Locus amoenus.
Antología de la lírica medieval de la Península Ibérica.
Edición bilingüe de Carlos Alvar y Jenaro Talens.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. Barcelona, 2009.
Antología de la lírica medieval de la Península Ibérica.
Edición bilingüe de Carlos Alvar y Jenaro Talens.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. Barcelona, 2009.
Probablemente se trata de la antología más completa y ambiciosa de la lírica medieval peninsular. Se titula Locus amoenus, la han preparado Jenaro Talens y Carlos Alvar, la publica Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores y ofrece en edición bilingüe una generosa muestra de la poesía lírica que se compuso y se cantó en las ocho lenguas que convivieron a lo largo de casi siete siglos en la Edad Media en la Península Ibérica, un espacio fragmentado desde el punto de vista político, cultural, religioso y lingüístico: latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaico-portugués, castellano y catalán.
Como en el resto de Europa, en la lírica medieval peninsular coexisten tres tendencias: la lírica tradicional que cantaba el pueblo en lengua vernácula, la lírica culta, escrita en latín, y la lírica cortés, culta también, pero escrita en lengua romance.
Y puesto que -como escriben los editores en su introducción acerca de la poesía y la interculturalidad- toda aproximación a la poesía hispánica medieval debe asumir que las varias e irreductibles líneas de fuerza que la atraviesan no pueden ser integradas en un universo unitario, este amplio volumen refleja esa convivencia de lenguas y tradiciones, de escrituras y canciones en la Península.
Están aquí ampliamente representados los poemas goliardescos en latín recogidos en el Cancionero de Ripoll del siglo XII, con sus sueños eróticos, su invocación a la primavera y su evocación de la amiga; la delicadeza nocturna y lunar de la poesía arábigo-andaluza; el desengaño amoroso y los jardines con fuentes de la poesía en hebreo; la poesía femenina de las jarchas mozárabes, tan semejantes a las frauenlieder, las chanson de toile o las cantigas de amigo; el refinamiento de los grandes trovadores catalanes como Guillem de Berguedà o de Guillem de Cervera; la poesía galaico-portuguesa de Pero Meogo o el rey Don Denis de Portugal, siempre entre la corte y las romerías; la lírica castellana de los cancioneros cortesanos prerrenacentistas, desde los anónimos castellanos a la poesía que firman Jorge Manrique y Juan del Encina; la que escribieron los catalanes Ramon Llull y Ausias March, que independizó la lírica catalana del provenzal.
Síntesis de tradiciones populares y cultas, de la lírica masculina de los goliardos o el amor cortés y el complejo metafórico que expresa su ritual amoroso, y de la lírica femenina de las jarchas, las cantigas de amigo y los villancicos, los poemas recogidos en Locus amoenus completan un mosaico de tradiciones poéticas y de individualidades líricas que destacan sobre el fondo de una realidad lingüística y cultural compleja y plural.
Una realidad compleja en la que no siempre se corresponde un territorio con una lengua, pues el prestigio poético del provenzal hizo que los trovadores catalanes compusieran en la lengua d'oc, de la misma manera que entre los poetas líricos de Castilla fue frecuente el uso del gallego, una moda que aún refleja en el siglo XV el Cancionero de Baena.
Santos Domínguez