15/2/21

Cinco peldaños de la escalera de Diotima

 

 
“El matrimonio es precioso si todo va bien, pero ¿qué pasa si te toca una mujer pesada, o indecente, o si te salen los hijos maleducados? Seguro que te vienen a la mente unos cuantos ejemplos de hombres a los que el matrimonio les arruinó la vida. Los tienes a montones, pero ellos también cometieron errores, no fue todo culpa del matrimonio. Hazme caso, solo les tocan malas mujeres a los malos maridos. Además, la elección solo depende de ti. ¿Y qué pasa si va a peor? Un mal marido puede hacer mala a una buena mujer y uno bueno puede corregir a una mala. Les echamos la culpa siempre a las mujeres, pero no es verdad. No hay mujer mala, fíate de mí, sino malos maridos”, escribía Erasmo de Rotterdam en el Elogio del matrimonio, el texto que, junto con tres coloquios sobre el matrimonio y el papel de la mujer, forma parte del volumen Sobre el matrimonio que aparece en la colección El secreto de Diotima que publica Guillermo Escolar Editor con traducciones de José Manuel Ruiz Vila.

Es uno de los cinco títulos nuevos que incorpora esa espléndida colección de clásicos en pequeño formato que sigue publicando con regularidad Guillermo Escolar Editor.

Otros dos tomos -Camino de conversión y Sobre la memoria- reproducen los capítulos VII al X de las Confesiones de San Agustín. El proceso de conversión desde una juventud disipada (“Andaba yo entonces con la mente embotada y no me enteraba ni de lo que me pasaba a mí mismo”) y la defensa de la memoria como arquitectura de la identidad personal son los ejes de estas nuevas entregas de la obra agustiniana, continuaciones de un intenso texto confesional, de la indagación en la autobiografía y la conciencia que se inició en las anteriores Errores de juventud y La búsqueda de la verdad.

Los otros dos volúmenes tienen como tema de referencia la vejez, a la que dedicó Cicerón uno de sus tratados más conocidos, De senectute, que aparece en esta serie con traducción de Antonio López Fonseca. Con una visión optimista y alejada de toda melancolía, Cicerón ensalza con su prosa elegante y serena las virtudes de la vejez frente a las carencias de la juventud.

Porque -afirma por boca de Catón El Viejo, que dialoga a sus 84 años con dos jóvenes, Lelio y Escipión- “ los necios atribuyen a la vejez sus achaques y sus defectos” y “la vejez no solo no es débil e incapaz, sino antes bien laboriosa y siempre está haciendo o planeando algo naturalmente relacionado con las mismas cosas que le interesaron en las etapas anteriores de su vida.”

Muchos siglos después, la marquesa de Lambert se inspiró en el diálogo de Cicerón para escribir a finales del XVII o comienzos del XVIII, con parecido optimismo y una elegancia expresiva aprendida en los modelos de la prosa clásica, su Tratado de la vejez, dirigido a las mujeres desde un feminismo incipiente. Aun reconociendo en él que las limitaciones y pérdidas provocadas por el paso del tiempo afectan más a las mujeres que a los hombres, defiende la tranquilidad de una vejez “dulce y tranquila”, liberada de la tiranía de la opinión ajena y los compromisos, y dotada de la paz interior que aporta la experiencia, porque “lo que causa las desgracias es querer conservar y tener pensamientos de una edad en la cual no deben estar” y porque “toda edad es una carga para quien no tiene en sí mismo recursos con que hacer la vida feliz.” Y a lo que hay que aspirar en la vejez es justamente al conocimiento de sí mismo. Completa el volumen el Tratado sobre la amistad, marcado por la lectura de Montaigne y de Séneca: un elogio de las relaciones  que no excluye la advertencia sobre sus peligros y desviaciones.

Son los cinco nuevos peldaños de la escalera en la que Diotima metaforizó el camino ascendente hacia la sabiduría, la belleza o el conocimiento, hacia el equilibrio y la serenidad, la perfección y la felicidad. Para subirlos guiados por quienes los ascendieron con la firme determinación de entender el sentido de la vida.

Santos Domínguez