William Wordsworth.
Poemas escogidos.
Selección y traducción de José Manuel Mora Fandos.
La Isla de Siltolá. Colección Arrecifes.
Sevilla, 2015.
En el Prefacio a la primera edición en 1800 de las Baladas líricas William
Wordsworth (1770-1850) dejó fijada una de las definiciones más perdurables de
la poesía – La emoción recordada en tranquilidad- y junto con Coleridge, el
otro poeta de los lagos, fundó el movimiento romántico inglés con la
publicación de ese libro escrito entre los dos.
A ese volumen pertenecía Tintern Abbey, un poema –casi
panteísta, casi incestuoso- que Worsdworth fechó el 13 de julio de 1798 tras un
segundo viaje a ese lugar emblemático del sur de Gales.
Decidió añadir ese texto para cerrar la edición que se
estaba preparando de las Baladas líricas, que aparecerían ese mismo año y que
contenían veinte poemas suyos y cuatro de Coleridge.
Desde entonces, junto con El Preludio, La abadía de Tintern
-Versos escritos a unas pocas millas más arriba de la abadía de Tintern- se ha
consolidado como la mejor composición de Worsdworth y como uno de los poemas
canónicos de la poesía inglesa.
Ese es uno de los poemas seleccionados por José Manuel Mora
Fandos en la antología bilingüe que publica La Isla de Siltolá en su colección
Arrecifes. A ese poema pertenecen estos versos:
…a la naturaleza
aprendí a contemplar, no ya como en la hora
de irreflexiva juventud, sino escuchando atento
la música apacible y triste de lo humano,
ni tosca ni estridente.
Esta selección es una muestra que contiene las claves líricas y temáticas de
la poesía romántica: las ruinas medievales, la conciencia del tiempo, el
sentimiento de la naturaleza, el sueño y el ensueño, el impulso visionario y la
crisis del racionalismo, la proyección de los estados de ánimo en el paisaje,
un paisaje mental que refleja la relación problemática del poeta con el mundo,
la soledad o la distancia entre la naturaleza y la conciencia.
Enfocados con una actitud profundamente subjetiva, todos
esos temas vertebran una poesía que apenas trata de nada más que de una mirada
transcendida sobre la naturaleza. Una poesía en la que se funden el paisaje y
la autobiografía en la exploración de la memoria, la imaginación coexiste con
la experiencia, la reflexión se une a la sensorialidad y el sentimiento se
convierte en motor del pensamiento.
La de Wordsworth es una naturaleza telúrica en la que el
poeta busca la emoción y las revelaciones, el descubrimiento de su yo más
profundo:
… Y así he
percibido
la inquietante presencia, con su gozo
de altos pensamientos; un sublime sentido
de algo aún más profundo entreverado,
que habita en la luz del sol poniente,
y en los vastos océanos y en la vibrante brisa
y en los cielos azules y hasta en la mente humana.
Movimiento y espíritu que impele
a toda realidad pensante, a todo objeto del pensar,
y cruza el corazón de todo.
Una poesía de la que esta antología da una versión que
-explica el traductor- aspira “a presentar poemas en castellano. Wordsworth dio
una importancia cardinal a un ritmo y una métrica homogéneos y reconocibles
dentro de la tradición poética inglesa. En este ámbito no quiso desbordar el
cauce, sino adoptar a grandes rasgos lo que recibió, y operar allí el cometido
renovador estético que se había autoimpuesto. He querido ser fiel a esta
intención realmente estructural, de modo que también en la traducción hubiese
una percepción rítmico-métrica … española, obviamente.”
Ese es el criterio de esta cuidada antología de Poemas
escogidos en la que el propósito es “mostrar una sucinta selección que refleje
el arco literario-vital que va desde el revolucionario Lyrical Ballads, con sus
poemas de tema familiar y popular, hasta el meditativo The Prelude, con sus
amplios pasajes descriptivo-reflexivos, propios de una gran autobiografía
lírica; pasando por sonetos de diversos temas, y sus dos famosos poemas largos
de asunto filosófico: ‘La Abadía de Tintern’ y la ‘Oda. Barruntos de
inmortalidad’.
... yo
al fin quieto miraba
volverse todo calmo, como un sueño sin sueños.
Santos Domínguez