25/6/12

Equipaje de vacaciones. Narrativa


Gabriel García Márquez.
Todos los cuentos.
Mondadori. Barcelona, 2012.

Desde La tercera resignación, un cuento de 1947, hasta El avión de la bella durmiente, de 1982, los relatos que Gabriel García Márquez fue escribiendo a lo largo de treinta y cinco años los agrupó en cuatro volúmenes: Ojos de perro azul, Los funerales de la Mamá Grande, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada y Doce cuentos peregrinos.

Esos cuentos no tienen probablemente la altura descomunal de novelas como Cien años de soledad, El otoño del patriarca o El amor en los tiempos del cólera, pero contienen una parte fundamental del legado literario del colombiano, que dedicó a la técnica del género una serie de artículos teóricos imprescindibles.

Para celebrar los quinientos títulos de su catálogo, Mondadori reúne por primera vez en un solo volumen la totalidad de la narrativa breve de García Márquez, que escribió estos textos a la vez que algunas de sus obras mayores o como preparación en cuanto a tono, ambientes, enfoques o personajes. De hecho, con sus primeros cuentos García Márquez empieza a construir un universo muy personal que pone los cimientos de El coronel no tiene quien le escriba o de Cien años de soledad. La imaginación, el realismo mágico, el decorado del trópico caribeño y los personajes desolados o excesivos contienen la semilla de su obra mayor y ponen los fundamentos técnicos y temáticos sobre los que se construirían sus novelas.



José Antonio Ramírez Lozano.
Lengua de gato.
Edelvives. Zaragoza, 2012.

Farfián, el gato de Estambul que tiene, como los animales de las fábulas, el don de la palabra; Basir, su amo, tejedor de alfombras; su hija Eminé, no nacida de mujer, sino de una paciente labor en el telar…

Cunqueiro, Calvino y las narraciones orientales son algunos de los bastidores de este tapiz, de un entramado de historias que tejen en colaboración las palabras y el silencio, lo visible y lo invisible para fundir la creación literaria y la creación del mundo.

Y el sedal de la palabra con el que se construye una urdimbre en la que se cruzan los peces y los pescadores, los tejedores de sueños y los animales fantásticos, los contadores de historias con los viajeros narradores, las ciudades del sueño con las de la arqueología.

Porque todo es de seda en esta Lengua de gato y en la trama sutil tejida por un excepcional artesano de la palabra y la imaginación como Ramírez Lozano, que obtuvo con este derroche de fabulación y buena prosa el Premio Lazarillo 2011.

Francisco García Pavón.
Una semana de lluvia.
Prólogo de Juan Bolea.
Rey Lear. Madrid, 2012.

Las tormentas de finales de agosto, cuando pintan las uvas y está a punto de empezar la vendimia y se celebran las fiestas de Tomelloso, son el telón de fondo de la intriga policiaca de Una semana de lluvia, la novela de García Pavón que acaba de rescatar Rey Lear con prólogo de Juan Bolea.

Sobre ese telón de fondo de la España rural de los sesenta, Plinio y don Lotario se enfrentan a una epidemia de embarazos y suicidios femeninos. Como en otras novelas de la serie, la rutina cotidiana queda alterada por situaciones que introducen el desorden del mal: crímenes rurales, oscuros y primitivos como los de algunas novelas provinciales de Simenon o Camilleri, cuyas claves tiene que reconstruir un Plinio confuso y perplejo que resuelve los casos con sentido común, con intuición y con la ayuda de don Lotario, un evidente homenaje a Cervantes, más Sancho que Watson. Una ayuda eficiente para desentrañar los móviles de los asesinatos, las claves psicológicas o morales del asesino, la importancia del ambiente en esa explicación de un secreto que es siempre la narración policiaca.

Una semana de lluvia no es una novela más del ciclo protagonizado por el jefe de la guardia municipal de Tomelloso y por su ayudante espontáneo. Publicada en 1971, un año después de Las hermanas coloradas, es una de las mejores muestras de la plenitud del mundo narrativo de García Pavón, de su espléndida prosa y su solvencia narrativa.


James McClure.
La canción del perro.
Traducción de Susana Carra.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.

