28/11/16

Luce López-Baralt. Asedios a lo indecible


Luce López-Baralt.
Asedios a lo indecible. 
Trotta Editorial Madrid, 2016.

“No hay en nuestra lengua una poesía más sobrecogedoramente hermosa ni más cargada de secretos insospechados y de lecciones trascendentes que la de San Juan de la Cruz”, escribe Luce López-Baralt en Asedios a lo indecible. San Juan de la Cruz canta al éxtasis transformante, que publica Trotta Editorial en un volumen que incorpora en apéndice la transcripción de los dos manuscritos (Sanlúcar y Jaén) del Cántico Espiritual, la Noche oscura del alma y la Llama de amor viva.

Asedios en forma de lectura, de estudios que intentan acercarse a ese ‘no se qué que quedan balbuciendo’ que resume la experiencia mística de San Juan de la Cruz. Una experiencia mística que, por su carácter irracional e intransitivo, es esencialmente inefable y plantea en consecuencia la dificultad de ser traducida a la lógica de la expresión lingüística.

‘Sólo el que por ello pasa lo sabrá sentir, mas no decir’, escribía el poeta en el prólogo de la Subida del Monte Carmelo, el comentario en prosa de la Noche oscura del alma. Porque en el camino de vuelta del poeta tras la experiencia secreta e intransferible de la vía unitiva, la palabra se revela insuficiente y genera un conflicto creativo ante las limitaciones verbales de lo inefable para comunicarlo. 

El estudio de López-Baralt profundiza por medio de una lectura creativa en esa lucha por la expresión a través de asedios en lo insondable, en lo nocturno, en la experiencia abismada del místico, en esa “soledad incomunicable” a la que aludía María Zambrano a propósito de San Juan de la Cruz.

En la búsqueda expresiva que intenta resolver verbalmente la emoción de la experiencia indecible, la poesía es el cauce más adecuado para comunicar la irracionalidad del trance místico. Y por eso cuando a San Juan lo obligaron sus superiores a explicar sus poemas con los comentarios en prosa, la calidad de sus textos no se acerca ni de lejos a la potencia literaria de los versos comentados forzadamente.

Y porque la unión mística del éxtasis ni se puede decir ni se puede entender, el poeta místico se mueve siempre, como señaló José Ángel Valente, entre dos imposibilidades: la del decir y la del no decir para configurar una práctica estilística en el ámbito de la sugerencia y de lo misterioso y en el límite de las posibilidades expresivas de la lengua. 

Desde la aceptación de esa perspectiva, Luce López-Baralt afronta la lectura desde esta ladera de los tres grandes poemas sanjuanistas- el Cántico, la Noche oscura y la Llama- y la elucidación de la simbología enigmática de sus imágenes a partir de “la alquimia ininteligible del éxtasis transformante.” 

Además de la evidente influencia del Cantar de los Cantares y del neoplatonismo, no se descarta la posible confluencia en los poemas sanjuanistas de la mística sufí en símbolos como la azucena, la noche o el pájaro solitario, porque "acaso el ambiente monacal, resguardado y secreto, guardó como en un prodigioso frasco de alcohol estas imágenes de remoto origen islámico mejor que otros espacios intelectuales más abiertos como la universidad o la corte."

Con la lucha por la expresión al fondo, la profesora portorriqueña desmenuza en su análisis y sus comentarios el proceso con el que “el poeta batalla con un lenguaje poético que amenaza con venirse abajo a cada momento por el esfuerzo comunicativo descomunal que le ha impuesto a los versos.”

Santos Domínguez