8/4/16

Antonio Agudelo. El cielo ajedrez


Antonio Agudelo.
El cielo ajedrez.
Prólogos de Alejandro López Andrada y Verónica Aranda.
Epílogo de Salvador Negro.
Ilustraciones de Juan Carlos Mestre. 
El sastre de Apollinaire. Madrid, 2016.

El silencio se extiende sobre la mesa del mar y apenas nada se mueve ni busca la salida. El arlequín no entra en su misterio donde el mal apaga sus países ni desaparece en batallas de la noche funeral y vacía. La luna es limpia en el cielo ajedrez, para que nada pueda caer en el cero de Dios. Sobre la mesa el pan y los colores de las frutas en platos limpios. Eso no es la dictadura militar, no todas las palabras condenan a muerte. Aquí no hay ruinas ni se deja paso a la cruda verdad del río del silencio, su próximo ataúd. El arlequín respira su humano aliento, esa sabiduría para ser feliz el día de Pentecostés. Hay café y pasteles tricolores sobre la mesa del mar, paz en los manteles. En la oscuridad del comedor, todo volvía. Es la igualdad con el otro, la dignidad de las palabras. No hay luz más allá de la revelación de la muerte: luz insumisa, luz. Apollinaire recomienda la Revolución Industrial, ser un desobediente activo como Max Ernst que dibuja el Nuevo Mundo, no un físico cuántico de la brevedad suicida en la Casa del Sueño. Es el sufrimiento inútil, la enfermedad venérea, la tortura medieval, la guerra, la infamia y hasta la misma muerte. Luz tenaz, luz. La luna es limpia en el cielo ajedrez, no enciende los huesos en el cero de Dios.  

De ese texto, El cielo ajedrez, toma su título el volumen de Antonio Agudelo que acaba de publicar El sastre de Apollinaire con ilustraciones de Juan Carlos Mestre.

Un volumen que reúne, junto con los poemas meditativos de El rincón del silencio, la sección a la que pertenece el significativo texto que acaba de ver el lector, los de dos libros ya publicados: la colección de haikus Central Térmica (2012) y los poemas visionarios de El sueño de Ibiza (2008), convertido aquí en la tercera sección del volumen.

Entre el versolibrismo y el haiku, pasando por el poema en prosa, la disparidad estilística y métrica de estos textos es una muestra de la versatilidad poética de Antonio Agudelo, que por debajo de esa variedad construye un mundo poético propio a través de la desobediencia de su ambición expresiva y de una  mirada personal hacia lo hondo y lo misterioso, al mundo, a la naturaleza y al fondo de sí mismo con la palabra, convertida en la chispa que enciende el fuego de la poesia y sus revelaciones.

A partir de temas esenciales en la poesía, como el amor y el tiempo, la naturaleza y la identidad, la labor de minero que asume todo poeta verdadero se concreta en una voluntad de indagación en lo oscuro, de iluminación en lo invisible que se resume en textos como este Consejos  Noé, en el que la palabra se desata y fluye en busca del sentido:

El palacio del rey Darío no es de oro / la calavera de los teatros vacíos / la noche está patas arriba / el viejo Heidegger con un chasquido de dedos te dice pasa / la tensión del alucinado encuentro / las bodas de Pentecostés / el robo de la dictadura militar / los niños han sido devorados por los dientes del sol / pan para el día pan / la conciencia del relámpago / el monstruo de la razón que engendra sueños / dijo William Blake / el esqueleto del poema que agoniza para ser / la carestía / Tristan Tzara envuelto en trapos paralíticos / el dolor de un hombre que llora por dentro / el sufrimiento inútil / los abecedarios mudos / las soberanías del espanto / la carroña infame / las piedras contra la perra injusticia / los fracasos lloraban por la destrucción del templo / todos los relojes del mundo han sido calcinados / la tradición tiene esa mala costumbre / de añadir almas nuevas al purgatorio / el sangriento capitalismo / cortar las entrañas de la corrupción / las misiones rojas / el tigre no bebe universo en la pérdida / la poesía no es el arte de perder / pensar la luz y ser dentro del pozo es un verano muerto / el silencio de las víctimas / la derrota tiene la dignidad que la victoria no conoce / el compromiso ha de ser un desobediente activo / no metas el dedo en el ojo de un muerto / no metas la lengua en los desastres del horror / nadie es Rimbaud / un  tipo peligroso con revólver de escarcha / el amor conoce sus instrumentos de muerte / andar con pies de plomo sobre las lecturas / huye de la creencia alegórica / la didáctica medieval / la retórica del engaño / el barroco carbonizado / todos los relojes del mundo han sido  calcinados / la tradición tiene esa mala costumbre / de añadir almas nuevas al purgatorio / vive y deja vivir / busca una felicidad responsable / el descubrimiento de América / Apolo dios de la luz abandonó Nueva York y el monte del Parnaso / y ahora es pastor de estrellas en el jardín de ciudadanos / Nueva York está en nosotros / la arboleda comunal / las cajas de música / la guarida de la mesa / la serenidad es el valle del lenguaje donde silba el perejil / la dulce vida en el cibercafé / las vacas de Chagall comen ensalada de estrellas / el vestíbulo del corazón / llegan obreros y estudiantes para la revolución francesa / desatar los nudos de los altos patíbulos / liberar a los presos / libertad es la ley / la identidad desobediente / los niños han de inventar lo maravilloso para resistir a la muerte / la vida es el valor supremo / vale la pena ser feliz / Paco Picabia cree en el poder popular / las bicicletas que hacen girar el mundo / contra la telaraña de la costumbre / la filosofía tricolor / el arca de Noé / los cisnes salvados del diluvio.

Santos Domínguez