Una de las claves fundamentales de la novela policiaca es la vinculación del crimen y el ambiente, no solo social, sino geográfico. Frente a las nieblas londinenses, los hielos nórdicos, los rascacielos neoyorkinos o los interminables horizontes manchegos, la narrativa policial del sudafricano James McClure (1939-2006) transcurre en Zululandia, la Sudáfrica del apartheid.

McClure escribió ocho novelas protagonizadas por una pareja interracial: el teniente blanco Tromp Kramer y el sargento negro Mickey Zondi, de las que hasta ahora solo se habían traducido tres al español. La canción del perro, que acaba de editar Reino de Cordelia con traducción de Susana Carra, es la última de las que publicó, aunque en su cronología interna inaugure la serie, porque supone el primer encuentro entre el detective y su ayudante.

Con una brillante mezcla de intriga y calidad literaria, de testimonio social y capacidad narrativa, de ironía y crítica política del racismo, porque –como ha declarado el propio McClure- el crimen dice mucho acerca de una sociedad.


Anna Maria Ortese.
Silencio en Milán.
Traducción de César Palma
Minúscula. Barcelona, 2012.

A caballo entre el reportaje y el relato, los siete textos con los que Anna Maria Ortese construyó Silencio en Milán buscan las claves humanas de una ciudad sobre la que se proyecta la mirada crítica y compasiva de una narradora y ensayista excepcional.

Una mirada que humaniza la ciudad y la convierte en metáfora o en metonimia de sus habitantes a base de explorar su topografía urbana y su paisaje civil: los trenes y las estaciones, la Navidad en un reformatorio, una travesía por los locales nocturnos milaneses, los aparthoteles como pirámides fúnebres, el extrarradio chabolista, la exclusión social de un desempleado calabrés invisible o la mudanza que remueve los recuerdos de dos hermanos son los ejes de los siete textos que aparecieron en 1958 y que Minúscula edita en su colección Paisajes narrados, donde ya se publicaron las crónicas narrativas de El mar no baña Nápoles.


Robert Walser.
Sueños.
Edición de Jochen Greven.
Traducción de Rosa Pilar Blanco.
Siruela. Madrid, 2012.

Prosa de la época de Biel (1913-1920) es el subtítulo de Sueños, el espléndido volumen que Siruela añade a su biblioteca Robert Walser. Reunidos por Jochen Greven y traducidos por Rosa Pilar Blanco, son una selección amplia y significativa de los abundantes textos dispersos que Walser fue publicando en la prensa periódica tras su vuelta a Biel, su ciudad natal, después de vivir en Berlín siete años críticos y decisivos en la construcción de su obra.

La vuelta a Suiza supuso para Walser un cambio de vida y de planteamientos literarios. Suponía pasar de la gran ciudad en la que había escrito tres novelas fundamentales a un ámbito doméstico, a la buhardilla de un hotel en el que vivió este periodo de excursiones modestas y largas caminatas, de paseos por la nieve o el bosque y de subidas a los montes cercanos. Son, en términos de Rousseau, las ensoñaciones de un paseante solitario.

Con esa misma modestia se planteó estos textos breves e impresionistas, a veces más largos y ambiciosos, en los que se mezclan la crónica amplia y la reflexión profunda con el telón de fondo catastrófico de la Primera Guerra Mundial y de la crisis política y cultural de aquella Europa en ruinas. Tal vez por esa creciente importancia del contexto en el que escribía, Walser muestra en los textos que publica desde 1917 hasta 1920, antes de irse a Berna, una mayor tendencia hacia el pensamiento ensayístico que a la actitud poética.

Organizados en seis secciones y rematados con un epílogo del compilador, son especialmente atractivos las evocaciones de paseos que forman parte de Breve excursión, las narraciones de Una historia endiablada o los relatos autobiográficos de Mirada retrospectiva.

Este centenar largo de textos resumen el mundo literario de Walser y adquieren una nueva dimensión significativa en el conjunto de un volumen que es una puerta abierta a su universo literario, en el que conviven el asombro y la emoción ante la belleza del mundo con las fantasías del paseante imaginativo que quisiera ser otro, diluirse en el paisaje.



