Antonio Hernández.
Distancia que regresa.
(Antología poética 1964-2014).
Prólogo de Manuel López Azorín.
Eirene Editorial. Madrid, 2015.
Cinco poemas inéditos rematan Distancia que regresa, la antología que recoge medio siglo justo de poesía de Antonio Hernández, el último Nacional de Poesía.
Desde el juvenil El mar es una tarde con campanas (1965) hasta la prodigiosa madurez de Nueva York después de muerto (2013), esta antologiía es una nueva invitación a visitar la obra de una de las voces más sólidas y templadas, más matizadas y versátiles de la poesía española del último medio siglo.
Desde sus primeros libros, en los que ese mundo poético está aún formándose, la obra de Antonio Hernández se mueve equilibradamente entre la contemplación y la reflexión, entre el sentimiento y el pensamiento, y hace del paisaje y de la infancia, del tiempo y el recuerdo, del amor y la muerte algunos de sus ejes fundamentales.
La expresión poética de Antonio Hernández, que desde el presente se inclina al recuerdo del pasado o a la esperanza del futuro, integra tonalidades y pulsos diversos, une tendencias estéticas distintas en estos quince libros que son eco de lo popular y lo clásico, de la copla y el soneto, de la estrofa y el versolibrismo para dar cauce a un mundo literario que se mueve siempre entre el dolor elegiaco y el sueño de la celebración o el homenaje a los maestros.
Ángeles Mora.
Ficciones para una autobiografía.
Bartleby Editores. Madrid, 2015.
El poeta es un fingidor. Nos lo enseñó Pessoa: la memoria construye sus máscaras y reinventa sus lugares o difumina sus tiempos. Desde ese punto de partida, sin engañar al lector y sobre todo sin engañarse a sí misma, Ángeles Mora asume en Ficciones para una autobiografía (Bartleby) el reto de explorar en su propia identidad en las largas noches sin respuesta, de reencontrarse con el pasado para reconocerse en el presente y su también dudosa luz proyectada sobre la soledad, las tardes, los caminos o el amor incoativo de la adolescencia.
¿Sabe que miente el que recuerda?, decía Caballero Bonald. Ángeles Mora sí lo sabe, como Machado sabía que también la verdad se inventa, y por eso no aspira a otra cosa que a evocar la luz más parecida / a la imagen real que les dio cuerpo, /historia, biografía con palabras que se buscan o te encuentran.
Con la distancia que permite la ironía y con preguntas -Entre el bolero y la marcha fúnebre,/sin embargo, en el aire,/ay,/ sólo preguntas- el poema se convierte aquí en territorio de la memoria, en el lugar de encuentro del pasado y el presente, ahora que suave es la noche / todavía.
Sara Castellar.
El corazón y los helechos.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2015.
La noche hace un ovillo con los huesos que ama, escribe Sara Castellar en el poema que abre su espléndido El corazón y los helechos, que publica La Isla de Siltolá en su colección Tierra.
Organizado en tres partes de nueve, ocho y siete poemas respectivamente, los textos nocturnos y visionarios de Sara Castellar, de ritmo bien trazado y ambición imaginativa, viven en un territorio equidistante entre la meditación y el sentimiento, en el equilibrio entre la emoción contenida y la contundencia expresiva.
El tiempo y la lluvia, la invasión de la sombra y la persistencia de la memoria recorren estos poemas que habitan el lugar salvaje donde brotan / el corazón y los helechos. Unos poemas que con sostenida intensidad consiguen el milagro de construir un universo poético coherente en un libro en el que la brevedad parece una variante de la hondura.
La palabra cuidada de Sara Castellar y la elaboración poética de sus imágenes dan la medida de una de las autoras de más proyección en el panorama poético actual. Y el lector se refleja como en un espejo en los versos que cierran el libro: me seduce este grito paralelo / que está formando el mundo sobre el mundo.
Álvaro Alves de Faria.
Motivos ajenos.
Residuos.
Traducción e introducción
de Montserrat Villar.
Linteo Poesía. Orense, 2015.
Cuando el hambre explota en la garganta / los dedos aprietan el gatillo / y la noticia sale en los periódicos, escribe el brasileño Álvaro Alves de Faria (São Paulo, 1942) en el poema inicial de Residuos, uno de los dos títulos que publica Linteo en edición bilingüe en un volumen preparado por Montserrat Villar.
Junto con Motivos ajenos, Residuos, que contiene los poemas compuestos en la cárcel y guardados en la memoria antes de ser escritos, reúne algunos de los poemas más significativos de uno de los autores imprescindibles en la poesía actual en lengua portuguesa.
La suya es una poesía testimonial que desde hace más de medio siglo mantiene un compromiso radical con la realidad política y la situación social de su país. Un compromiso que le llevó a ingresar en las cárceles de la dictadura en los años sesenta y setenta y a construir una poesía dolorosa y amarga “que hiere, que sangra y que está cargada de heridas”, como afirma la traductora en el prólogo que ha escrito para esta edición.
La crítica social, el miedo, la falta de libertad, las secuelas físicas y morales de la cárcel y la tortura sostienen la potencia de una poesía en la que los motivos son ajenos, siempre ajenos / a la voluntad del prójimo: / lo que vale es la postura que purifica el momento/ y transforma la escena en una verdad / en la que todos acabamos por creer.
José Manuel Caballero Bonald.
Desaprendizajes.
Seix Barral. Barcelona, 2015.
Todo lo subterráneo tiene un orden, escribe José Manuel Caballero Bonald en uno de los poemas de Desaprendizajes, su último libro, que publica Seix Barral.
