Santiago Montobbio,
Sobre el cielo imposible.
El Bardo. Barcelona, 2016.
Sobre el cielo imposible es el título que cierra la tetralogía en la que Santiago Montobbio ha ido recogiendo la actividad poética torrencial que el autor desarrolló en 2009 tras veinte años de silencio.
Una asombrosa cantidad de poemas: cerca de mil textos que se han organizado en los tres tomos anteriores -La poesía es un fondo de agua marina, Los soles por las noches esparcidos, Hasta el final camina el canto- a los que se añade ahora Sobre el cielo imposible, que acaba de aparecer, como los otros, en El Bardo, con casi doscientos cincuenta textos.
Desde el fondo marino hasta este cielo imposible, se llega así a un total de 942 poemas que constituyen un todo homogéneo en temas y estilo, porque fueron acumulados compulsivamente en un proceso de escritura febril que explica finalmente su unidad de tono.
Ligados a los anteriores no sólo porque responden a un mismo momento creativo y a idéntico ímpetu, sino porque insisten en la exploración de temas y actitudes que Santiago Montobbio había mostrado en ellos y en la reunión de memoria, sentimiento, vida y poesía como ejes vertebrales de su escritura:
Así en mi corazón yo lo prosigo mientras lo recuerdo, y sé que aún vibra en el aire e ilumina mientras es de noche. Sobre el cielo imposible y la noche oscura. La poesía, verdad de los hombres, vida hasta la muerte y más allá de la muerte, en su temblor que a oscuras o sobre el cielo aún dura, perdura, vibra.
El equilibrio entre la mirada exterior y la interior, el destello de la revelación en el paisaje, la evocación del pasado y el constante discurrir de la reflexión personal al diálogo con los otros, de las playas y los pinares a la conciencia de la temporalidad o al sentido revelador del lenguaje y a la reivindicación de la poesía como búsqueda, como forma de consuelo y de conocimiento, como una forma de estar en el mundo.
En medio de ese proceso la escritura de Santiago Montobbio, entre la luz y la sombra, construye no solo al poeta sino a la persona, que adopta un tono confesional en el poema que lleva el número 881, el más llamativo del libro por varias razones: por la utilización de la prosa, por su extensión y porque quizá es el más directo y desgarrado del volumen:
He vuelto a escribir, pero también regalaría esos poemas, preferiría que no hubieran nacido, y que tú me hubieras querido. Preferiría amor y no una urgente, explosiva, torrencial respuesta al silencio ante ese amor. A la distancia y a la ausencia. El amor me ha hecho volver a la poesía pero también me ha arrasado. Años solos, años puros, años duros. Sobre un amor perdido. Sobre tu nombre roto y que casi no digo. Así estos poemas han nacido y así te los regalaría, si los quisieras, si sirvieran de algo.
Porque el amor se convierte, junto con la reivindicación de la vida y la conciencia del tiempo, en el centro temático de estos poemas:
MÁS CERCANÍA NO ME HAS DEJADO,
o no has querido. Más cercanía,
más calor. Pero sólo ha habido
silencio y olvido. Desde mi calor
te he dicho, y tu silencio
me ha respondido: al amor
con olvido. Así ha sido.
Así la vida ha transcurrido
Santos Domínguez