Gabriel Insausti.
Cámara oscura.
Pre-Textos. Valencia, 2012.

Una mirada crítica, distante a veces y apasionada otras, recorre los diarios que Gabriel Insausti ha reunido en su Cámara oscura. Escritos entre 2001 y 2010 y subtitulados Días en Ramplona, un topónimo más irónico que desorientador, los publica Pre-Textos en su colección de narrativa y son la crónica de un naufragio contada por quien va en una nave a la deriva y quiere dejar su versión de los hechos, el relato de su propia perplejidad.

Lo íntimo y lo público, la literatura y el cine, la infancia y la familia, el campo y la ciudad, lo que pasa en la calle y la vida literaria vista desde la provincia, la suma de hechos y seres triviales que es la vida. Como el de esas vecinas que hablan de balcón a balcón de cosas intrascendentes, ese es al final el destino del género. Quizá también su vocación.Y para hablar de todo eso Gabriel Insausti usa gafas de cerca y una prosa cercana y directa, pero terminante e inobjetable.



Antología del microrrelato español
(1906-2011).
El cuarto género narrativo.
Edición de Irene Andrés Suárez.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2012.

Irene Andrés Suárez, acreditada especialista en el género, ha preparado para Letras Hispánicas una amplia antología del microrrelato español. Amplia en el tiempo y generosa en la nómina, porque entre el primer texto –firmado por Juan Ramón Jiménez y fechado en 1906- y el último –publicado en 2011 por Manuel Espada- ha pasado más de un siglo. Más de cien años que sin embargo no han sido suficientes ni para establecer un canon ni para fijar las claves genéricas de lo que en esta antología se denomina el cuarto género narrativo, el género emblemático del siglo XXI.

Un género caracterizado por la brevedad y la narratividad, la tensión concentrada y el lenguaje connotativo, la simplicidad estructural y el esquematismo de la acción, la condensación temporal y la reducción espacial, la importancia del título y –también- por la inestabilidad de sus límites genéricos. Eso es lo que permite que convivan en este volumen Baroja, Gómez de la Serna y García Lorca con el postismo de Antonio Beneyto y el movimiento pánico de Fernando Arrabal y clásicos contemporáneos del tamaño de Ayala, Max Aub, Cunqueiro o Aldecoa con maestros recientes como Merino, Millás o Aparicio, que han abierto el camino para las nuevas promociones de narradores como Manuel Moya, Ángel Olgoso o Miguel Ángel Zapata.

Pablo Palacio.
Débora.
Un hombre muerto a puntapiés.
Prólogo de Leonardo Valencia.
Barataria. Barcelona, 2012.

Como un “clásico de la vanguardia latinoamericana junto a escritores como Macedonio Fernández o Juan Emar” define Leonardo Valencia al narrador ecuatoriano Pablo Palacio en el prólogo –La risa frente al día inmóvil- que abre la edición de su novela corta Débora y del libro de cuentos Un hombre muerto a puntapiés. Los dos títulos, publicados en 1927, los recupera Barataria en su colección Humo hacia el sur.

Marginal y excéntrico, Pablo Palacio (1906-1947) fundió en su biografía vida y literatura y proyectó su propia excentricidad en los personajes de sus novelas y cuento, marcados por la voluntad de escándalo y por la transgresión de las normas sociales. No es ese su único rasgo vanguardista: el gusto por lo fragmentario y la influencia del cine como tema y como técnica recorren una escritura consciente que reflexiona constantemente sobre el proceso creativo.



Ernest Hemingway.
Verdes colinas de África.
Traducción de Damián Alou.
Debolsillo. Barcelona, 2012.

Hace casi ochenta años, en 1933, Ernest Hemingway cazaba en la sabana africana, cerca de las nieves del Kilimanjaro. De aquella experiencia surgió Verdes colinas de África, una obra maestra del reportaje, un libro de viajes y un relato de aventuras que publica Debolsillo con traducción de Damián Alou.

