María Zambrano.
Filosofía y poesía.
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2017.
“Hoy poesía y pensamiento se nos aparecen como dos formas insuficientes; y se nos antojan dos mitades del hombre: el filósofo y el poeta. No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía. En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. La filosofía busca, requerimiento guiado por un método.”
En ese párrafo se resume el punto de partida de Filosofía y poesía, uno de los libros fundamentales de María Zambrano que reedita el Fondo de Cultura Económica.
Publicado en 1939, revisado por la autora en 1987 y articulado en cinco secciones -Pensamiento y poesía; Poesía y ética; Mística y poesía; Poesía y metafísica; Poesía-, es una luminosa indagación en las conexiones entre filosofía y lenguaje, entre razón y revelación que constituye el eje programático de la razón poética que constituye el centro del pensamiento de María Zambrano, discípula de Ortega y Gasset, que transformó la razón vital de su maestro en razón poética.
Nadie ha reflexionado más lúcidamente ni con más sutileza en nuestra cultura sobre las relaciones entre pensamiento y poesía, entre filosofía y creación, sobre la necesaria vinculación entre la razón filosófica y el conocimiento poético, en busca de un punto de encuentro en el que coincidan pensamiento y palabra poética, “ese temblor que queda tras de todo buen poema y esa perspectiva ilimitada, estela que deja toda poesía tras de sí y que nos lleva tras ella; ese espacio abierto que rodea toda poesía”.
Se trata de unir las actitudes del poeta y el filósofo en la propuesta de un logos mediador en su común aproximación a la realidad. Conocimiento y revelación reconciliados en la integración de razón e intuición que está en la base de la razón poética zambraniana y en su defensa de la poesía como forma de conocimiento:
“Pero, ¿no tendrán —poesía y poeta— su justificación, su propio reino? No habrá en todo el universo, en ese universo que el poeta ama tanto y con tanto fuego, ningún sitio para él? ¿Más allá de la justicia, no habrá nada para el poeta? El poeta no pide, sino que entrega; el poeta es todo concesión. ¿No le será concedido nada? Se puede pedir en nombre de la justicia. Pero quien de verdad da algo, no lo hace en nombre de ella. Quien da y quien da más de lo que se le pide, y casi tanto como se espera, lo hace porque le viene su don de más allá de la justicia; de más allá de lo que remunera a cada uno, con lo que le pertenece. Porque este don de la poesía no es de nadie y es de todos. Nadie le ha merecido y todos, alguna vez, lo encuentran.”
Santos Domínguez