Victoria Kent.
Cuatro años en París (1940-1944).
Editorial Gadir. Madrid, 2007.
Fue el único libro que escribió Victoria Kent (Málaga, 1898- Nueva York, 1987). Y lo hizo en condiciones extremas, oculta en un París ocupado por los nazis y perseguida por la Gestapo y la policía franquista.
Cuatro años en París (1940-1944), que publica Gadir Editorial en su colección de ensayo y biografía, es el testimonio en forma de diario y de narración novelada de una mujer excepcional que se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos de la mujer, los valores democráticos y la libertad.
El origen de este libro, que se publicó por primera vez en España en 1978, tras una edición en Francia y otra en Buenos Aires en 1947, está en las notas en las que la autora fue apuntando sus impresiones de aquellos cuatro años larguísimos en los que no pudo salir de sus refugios en el territorio francés, en la época del colaboracionismo del régimen de Vichy.
Victoria Kent era secretaria de la Embajada de la República Española en París, donde la sorprende el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana. Y allí tuvo que permanecer oculta hasta el final de la guerra. Victoria Kent había demorado su salida hacia México allí para organizar la evacuación de los niños españoles y para sacar a muchos compatriotas refugiados de los campos de concentración del sur de Francia.
Refugiada en la embajada de México, aquella mujer valiente se puso a escribir estas páginas sin pensar en publicarlas, para tranquilizarse y evadirse, para calmar su espíritu y templar su encierro, para dar testimonio:
Yo quiero no olvidar todo lo que sé. Que otros hagan la historia y cuenten lo que quieran; lo que yo quiero es no olvidar, y como nuestra capacidad de olvido lo digiere todo, lo tritura todo, lo que hoy sé quiero sujetarlo en este papel.
Y empezó a escribir, con el fondo del París abatido y ocupado por los nazis, una historia puesta en la tercera persona de un personaje imaginario, Plácido, que le da al texto en algunas partes un aire de narración novelesca y de divagación filosófica, mientras que en otras, sobre todo en la cuarta parte, tiene forma de diario.
Sobre la ocultación real, otra, la literaria de la autora que esconde su propio yo tras ese Plácido imperturbable. Plácido, el personaje central, es una proyección de Victoria Kent, su alter ego. No era un truco literario, sino una medida de seguridad por miedo a que aquellas notas cayeran en manos de la Gestapo.
Las cuatro paredes, En la calle, Gotas sobre el zinc y Hacia la libertad son las cuatro secciones en las que se organiza la estructura del libro, a través de una secuencia cronológica que abarca los cuatro años en que las circunstancias dramáticas la impulsaban a la reflexión:
En realidad tengo delante de mí dos caminos, mejor dicho, un camino: abrir esa puerta y la otra y sumergirme en la ciudad, o la soledad. A mi ciudad, como a las otras invadidas, muertas también, ¿qué puedo yo ofrecerle? Y ella ¿qué puede darme? Mi esfuerzo en nada puede modificar su vida, su pobre vida gris y saturada de pólvora; las palancas que yo movía están rotas, rotas como todo, sin que mi trabajo individual pueda ayudar a su restauración. Salir de estos lugares y buscar otros donde el aire libre permita el esfuerzo, es inútil; los círculos de hierro se han cerrado alrededor de cada uno de nosotros y todo intento de evasión es la muerte. Nada puedo hacer por ella; nada puede ella hacer por mí. ¿Qué puede darme ella? Sus calles, bulliciosas y floridas antes, están silenciosas y marchitas; su luz, su luz maravillosa azulada y malva, rosa y verde, llega hasta mí más tamizada; pasó ya el tiempo en que su río indolente mecía ilusiones; pasó ya el tiempo en que paseantes se podían acodar en sus puentes y contemplar las golondrinas huyendo de las primeras sombras, y los murciélagos corriendo a la caza de su presa. Sus puentes están desiertos, tiene libres sus márgenes y ya no arrastra cadáveres; va lleno hasta los bordes de almas.
Igual que en su vida, la libertad es la preocupación esencial de Victoria Kent a lo largo de estos Cuatro años en París, un libro de enorme valor documental sobre el exilio:
Esto no ha sido una emigración; esto ha sido una hemorragia. España herida se desangraba y no se le prestó la asistencia necesaria para atajar la vida que se escapaba a raudales. No, esto no ha sido una emigración; esto ha sido sangre pura de un cuerpo joven que ha ido regando tierras próximas y tierras lejanas.
Santos Domínguez