres siglos?”, se pregunta Gonzalo Torné antes de concluir:
Con la venia del reconocimiento actual que goza la expansión de lo literario fuera de los géneros convencionales y estipulados, y con el precedente de la praxis del propio Johnson, me atrevo a proponerle al lector que se adentre en este Diccionario como si se tratase de una obra literaria. Diría que por momentos sus páginas son el mayor espectáculo aforístico de la historia, que en otros momentos (cuando Johnson lanza sus célebres definiciones acumulando adjetivos que van matizándose mutuamente) parecen tratados sobre la lógica del idioma, que hay fogonazos poéticos, breves lecciones de moral, humor voluntario o involuntario, tratados etnológicos, pesquisas detectivescas... Pero quizá lo mejor sea leerlo como lo que es: una extraordinaria pieza literaria en forma de diccionario.
Santos Domínguez