William Blake.
Antología bilingüe.
Introducción y traducción
de Enrique Caracciolo Trejo.
Alianza. Madrid, 2012
¡Tigre! ¡Tigre!, luz llameante
En los bosques de la noche,
¿Qué ojo o mano inmortal,
Osó idear tu terrible simetría?
Así termina El tigre, que forma parte de los Cantos de experiencia de William Blake (1757-1827), uno de los poetas más enigmáticos y asombrosos de la tradición occidental.
Inclasificable e irrepetible, su intensa poesía fue una isla deslumbrante en el racionalismo del siglo XVIII, una profecía del irracionalismo o del satanismo romántico y de la actitud visionaria y onírica del superrealismo.
Grabador y poeta, místico y pintor, soñador iluminado y filósofo, excéntrico y astuto, Blake fue un artista total que fundió la palabra y la imagen en una doble actividad que nunca concibió por separado y que dio lugar a libros tan desasosegantes como el Matrimonio del Cielo y el Infierno, los Cantos de experiencia y de inocencia o la épica breve de los libros proféticos que compuso en su madurez, como culminación de una obra que Chesterton resumió con estas palabras:
“Blake
no poseía ninguno de los rasgos del poeta desmayado, del simple místico
bobo. Si verdaderamente fue un hombre loco, se puede dar tanto énfasis a
la palabra loco como a la palabra hombre. Y así, por ejemplo, a pesar
de su oficio sedentario y de sus pacíficas teorías, poseía un
extraordinario valor físico.”
Aquel poeta iconoclasta y profético, en cuyos versos conviven en raro equilibrio las luces y las sombras, fundó una cosmogonía prometeica propia sobre el hombre anterior a la caída en los Cantos de inocencia y sobre el conocimiento del dolor en los Cantos de experiencia, creó una obra de enorme potencia imaginativa y expresiva, murió cantando y -como explicó Antonio Rivero Taravillo- dejó una huella importante en Yeats o en el Graves de La diosa blanca, en Cirlot o en Borges.
La Antología bilingüe, que publica Alianza en su colección de bolsillo con introducción y traducción de Enrique Caracciolo, da una imagen global del poeta complejo y potente que fue Blake, de la evolución de su obra y de la convivencia en sus versos de lo oscuro y lo deslumbrante, de la inspiración y lo conceptual, del caos y el orden, de lo escandaloso y lo convencional y de una inusual coexistencia de lucidez, locura y rebeldía, como en uno de los Proverbios del Infierno que forman parte de su imprescindible El matrimonio del Cielo y el Infierno:
Así como la oruga elige las hojas más bellas para posar sus huevos, así el sacerdote deja caer su maldición en los gozos más dulces.
Santos Domínguez