Enrique Vila-Matas.
Bartleby y compañía.
La pregunta de Florencia.
Seix Barral. Barcelona, 2015.
Bartleby y compañía, contrariamente a lo que se cree, no habla exactamente de escritores que dejan de escribir, sino de personas que viven y un día mueren, de gente que lee y de gente que un día deja de leer y de gente que muere sin haber leído nada y de gente que ama y deja de amar o ama sin ser amada, de oleadas y oleadas incesantes de seres inútiles y malolientes que vienen desde el fondo de los tiempos a hundirse, a hundirse aquí, que es a lo que venimos a este mundo, donde el instinto silencioso, el instinto de muerte, no necesita ni compañía, de tanta que tiene.
Así termina La pregunta de Florencia, el epílogo con el que Enrique Vila-Matas remata la edición conmemorativa en Seix Barral de los quince años de Bartleby y compañía, un libro emblemático en la trayectoria de su autor y en el panorama general de la narrativa española de los últimos años.
Inclasificable en su fusión de narrativa y ensayo, Bartleby y compañía puede leerse como una novela, como un rosario de cuentos, como un ensayo o como un cuaderno de notas a pie de página que comentarán un texto invisible, tal como se señala al comienzo del texto, que comienza como un diario que va a ser al mismo tiempo un cuaderno de notas a pie de página que comentarán un texto invisible y que espero que demuestren mi solvencia como rastreador de bartlebys.
Un diario que comienza el 8 de julio de 1999 un oficinista solitario, jorobado y feliz que rastreará el síndrome de Bartleby, el personaje de Melville que nunca bebe cerveza, ni té, ni café como los demás; que jamás ha ido a ninguna parte, pues vive en la oficina, incluso pasa en ella los domingos; que nunca ha dicho quién es, ni de dónde viene, ni si tiene parientes en este mundo; que, cuando se le pregunta dónde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, responde siempre diciendo:
—Preferiría no hacerlo.
Quince años antes, Vila-Matas había hecho una primera incursión en un terreno parecido, el de la metaliteratura, en Historia abreviada de la literatura portátil. Pero Bartleby y compañía daba un paso más y no sólo desdibujaba los límites genéricos, sino las fronteras borrosas que delimitan lo real y lo imaginario, la vida y la literatura, las personas y los personajes.
Con Kafka y Walser al fondo, Bartleby y compañía es un inventario de negaciones, y renuncias, un paseo por el laberinto del No de la mano de Rimbaud, de Tolstoi o de Rulfo, una mirada desde dentro a algunas claves de la literatura contemporánea: lo fragmentario y el absurdo, el sueño y las iluminaciones, el fracaso y la extravagancia, la escritura y el silencio como expresión de la conciencia moderna de que toda literatura es la negación de sí misma.
Santos Domínguez