Y a encontrar ese orden, a explorar las claves invisibles de lo visible, a reordenar la realidad con la palabra se orientan los poemas de Desaprendizajes, que contienen en su incansable voluntad interrogativa una propuesta de restablecimiento del sentido, una reinterpretación del mundo a través de una poesía visionaria y desobediente en la que se conjugan ética y estética, crítica y memoria.
Como en gran parte de la obra de Caballero Bonald, el poema se convierte en un entramado lingüístico que contiene su propias claves porque vertebra una nueva imagen de la realidad, porque el texto es el resultado de una construcción verbal en la que se practica también el desaprendizaje de la gastada carga informativa del lenguaje para abordar un redescubrimiento del mundo, a medio camino entre las revelacionas iluminativas de los místicos y las exploraciones alucinadas de Rimbaud.
En la vieja casa familiar de Eagle Pond, en New Hampsyre, transcurrió entre 1975 y 1995 la parte esencial de la vida en común y la poesía de Jane Kenyon y Donald Hall. Por eso ningún título es tan adecuado como el de este lugar para resumir una parte significativa de la obra de los dos poetas reunidos en una amplia y cuidada antología doble que ha preparado Donald Hall y que publica Valparaíso con traducción y prólogo de Juan José Vélez Otero, que ya tradujo para esta misma editorial La cama pintada.
Esa casa y esa Laguna del águila fueron el paisaje cotidiano y el fondo vital de muchos de los sesenta poemas inéditos en español de Kenyon y de la representativa selección de viejos y nuevos textos de Hall que se agrupan en esta magnífica antología titulada con el nombre de ese lugar que hoy es el de la memoria y la supervivencia.
Una antología que vuelve a unir en la poesía lo que el tiempo destructivo separó hace veinte años, cuando todo lo que florece se postra y las flores yacen destrozadas en la hierba.
Nórdica publica, con traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán, Saltaré sobre el fuego, una selección breve, pero significativa, de la poesía de Wislawa Szymborska ilustrada por Kike de la Rubia.
Desde Llamando al Yeti hasta Principio y fin, una intensa muestra de la poesía interrogativa de quien hizo de la escritura un ejercicio de reflexión sobre el hombre y su lugar en el mundo, en la naturaleza o en el tiempo. Una obra en la que expresó su asombro ante la realidad, su ironía y, pese a todo, su afirmación de la existencia.
Como en cada uno de sus libros, Saltaré sobre el fuego acaba siendo una composición de lugar escrita en el tono bajo que caracteriza al grupo de poetas polacos que desde la segunda mitad del siglo XX hizo que –como resalta Juan Marqués en la presentación del volumen- “los contornos de Polonia destaquen en el mapa de la poesía del siglo XX.”
El tono bajo que caracteriza la poesía de Wislawa Szymborska es el cauce de expresión de su profundidad reflexiva acerca de la condición humana y de una honda conciencia existencial. La reflexión y la sorpresa, el asombro y el desengaño, la ironía y la seriedad, la memoria y el presente, la conciencia del tiempo y la noción del límite son algunas de las claves de su poesía, expresadas en una tonalidad de difícil sencillez y con un ritmo interior que los traductores han sabido transmitir con solvencia para el lector de español.
Por ejemplo en versos como estos: No tengo ni palabras, ni tanto silencio para expresar mi asombro. / Escucha /cuán rápido me late tu corazón.
Jane Kenyon y Donald Hall.
Eagle Pond.
Traducción, prólogo y notas de
Juan José Vélez Otero.
Valparaíso Ediciones. Granada, 2015.
Esa casa y esa Laguna del águila fueron el paisaje cotidiano y el fondo vital de muchos de los sesenta poemas inéditos en español de Kenyon y de la representativa selección de viejos y nuevos textos de Hall que se agrupan en esta magnífica antología titulada con el nombre de ese lugar que hoy es el de la memoria y la supervivencia.
Una antología que vuelve a unir en la poesía lo que el tiempo destructivo separó hace veinte años, cuando todo lo que florece se postra y las flores yacen destrozadas en la hierba.
Wislawa Szymborska.
Saltaré sobre el fuego.
Traducción de
Abel Murcia y Gerardo Beltrán.
Ilustraciones de Kike de la Rubia.
Presentación de Juan Marqués.
Nórdica Libros. Madrid, 2015.
Nórdica publica, con traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán, Saltaré sobre el fuego, una selección breve, pero significativa, de la poesía de Wislawa Szymborska ilustrada por Kike de la Rubia.
Desde Llamando al Yeti hasta Principio y fin, una intensa muestra de la poesía interrogativa de quien hizo de la escritura un ejercicio de reflexión sobre el hombre y su lugar en el mundo, en la naturaleza o en el tiempo. Una obra en la que expresó su asombro ante la realidad, su ironía y, pese a todo, su afirmación de la existencia.
Como en cada uno de sus libros, Saltaré sobre el fuego acaba siendo una composición de lugar escrita en el tono bajo que caracteriza al grupo de poetas polacos que desde la segunda mitad del siglo XX hizo que –como resalta Juan Marqués en la presentación del volumen- “los contornos de Polonia destaquen en el mapa de la poesía del siglo XX.”
El tono bajo que caracteriza la poesía de Wislawa Szymborska es el cauce de expresión de su profundidad reflexiva acerca de la condición humana y de una honda conciencia existencial. La reflexión y la sorpresa, el asombro y el desengaño, la ironía y la seriedad, la memoria y el presente, la conciencia del tiempo y la noción del límite son algunas de las claves de su poesía, expresadas en una tonalidad de difícil sencillez y con un ritmo interior que los traductores han sabido transmitir con solvencia para el lector de español.
Por ejemplo en versos como estos: No tengo ni palabras, ni tanto silencio para expresar mi asombro. / Escucha /cuán rápido me late tu corazón.
Santos Domínguez