24/6/22

Luis Rosales. Primavera del agua


Luis Rosales.
Primavera del agua.
Edición de Luis Rosales Fouz.
Prólogo de Gabriele Morelli.
Renacimiento. Sevilla, 2022.


 Luego recuerdo un chancleteo y una apresuración que llegaba hasta mí bisbiseando:
—Venga conmigo, caballerete.
Y Sor Inés tenía una voz nabucodonosora y atiplada, tan inmediatamente ejecutiva,
que mi inocencia comenzó a funcionar porque su voz
me puso en movimiento:
un movimiento tren y pequeñito como un furgón de cola
que marchaba tras ella.
nadie sabe hasta dónde puede llevarle la obediencia,
y atravesando el patio llegamos hasta el cuarto que hay en el hueco de la escalera contiguo al rectoral,
un cuarto excomulgado que nunca vimos sino en alguna pesadilla, y al entreabrir la puerta se volvió a mí para decirme:
—No rechiste,
entre en el cuarto de las conejas y vístase de niña.
chitón y punto en boca.
[…]
Sí, señor, así fue,
aún me dura la humillación,
el uniforme era tan largo en mi cuerpo de niño como si me
vistiera con la guerra civil,
y cuando todo estaba terminado me puse en la cabeza un
sombrero de niña y aquel sombrero era la muerte de mis padres.

Son dos estrofas de ‘Nadie sabe hasta dónde puede llevarle la obediencia’, un poema de Un rostro en cada ola, uno de los últimos libros de Luis Rosales. 

Ese poema memorable, fechado en Cercedilla en agosto de 1980, cuando Rosales tenía setenta años y una sorprendente potencia creativa, forma parte de la antología Primavera del agua, que publica Renacimiento con edición de Luis Rosales Fouz y prólogo de Gabriele Morelli, que señala que en la poesía de Luis Rosales “asistimos a una llamada a la conciencia, al orden contra el desorden que la herida profunda del ser humano -su desesperación- recoge y salva. Como conclusión, esta antología -sabiamente recogida por Luis Rosales Fouz, hijo del poeta- presenta un unicum como si fuera una sola respiración. Además añade y suma, al conocimiento profundo del autor y sus textos, el calor del sentimiento humano y el afecto familiar, elementos que la convierten en un libro único, total y unitario, como su contenido.”

Una antología representativa que equilibra las muestras de las diferentes etapas de la poesía de Rosales, desde la rehumanización de Abril, que combina las reivindicación del clasicismo garcilasista con la renovación poética heredada de Juan Ramón y del 27, hasta la trilogía final, La carta entera (La almadraba, Un rostro en cada ola y Oigo el silencio universal del mundo), una potente indagación desde la memoria en la conciencia personal y colectiva y en las posibilidades expresivas del verso libre.

Y entre esas dos etapas, muestras de títulos centrales en la obra de Rosales como La casa encendida y Rimas, dos de los libros más renovadores de la poesía española de posguerra, en los que se cruzan la memoria personal como origen de una reflexión existencial más amplia y el tono conversacional, como en esta admirable ‘Autobiografía’:

Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Son peldaños sucesivos de una obra en marcha que se eleva sobre la integración de poesía y vida, sobre el fraseo inconfundible de sus versículos o sobre los deslumbrantes poemas en prosa de El contenido del corazón, un eslabón imprescindible en la configuración de un mundo poético que tendría una de sus cimas vitales y expresivas en el Diario de una resurrección.

En esa construcción creciente de la obra de Rosales el Diario de una resurrección podría resumir su obra en la convocatoria de tiempos y espacios, de la infancia y la madurez, de lo celebratorio y lo elegíaco, de la memoria y la imaginación en una integración poética cada vez más despojada y más sencilla, cada vez más sutil y depurada.

El poema que cierra ese libro es el torrencial ‘Sobre el oficio de escribir’, uno de los textos incluidos en esta antología. A él pertenecen estos versos: 

y me pongo a escribir, 
y me pongo a escribir a borbotones, 
con ininterrumpida facilidad, 
para marcar la línea que separa la vida en dos mitades, 
y saber dónde empieza el corazón.

Esta antología es una invitación para revisitar la poesía de uno de los nombres imprescindibles de la literatura española del siglo XX. Una poesía que, como señala Gabriele Morelli, “muestra desde el comienzo una plasmación coherente y armoniosa, una unidad profunda tanto textual como temática, debido a la vertiente rehumanizadora que el poeta percibe y elabora como representante activo de la preocupación vitalista que inaugura la poesía española a principios de los años treinta.”

Una poesía que convoca tres plenitudes: la del lenguaje poético, la del lenguaje vital y la de la honda experiencia, para vincular ejemplarmente la palabra poética con una integración de poesía, memoria y vida a la que Rosales aspiró como poesía total. Ese es su legado irrenunciable.


Santos Domínguez