Edgar Allan Poe.
Cuentos completos.
Varios traductores.
Introducción de
Thomas Ollive Mabbot.
Penguin Clásicos. Barcelona, 2016.
Es a la vez la raíz, el tronco, las ramas y los frutos del árbol de la narrativa contemporánea, que nace también en ese territorio fértil que se llama Edgar Allan Poe, sin el cual –como destacó Borges- no se puede concebir la literatura actual.
Escribió decisivamente poesía y relatos y como crítico elaboró una filosofía de la composición, una teoría del cuento y del efecto único en la poesía y el relato sobre la base de la intensidad y la brevedad. Abordó en sus textos temas científicos y horrores variados, el misterio policial y la aventura y en más de una ocasión practicó la parodia de los viejos modelos narrativos. Revitalizó la narración de terror en La caída de la casa Usher y la de aventuras en El escarabajo de oro, fundó el relato policiaco con La carta robada y Los crímenes de la rue Morgue y fue el primero que hizo que el horror se independizara de la escenografía y que la sensación de terror surgiera en el interior del personaje y se transfiriera luego al lector.
Construyó obras maestras imprescindibles y replanteó la creación literaria desde la premeditación y su capacidad para la creación de atmósferas y para bucear en los mecanismos mentales que generan el efecto del terror.
"El horror no proviene de Alemania, sino del alma", afirmaba Poe en una frase que resume gran parte de su literatura, en la que conviven la venganza y la culpa. Esa fue su aportación decisiva a la narrativa gótica: la idea de que el horror no es algo que venga de fuera ni se sustente en la escenografía, sino que vive en el interior del personaje, como ocurre en uno de los paradigmas de esa propuesta, El corazón delator, donde el horror y el remordimiento acaban devorando al asesino.De ahí la importancia del efecto de inmersión que suele buscar en sus relatos en primera persona, la eficacia de la perspectiva insuficiente del narrador-personaje y en el uso magistral del punto de vista narrativo.
De Poe, que quiso ser el primer narrador profesional de Norteamérica, arranca una nueva manera de entender el cuento; sus relatos fundan las modalidades narrativas detectivescas, fantásticas, de ciencia ficción o de terror; profeta del simbolismo, renovó las formas de relación del narrador con el lector, los métodos para plantear el ambiente o el trazado psicológico del personaje.
Entre sus relatos imprescindibles, las tres narraciones protagonizadas por Auguste Dupin, que son el origen del género policiaco, la raíz de la literatura analítica de detectives, tal como explicó tempranamente Conan Doyle.
Relatos como El barril de amontillado, El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher o Ligeia -el que prefería Poe- son referencias ineludibles en la construcción del canon del cuento contemporáneo. Quizá más que en América en Europa, donde las tempranas traducciones de Baudelaire lo convirtieron en un modelo para el simbolismo.
Poe ensayó una forma mixta de relato policial y de aventuras en El escarabajo de oro y contribuyó de forma decisiva a construir el relato de ciencia-ficción con una docena de cuentos que fijaban en la práctica las características de un género emergente en la época de Poe. En uno de ellos, Mellonta tauta, previó los rascacielos neoyorkinos.
Su Filosofía de la composición revela a un autor consciente de los mecanismos que maneja en su poesía y sus relatos. Un autor que huye de la improvisación y las teorías espontaneístas para supeditar la composición del texto al desenlace y al efecto único que debe producir en el lector. Controladas esas dos claves, calculado el efecto y previsto el desenlace, llega el momento de escribir. Y los demás elementos (personajes, conflicto, ambiente, punto de vista y voz narrativa) deben subordinarse a la creación de esa unidad de efecto.
Porque Poe unió la precisión matemática del diseño al efecto mágico de lo misterioso y combinó la brevedad y la intensidad en una literatura que es suma de técnica y precisión analítica, de las revelaciones opiáceas y los delirios alcohólicos que alimentaron su locura lúcida.
Su escritura despreció por igual la improvisación y el didactismo, la temática moralizadora y el descuido técnico. Sus textos teóricos y sus relatos siguen siendo hoy un referente modélico para los aprendices de escritores y para los narradores de oficio acreditado.
Pero Poe es, sobre todo, literatura en estado puro, una invitación al placer de la lectura. No hacen falta excusas para leerlo o releerlo, y menos aún si la invitación es tan irresistible como la de esta edición en Debolsillo, en la que cada uno de los setenta cuentos va precedido de un comentario introductorio.
Una edición presentada por un estupendo prólogo de Thomas Ollive Mabbot, seguramente el mejor especialista en la obra de Poe, y rematada con un epílogo plural que reproduce los prefacios que Poe escribió para Tales of the Folio Club y Tales of the Grotesque and Arabesque, además de dos estudios imprescindibles -Edgar A. Poe. Su vida y sus obras y Nuevas notas sobre Edgar A. Poe- de su primer traductor europeo, Charles Baudelaire.
Santos Domínguez