El autor ha intentado escribir un libro totalmente veraz -escribe Hemingway en el prefacio- para comprobar si la forma de un territorio y la acción que ocurre durante un mes, presentados de manera veraz, podrían competir con una obra de la imaginación.

Un Hemingway en estado puro y en estilo directo con su habitual dominio de las descripciones y los diálogos.



Manuel Francisco Reina.
Los amores oscuros.
Temas de Hoy. Madrid, 2012.

A medio camino entre el ensayo de investigación y la reconstrucción novelística, Los amores oscuros, que Manuel Francisco Reina publica en Temas de Hoy, es una obra reveladora, potente y polémica. Narrada en primera persona, el autor cede la voz del relato de unos hechos investigados y documentados por él a Juan Ramírez de Lucas, el verosímil destinatario de los Sonetos del amor oscuro.

De esa manera, contada desde dentro en primera persona por uno de sus protagonistas, cobra más fuerza la narración de su relación amorosa con García Lorca, una historia secreta que Manuel Francisco Reina ha indagado en numerosos testimonios orales y en la abundante bibliografía lorquiana para elaborar con esa base documental un texto híbrido, un excelente relato real de extraordinaria fuerza emocional, una novela testimonio sobre uno de los secretos mejor guardados de la literatura española contemporánea, una creación narrativa que busca el disfrute y la emoción de sus lectores.



William Faulkner.
La mansión.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Alfaguara. Madrid, 2012.

Con La mansión cerraba Faulkner en 1959 la trilogía de los Snopes, un conjunto novelístico fundamental para entender su mundo narrativo. Ya en Sartoris, más de treinta años antes, había esbozado la historia de esta familia que representa la típica basura blanca y pobre del Sur. Esos personajes, una plaga dañina que se había apoderado de Jefferson, se fueron perfilando y creciendo en una serie de relatos cortos que acabarían integrándose en las tres novelas del ciclo: El villorrio, La ciudad, La mansión, una novela sobre la venganza que comienza así: El jurado dijo «Culpable» y el juez «Cadena perpetua», pero Mink no los oyó. No estaba escuchando.

Aunque en Faulkner, ya lo saben sus lectores, lo verdaderamente inolvidable son los finales. Y aquí el final es especialmente importante porque cierra una novela que es también una recapitulación no solo del mundo de los Snopes, sino de la historia del condado de de Yoknapatawpha y de toda la obra faulkneriana, “el trabajo de toda su vida”, como señala el propio Faulkner en el escueto prólogo que presenta esta novela polifónica y densa con la que el autor clausura un mundo y se despide de sus personajes.

La publica Alfaguara con una espléndida traducción de José Luis López Muñoz.



Francisco Ferrer Lerín.
Gingival.
Epílogo de Fernando Valls.
Menoscuarto. Palencia, 2012.

En su colección Reloj de arena, Menoscuarto publica Gingival, una selección de las entradas de carácter más narrativo del blog de Francisco Ferrer Lerín, al que la crítica más previsible suele clasificar como escritor inclasificable. Pero en Ferrer Lerín nada es previsible, salvo la calidad de su literatura, proyectada hacia la prosa y hacia el verso, hacia la lírica y la narrativa.

La selección, amplia y a veces subrayada con las imágenes del blog, recoge dos centenares largos de entradas. Y cada entrada del blog es una puerta abierta a otra entrada en la realidad. Vida y literatura, libros y periódicos, cine y series de televisión, fotografías o cuadros son los motores que ponen en marcha unos textos en los que conviven la mirada y la memoria, la imaginación y el recuerdo, la calidad de la prosa y la profundidad de campo para hablar de paisajes urbanos y mujeres extraordinarias, de domicilios, de grupos o de sueños.

De toda la memoria solo vale / el don preclaro de evocar los sueños, dejó escrito Antonio Machado en un par de versos que podrían estar al frente de algunas de estas páginas.

Autobiografía apócrifa o apócrifos autobiográficos, Gingival reúne unos textos escritos con gran libertad formal y temática, con una confluencia constante de evocaciones, invenciones y asombros y con el sentido de la lengua y el ritmo de la prosa que destaca Fernando Valls en el epílogo de la selección que ha realizado para este libro.


Santos Domínguez