31/3/09

El hombre que confundió a su mujer con un sombrero


Oliver Sacks.
El hombre que confundió
a su mujer con un sombrero.

Traducción de José Manuel Álvarez Flórez.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2009.


Anagrama publica en Compactos, su colección de bolsillo, uno de los libros más inteligentes, curiosos y perturbadores de su catálogo. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero apareció en 1985, lo publicó en español Muchnik en 1987 y hace unos años lo incorporó Anagrama a su fondo editorial, con la misma traducción de José Manuel Álvarez, revisada por el Dr. Sabanés, especialista en psiquiatría.

Sus veinticuatro capítulos, organizados en cuatro secciones -Pérdidas, Excesos, Arrebatos y El mundo de los simples-, abordan distintos desarreglos neurológicos y deficiencias funcionales que constituyen síndromes del hemisferio derecho, el que controla el reconocimiento de la realidad, y provocan disfunciones que afectan a la percepción y a la memoria del sujeto paciente y de su entorno familiar y ambiental. En muchos casos, quienes sufren esas enfermedades tienen una destacada capacidad para las artes o las ciencias.

Oliver Sacks acreditó con este libro ya clásico una inusual soltura narrativa para contar diversas historias clínicas. Soltura que se superpone a su asombrosa capacidad para comprender antes cada cuadro patológico y para describirlo. Se trata de extraños relatos que el autor extrajo de casos reales tratados en su ejercicio profesional como neurólogo, casos de pacientes conocidos en su práctica clínica.

La anogsia visual del doctor P., que no distingue a su mujer de un sombrero; la amnesia retroactiva de un marinero perdido, con una memoria fósil que se quedó anclada en un momento del pasado; el hombre que se caía de la cama porque había perdido la conciencia de la extremidad como consecuencia de una hemiplejía; los casos contrarios, la patología del miembro ausente que sufren los amputados a los que le duele un pie fantasma o un brazo que ya no tienen; los olvidos unilaterales...

Lejos de la frialdad científica de la neurología, Sacks enhebra una intensa serie de relatos clínicos de alto contenido humano. Los arquetipos de la mitología o el folklore (héroes, víctimas, mártires, guerreros...) se manifiestan en estos casos clínicos, cuya descripción narrada enlaza con la tradición humanística de la psiquiatría del XIX, con la medicina antigua de Hipócrates y con el tiempo inmemorial en el que el enfermo narraba su historia a los médicos.

Esos pacientes y los lectores tenemos la suerte de que al otro lado del canal estuviese oyendo este médico que con talento admirable escribe un libro que se lee como una novela asombrosa más que como un tratado de literatura clínica. Una novela sobre vidas que tienen abundantes componentes fabulosos, de ahí que en el libro se hable de relatos más que de casos. De ahí también que el autor se sitúe en el lugar donde se cruzan el hecho y la fábula.

Y por eso es tan pertinente y tan significativa la cita de William Osler que abre el volumen: Hablar de enfermedades es una especie de entretenimiento de Las mil y una noches.


Luis E. Aldave