29/3/16

Formas de ser, formas de estar. Bhagavadgītā


Bhagavadgītā.
Edición bilingüe de Juan Arnau.
Atalanta. Gerona, 2016.

“Hace tiempo que esperábamos una traducción de la Gita como la que nos trae Juan Arnau. Demasiado a menudo se ha vertido a nuestra lengua de una forma falsamente literal, sometiendo a torturas a la clara lengua castellana, retorciéndola con el alambre de una fidelidad mal entendida para adaptarla fraudulenta e innecesariamente a la sintaxis del original. Por eso es bienvenida esta nueva traducción, que refleja la elegancia, la sencillez y la profundidad del texto original”, escribe Óscar Pujol en la Presentación de la edición del Bhagavadgītā que ha preparado Juan Arnau para Atalanta.

Compuesto en el siglo II a.C., El canto del bienaventurado es uno de los textos centrales del Mahabharata, el poema épico cuyos episodios se construyeron a lo largo de un milenio. Los 700 versos del Bhagavadgītā son, en el conjunto de ese largo poema de 212.000 versos, una parte menor en extensión, pero central en su significado, pues contienen una síntesis de los principios del hinduismo.

A partir del diálogo entre Arjuna, el héroe que duda antes de entrar en la batalla, y su auriga y amigo Krishna, el héroe divinizado que se identifica a menudo con Visnú, que le anima a combatir, esa curiosa apología de la guerra que asombraba a Borges plantea la la vida como un campo de batalla, como un camino de perfección y un ejercicio de sabiduría hacia el nirvana y la calma del espíritu.

A lo largo de esa conversación entre Arjuna y Krishna se produce, señala Juan Arnau en su estudio introductorio, la integración de las distintas “formas de estar en el mundo: la devoción, las industrias y la filosofía.” 

La idea de la reencarnación, el contraste entre la acción y la contemplación, la inserción del espíritu en lo cósmico, la naturaleza y el conocimiento, el tiempo y la meditación son los ejes que articula una obra que, como explica Arnau, “ha sobrevivido a las lecturas más solícitas y a las más abyectas, a celosas traducciones y a traducciones desorientadoras”, porque “las emociones que suscitan sus páginas quizá sean eternas, pero el paisaje desde el que se las lee ha cambiado y lo seguirá haciendo.”

Santos Domínguez